Francie Molloy junto a la tumba del poeta irlandés Charlie Donelly, muerto en la batalla del Jarama durante la Guerra Civil

Francie Molloy junto a la tumba del poeta irlandés Charlie Donelly, muerto en la batalla del Jarama durante la Guerra Civil

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Francie Molloy, dirigente histórico del Sinn Féin: “Nuestra victoria le muestra el camino a Bildu"

El modelo de Irlanda del Norte siempre fue una referencia para la izquierda abertzale. Tampoco este partido se arrepiente de su pasado.

14 abril, 2024 02:57

El pasado miércoles se cumplieron 26 años de la firma de los Acuerdos de Viernes Santo. El 10 de abril de 1998 cambió la historia de Irlanda del Norte. Todas las partes implicadas en un conflicto que dejó décadas de enfrentamientos y más de 3.500 muertos concordaron dejar las armas a un lado a cambio de dotar de mayor autonomía a las autoridades del Úlster y reconocer su derecho a decidir qué futuro político desean. Una de las instituciones que se crearon de inmediato fue la Asamblea de Irlanda del Norte, su parlamento autónomo. Y en una de esas primeras sillas a estrenar se sentó Francie Molloy (County Tyrone, Irlanda de Norte, 1950), un representante del Sinn Féin que ya entonces acumulaba décadas de experiencia en el movimiento. 

“Hasta entonces sólo el uso de las armas por parte de las autoridades británicas nos retuvo en Reino Unido. Por eso, siempre hemos mantenido unas relaciones muy fuertes con quienes han luchado por la libertad y la independencia, como los vascos, los catalanes o el pueblo palestino. Nuestra delegación siempre ha estado en contacto con los compañeros vascos para tratar de compartir las experiencias del exitoso modelo irlandés”, reconoce el histórico dirigente a EL ESPAÑOL desde su domicilio en el condado de Armagh, a unos cuantos kilómetros de Belfast. 

Durante la época más dura de los enfrentamientos entre el IRA, las fuerzas británicas y otros grupos paramilitares, la zona fue conocida como el ‘triángulo de los asesinatos’. Tras 15 años como diputado en la Asamblea de Irlanda del Norte y otros 11 en el Parlamento británico, cumplidos los 73, Francie Molloy acaba de anunciar que no se postulará a la reelección en las próximas elecciones en Reino Unido. 

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Los diputados del Sinn Féin se presentan por su circunscripción -el Úlster es oficialmente una provincia británica-, pero después no hacen uso de su asiento, como muestra del boicot a las autoridades de Westminster. En 2013 Molloy relevó en ese puesto a Martin McGuiness, uno de los grandes tótems de los nacionalistas irlandeses, junto a quien desarrolló siempre su carrera. Hace años le acusaron de haber participado activamente en la muerte de un policía como miembro del IRA, pero Molloy siempre lo negó. “En los setenta yo era un activista por los derechos humanos, mi lucha estaba en las calles, como lo hacían en ese momento los colegas vascos o catalanes opositores a Franco”, defiende. 

Esas luchas quedaron más o menos resueltas con los acuerdos de Viernes Santo y la posterior disolución del IRA, aunque los conatos violentos se han mantenido prácticamente hasta la actualidad. Sin embargo, ni Molloy ni ninguno de los dirigentes de la vieja escuela se han desligado nunca de ese pasado.

Francie Molloy (centro) en una imagen antigua junto a Gerry Adams (izquierda)

Francie Molloy (centro) en una imagen antigua junto a Gerry Adams (izquierda)

“Si no hubiera existido una lucha por los derechos civiles no habríamos alcanzado el grado de libertad que tenemos ahora. Durante 25 años no hemos podido plantear un referéndum para la unificación con Irlanda, pero ahora estamos esperanzados de que eso ocurra. Los Acuerdos de Viernes Santo fueron un gran paso adelante, como también la construcción de un movimiento político para una generación de republicanos que nacieron sin haber vivido el conflicto con los británicos”. Es decir, que justifica el pasado violento como medio para mantener vivas sus reivindicaciones históricas.

Antes de que ETA se planteara siquiera entregar las armas, Arnaldo Otegi asistió con gran interés al proceso político abierto en aquellos años en Irlanda del Norte. Unos meses después de los Acuerdos de Viernes Santo, en septiembre de 1998, todos los movimientos nacionalistas vascos intentaron imitar algo parecido con el Pacto de Lizarra. Sin embargo, en esas reuniones faltaba toda la otra parte y el resultado fue una mayor división social entre los nacionalistas vascos -también enfrentados entre sí- y los partidarios de mantener las mismas relaciones con el Estado.

Otegi se reunió en multitud de ocasiones con Gerry Adams, el gran líder del Sinn Féin, con quien mantuvo un estrecho contacto durante la transición del terrorismo vasco e irlandés hacia los postulados políticos. 

Arnaldo Otegi junto a Gerry Adams en el Parlamento vasco en 2005

Arnaldo Otegi junto a Gerry Adams en el Parlamento vasco en 2005

De las armas a la política

Ahora esa transformación vive, probablemente, su primera gran actualización. Tras varios lustros comportándose como lo que los comunistas italianos denominaron ‘partido de lucha y de gobierno’, hace unos meses el Sinn Féin llegó por primera vez al poder. Michelle O’Neill, una mujer de 47 años que se curtió de la mano de Martin McGuiness y Francie Molloy, se convirtió el pasado febrero en ministra principal de Irlanda del Norte.

La legislación norirlandesa obliga a que el ejercicio de gobierno sea compartido entre unionistas -tradicionalmente protestantes probritánicos- y nacionalistas -católicos favorables a la anexión a Irlanda-, pero nunca antes el Sinn Féin había ocupado el puesto de mayor responsabilidad

- ¿Espera que haya un efecto contagio y que la estrategia de Bildu tenga un efecto similar en el País Vasco? 

- Nosotros no hubiéramos llegado hasta aquí sin todo el camino andado. Y sólo tras haber garantizado la libertad de nuestros ciudadanos y el derecho a decidir nuestro futuro nos hemos podido centrar en un discurso más social. Creo que nuestro éxito le marca el camino a la izquierda nacionalista vasca [en referencia a Bildu] y esperamos que pueda tener una mayoría de votos en las próximas elecciones. La llegada de Michelle O’Neill es indicativa de este clima en el que todos los grupos que han sido activos en la lucha por los derechos civiles puedan convertirse en los valedores de las cuestiones sociales. 

De nuevo, "los grupos que luchan por los derechos civiles" como eufemismo del terrorismo.

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El padre de Michelle O’Neill fue un militante del IRA, pero ella era demasiado joven como para haberse visto involucrada en ese pasado sangriento. El Sinn Féin relevó a los históricos Gerry Adams y Martin McGuiness por Mary Lou McDonald -la presidenta del partido- y la propia O’Neill, al igual que Bildu ha dejado en la retaguardia a Otegi para poner en primer plano a su candidato Pello Otxandiano. Y pese a todas diferencias que presentan dos contextos muy distintos, la estrategia de ambos partidos se ha caracterizado en los últimos años por centrarse en la economía y los asuntos sociales en lugar del tradicional discurso independentista. 

La ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O'Neill, junto a Martin McGuiness y Francie Molloy

La ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O'Neill, junto a Martin McGuiness y Francie Molloy

“Como la Segunda Guerra Mundial”

“No hay duda de que Bildu seguirá el mismo camino, es cuestión de tiempo que lleguen a gobernar. Es exactamente la misma situación que hemos visto en Irlanda del Norte. El Sinn Féin ha capitalizado una buena parte del apoyo que tenía el Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP) [sus rivales nacionalistas, que rechazaban la violencia del IRA y fueron el partido más votado en las primeras elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte] y otras fuerzas políticas como lo está haciendo ya Bildu con el PNV”, considera Henry Patterson, profesor emérito de política de la Universidad de Úlster, que lleva años estudiando y comparando ambas realidades. 

Patterson recuerda que en los noventa el IRA ensayó al menos en dos ocasiones el abandono de las armas con sendas treguas, “pero hasta que no hubo un acuerdo político entre las partes no consiguieron una liberación masiva de sus presos, que es lo que estaban buscando”. “A finales de esa década los ideólogos de ambos movimientos, tanto en Irlanda del Norte como en el País Vasco, se dieron cuenta de que la vía de la violencia estaba agotada. Y en el momento en el que se centraron únicamente en el aspecto político, ya comenzaron a hacerse más atractivos, más jóvenes, más centrales en la ecuación”. 

“Fue crucial que el Gobierno británico los legitimara como un elemento clave para el avance político. Bill Clinton y la Unión Europea reconocieron su centralidad, quienes se oponían a ellos pasaban a ser considerados enemigos de la paz. Y eso permitió que ampliaran su base desde un sector muy concreto de la población católica del Úlster”, insiste el profesor al teléfono.

Bill Clinton estrecha la mano a Pat Doherty, que se encuentra con Gerry Adams (izq) y Francie Molloy (al fondo), todos miembros del Sinn Féin

Bill Clinton estrecha la mano a Pat Doherty, que se encuentra con Gerry Adams (izq) y Francie Molloy (al fondo), todos miembros del Sinn Féin

En el País Vasco no existe esa variable religiosa, pero también con el paso de los años Batasuna y sus herederos han ido ampliando horizontes hacia sectores no tan ligados al independentismo radical. Y como ocurre en ambos lugares, “para la mayoría de la población por debajo de 40 años la etapa del terrorismo no está sobre la mesa, es historia, es como hablar de la Segunda Guerra Mundial”. 

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Si bien, tampoco el Sinn Féin ha condenado rotundamente los asesinatos del IRA. Sus dirigentes suelen acudir a actos de homenaje a los combatientes, donde lamentan el sufrimiento pasado sin pedir disculpas por sus actos. Algo muy similar a lo que hace la izquierda abertzale. “Los irlandeses fueron muy hábiles en desviar la atención para equiparar sus crímenes con los de la guerra sucia que hubo contra ellos, como en España ocurrió con los GAL. Es cierto que aquí hubo una presencia muy fuerte de grupos paramilitares contrarios al IRA, pero ellos trazaron una equivalencia entre el terrorismo y el Estado”, ilustra el profesor Patterson. 

Autor de varios libros y ensayos sobre el tema, el experto en Ciencia Política de la Universidad del Úlster opina que si Bildu logra el sorpasso con el PNV, los antiguos postulados volverán a aparecer. “Su meta última es un referéndum de independencia y si el Sinn Féin logra plantearlo en los próximos años, será un asunto que vuelva a estar sobre la mesa para el nacionalismo vasco”. 

Procesos distintos

Los Acuerdos de Viernes Santo consagraron la posibilidad de un referéndum de unificación con Irlanda, siempre que las autoridades irlandesas y norirlandesas estuvieran de acuerdo. Y aunque esas circunstancias nunca se han producido, el Brexit, por el que Irlanda del Norte salió automáticamente de la UE cuando los unionistas aspiran a volver a ella gracias a la integración con el Gobierno de Dublín, ha acercado de nuevo esa posibilidad. El Sinn Féin habla de ella como algo real y pronostica que se pueda convocar un plebiscito de este tipo “en esta década”

El historiador José Antonio Pérez considera que los procesos de paz y sus consecuencias fueron muy diferentes en ambos contextos, “aunque es cierto que la izquierda abertzale demostró una enorme capacidad para ir tomando referentes en función de sus intereses: un día éramos Irlanda del Norte, otro Quebec, otro Palestina…”. Lo cierto, advierte, es que “nunca hubo dos comunidades segregadas por algo tan sensible como la religión, no existió un terrorismo de dos bandos como sí hubo en Irlanda del Norte, el abandono de las armas no se produjo tras un acuerdo político y tampoco el Estado aceptó una liberación masiva de los presos”. 

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El doctor en Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, que en los últimos años ha estado inmerso en la coordinación de la ‘Historia y Memoria del País Vasco’, una trilogía que sirve como enciclopedia del fin de ETA, sostiene que “el mayor triunfo” de Batasuna y sus herederos ha sido “convertir una derrota policial en una victoria política”.

Pello Otxandiano y Michelle O'Neill en Belfast el pasado marzo

Pello Otxandiano y Michelle O'Neill en Belfast el pasado marzo Bildu

Bildu necesitaba un “candidato limpio” y lo ha encontrado en Pello Otxandiano, un ingeniero de telecomunicaciones de 41 años. El líder aberzale acudió hace un mes al Palacio de Stormont, la sede del poder en Belfast, para reunirse con la ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, y así remarcar esa confluencia con el Sinn Féin. 

“El actual Bildu ha tenido la posibilidad de presentarse como una opción de izquierdas, feminista y antifascista, lo que resulta muy atractivo para una parte del electorado. Su estrategia es a medio o largo plazo, es muy improbable que consigan gobernar ahora, pero han sentado unas bases que se reforzarán desde el papel de una oposición casi hegemónica”, pronostica José Antonio Pérez, dando por hecha una alianza entre PNV y PSE en la Lehendakariza. 

La última de las grandes cuestiones la pone en evidencia Francie Molloy, que insiste en presumir de sus logros para ofrecer la receta al resto de sus socios. “Es necesaria la liberación de todos los presos políticos para avanzar en estos procesos. Esperamos que el Gobierno español abra un diálogo para afrontar este asunto, implicando a diferentes actores políticos”, defiende. Para ellos, el terrorismo también fue un “ciclo político”.