Un grupo de soldados ucranianos en la región de Bakhmut

Un grupo de soldados ucranianos en la región de Bakhmut REUTERS

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El nuevo dilema de Zelenski: aguantar Bakhmut o retirarse en defensa de Sloviansk

El ejército ucraniano ha sufrido miles de pérdidas en la zona. El Gobierno duda si concentrarse en esa batalla o abandonarla a favor de Rusia.

15 febrero, 2023 02:43

Casi ocho meses después de las primeras escaramuzas, el asedio a Bakhmut por parte del ejército ruso sigue sin materializarse en victoria. De la ciudad en sí, queda poco. Hace un año, rozaba los 75.000 habitantes; hoy en día, se estima que no más de 5.000 han decidido quedarse en las pocas casas que aún aguantan de pie y rendirse al destino. El resto no es sino una sucesión de escombros y cadáveres. Todo por una cuestión de orgullo… y por el control de la M03 que lleva a Sloviansk y de la T0504 desde la que se han recibido durante mucho tiempo suministros de Kramatorsk. A veces, para cuando uno descubre por qué ha empezado una batalla, ya es demasiado tarde para perderla.

En eso está ahora mismo el Kremlin, metido en una carnicería que ni siquiera es del todo suya. Los primeros intentos de tomar Bakhmut fueron de Eugeni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner, en su afán por darle a Putin la victoria que ni Alexander Dvornikov primero, ni Serguei Surovikin después, eran capaces de concederle. Corría el verano de 2022, la ofensiva en el Donbás se había estancado y Ucrania golpeaba a ritmo de HIMARS la retaguardia rusa, sentando las bases para lo que serían las contraofensivas de Járkov en septiembre y Jersón en noviembre.


En medio de todo esto, Bakhmut. El empeño casi suicida por tomar Bakhmut a cualquier precio. Un empeño poco claro y que algunos vinculan al dinero que puede reportar el control de las minas de sal de Soledar. Desplazado ya el Grupo Wagner del epicentro de la batalla y sustituido por las tropas regulares rusas, lo que sabemos es que los ataques frontales sobre la ciudad siguen fracasando. No le queda otro remedio a Rusia que rodear la ciudad en uno de sus famosos "calderos" o "pinzas". De momento, Ucrania resiste el pulso, pero ¿a qué precio?, ¿realmente le interesa seguir enviando hombres a ese frente o sería más inteligente retirarse y proteger los accesos al núcleo Sloviansk-Kramatorsk?

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La importancia de Krasna Hora

La respuesta, obviamente, no es fácil. Bakhmut le está costando a Ucrania miles de muertos y un desgaste armamentístico notable. Ahora bien, su defensa le compensará siempre que obligue a Rusia a perder más hombres y a destinar más recursos. Se trata de un cálculo muy elaborado donde el riesgo no puede superar al beneficio. De momento, Rusia sigue desperdiciando a buena parte de sus movilizados en ataques frontales sin ningún sentido, pero en los últimos días, un movimiento puede desestabilizar el equilibrio de fuerzas.

Se trata de la conquista de Krasna Hora por parte de lo que queda del Grupo Wagner. Como se ve, Prigozhin no se resigna a un papel secundario en el conflicto y sigue luchando por recuperar el favor del gran líder. A base de ataques desmedidos y a expensas de un elevadísimo número de víctimas -se calcula que hasta doce mil mercenarios podrían haber fallecido solamente en las inmediaciones de Bakhmut-, Wagner logró entrar en la localidad y expulsar a las tropas ucranianas.

¿Qué consecuencias puede desencadenar esta maniobra? Rusia tiene Bakhmut rodeada por el este, el norte y el sur. Es de suponer que en breve intentará un ataque para cerrar el círculo y aislar a las tropas que defienden la ciudad, cortando la citada T0504, clave para la sostenibilidad de dicha defensa. De momento, lo que nos llega del frente es que Ucrania habría lanzado una contraofensiva que habría alejado un kilómetro a las fuerzas de ocupación de dicha carretera, aunque está por ver si esta es segura para envíos de tropas, armas o suministros en general. Da la sensación de que no.

Sloviansk, objetivo innegociable

Ahí es donde reside el gran dilema. Si Rusia, sea gracias a su ejército o gracias a sus
mercenarios, consigue cortar la carretera, la conquista de Bakhmut será cuestión de tiempo. ¿Merece la pena seguir mandando más hombres para que acaben encerrados en una pelea desigual? ¿Tiene sentido siquiera mantener a los que ya están cuando su misión está más que cumplida y es difícil sacar más rédito a su valor? Por un lado, ceder Bakhmut sería un deshonor para Kiev y una gran victoria propagandística para Moscú. Por otro lado, Ucrania tiene serios problemas materiales y humanos en la zona. Cada vida vale su peso en oro. Cada arma puede utilizarse en otra ciudad amenazada.

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Es posible que Zelenski, antes de ceder, aún quiera asegurarse de que tanto Wagner como las tropas de Gerasimov tienen la capacidad real de tomar la carretera y cerrar el cerco sobre su objetivo. Dibujar flechas en un mapa es una cosa. Avanzar kilómetros en la dirección deseada es otra. En ese sentido, es lógico que Ucrania espere a medir fuerzas un tiempo más, pero debe andar con mucho cuidado. Lo que no puede permitirse en ningún caso es perder Bakhmut y perder a sus combatientes. Los necesita en el núcleo Sloviansk-Kramatorsk, que debe defender como sea.

Se acerca el aniversario de la invasión y en cualquier momento puede empezar la cacareada segunda ofensiva rusa. Aunque de momento los invasores han mostrado una desorganización evidente que se ha plasmado a la hora de fijar objetivos, es de suponer que no dudarán en atacar las dos grandes ciudades ucranianas del Donbás, sea mandando tropas desde Mariúpol y Donetsk o a través del bosque de Kreminna, en una línea recta más accidentada. A Ucrania le quedan unos cuantos meses más de resistencia y luego tal vez pueda respirar. Todo lo que no consiga Rusia en lo que queda de invierno o a principios de la primavera no lo va a conseguir a partir de mayo, cuando las armas occidentales lleguen a Ucrania y con ellas las decenas de miles de soldados formados en tácticas OTAN.

En ese sentido, Bakhmut es una pieza muy accesoria del gran tablero. Lo que cuenta es su función de cara a objetivos mayores. Ucrania tiene miedo a que Rusia encierre a sus hombres, pero también tiene miedo a que aparezcan cien mil nuevos movilizados y marchen hacia Sloviansk por la M03. Son miedos lógicos que hasta ahora ha sabido solventar con éxito. Rusia es imprevisible. Hasta ahora, eso no le ha otorgado ninguna ventaja, pero dificulta la planificación estratégica. Puede cerrar el asedio a Bakhmut en los próximos días como puede venirse abajo de nuevo por cualquier problema logístico. En esas están Zelenski y sus hombres: esperando y observando. En el pasado, han mostrado un instinto prodigioso a la hora de retirarse a tiempo. Ahora, están obligados a acertar de nuevo si quieren evitar males mayores.