En un juego de alianzas, diplomacia y muestras de fuerza, Vladímir Putin al final está imponiendo su punto de vista sobre la guerra en Siria, cuyo régimen ha apoyado desde que comenzara la guerra civil en 2011. La llegada masiva de refugiados a Europa huyendo de la guerra civil siria y -en especial- del autodenominado Estado Islámico (EI) ha marcado un punto de inflexión en la política de los países occidentales, que ahora se muestran dispuestos a escuchar al presidente ruso. Su homólogo británico, David Cameron, se ha mostrado dispuesto a aliarse con Rusia y Barack Obama ha señalado en la Asamblea General de la ONU que no busca iniciar una nueva guerra fría con Rusia. "Ha sido un gran error renunciar a cooperar con el Gobierno sirio y sus Fuerzas Armadas, que están luchando contra el terrorismo valientemente cara a cara", ha reiterado Putin en el mismo foro.

Poco parece importarle al líder ruso que precisamente la ONU haya denunciado por crímenes de guerra a su aliado histórico: matanzas indiscriminadas a civiles, torturas, agresiones sexuales... El eterno dilema de cómo combatir al Estado Islámico en la Siria de Asad parece estar llegando a su fin. Las fuerzas occidentales empiezan a ceder a las propuestas de Putin para decantarse por el mal menor. Pero, ¿es entonces inevitable aliarse con un “tirano”, como lo ha definido este lunes Obama, para acabar con el Estado Islámico?

No exactamente. Los expertos consultados por EL ESPAÑOL coinciden en que la prioridad está en combatir al EI antes que a Asad y para ello parece irremediable aliarse con el régimen sirio, pero la opción que están barajando los distintos países metidos en la baraja es que el dictador abandone su puesto o se le fuerce a hacerlo antes de dar ese paso.

Alianza con una Siria sin Asad

“Debes elegir entre lo malo y lo peor, [pero] es necesario negociar con el régimen, no con Asad, para un proceso de transformación”, señala Nikolav Kozhanov, experto en política exterior rusa del Carnegie Endowment Centre en Moscú. “Por una parte el régimen controla el área más densamente poblada de Siria. Por otra parte, para construir un nuevo país es mejor contar con él que construirlo desde las ruinas, como ha quedado demostrado con Libia e Irak. No es Asad, sino la estructura lo que se pretende preservar”. Se trata de la misma tesis que ha defendido Putin, que en una reciente entrevista con el canal catarí Al Jazeera declaró que “derrocar a Asad conduciría a un Estado fallido”. Y parece que ahora la están adoptando como propia también los países occidentales.

El exembajador español en Irak, Ignacio Rupérez, ahora analista internacional en la revista One Magazine coincide en que no se quiere repetir el caos provocado en Libia o Irak tras derrocar a los respectivos regímenes y por ello ahora se actúa con más diplomacia: “Posiblemente se esté considerando que continúe el actual régimen, pero sin Asad. Me parece una posibilidad muy próxima”, indica. Explica que tras más de cuatro años de guerra en Siria, es un país en disolución con un ejército debilitado, y la marcha de Asad se ha comentado tanto por parte de Rusia como de Estados Unidos. “Su salida suavizaría las posiciones. Lo sustituirían por alguien próximo a él, quizá una persona del Ejército”. ¿Cómo se producirá? Con una combinación de presión diplomática y militar, opina Rupérez.

El diplomático español considera “necesario” aliarse con el régimen sirio “una vez que Asad haya desaparecido, [pues] el Estado Islámico aquí y ahora es más peligroso que el régimen de Asad”. Opina Kozhanov que gracias a la reciente entrada de Irán -otro aliado histórico de Siria- en un grupo de trabajo formado con Rusia, Irak y la propia Siria, “existe la posibilidad de que Asad se vaya”. 

"Veremos cambios de chaqueta"

Félix Arteaga, experto en seguridad y defensa del Real Instituto Elcano, cree que “Siria es un peón” y no cree que el régimen de Bashar al Asad juegue ningún papel importante en el futuro, pero admite que “combatir al DAES [otra palabra para el EI] no se puede hacer simultáneamente a combatir a Asad; las conversaciones apuntan a que seguramente primero se irá contra el DAES”.

Recuerda que aunque la crisis de refugiados europea centre ahora la mirada en Siria, el Estado Islámico está también en Irak y es ahí donde cree que hay que atacar el problema de este grupo yihadista en primer lugar: “Primero vamos a concentrar esfuerzos en Irak y luego en Siria y después de acabar con el EI ya vendrá Asad”.

Tras un año de bombardeos aéreos de una alianza internacional liderada por Estados Unidos, en agosto el país norteamericano acabó con la vida de un “líder clave” del grupo yihadista en Irak, pero los avances se han mostrado insuficientes y lentos. Por ello se negocia una tregua en la lucha contra el régimen de Asad, que Arteaga prevé se producirá pronto. Ésta permitiría a ambos bandos de la guerra civil siria retomar fuerzas a la vez que se pueden concentrar los esfuerzos internacionales en derrotar al Estado Islámico. “Los combatientes islámicos no crean solo problemas desde Siria, sino desde cualquier lugar donde estén”, recuerda. “La preocupación es arrebatarles el control territorial. El de Siria está bien asentado”.

Sobre el apoyo a Rusia, y por ende al régimen sirio, Arteaga asegura que “veremos muchos cambios de chaqueta en las próximas semanas, porque todo el mundo entiende que lo más urgente es el DAES”. Kozhanov concluye: “No veo una alternativa [a trabajar con Rusia y el régimen sirio]. De otra forma, esta batalla seguramente no se puede ganar”.