
Soledad Antelada, tras la entrevista realizada en Málaga.
Soledad Antelada dejó su trabajo fijo en Málaga y hoy triunfa como 'hacker' de seguridad en Silicon Valley
Dirigió la campaña de ciberseguridad de Kamala Harris, trabaja para Google en Silicon Valley y fundó hace 10 años Girls can hack.
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A Soledad Antelada se le daban bien las ciencias y las matemáticas y pensó que los empollones de su clase tendrían razón cuando le hablaban de las bondades de estudiar informática. Ni siquiera tenía un ordenador, pero allá que se lanzó, siendo una de las primeras alumnas de esta materia en la Universidad de Málaga.
Hoy en día es una de las mayores expertas en ciberseguridad del mundo, trabaja para Google en Silicon Valley y ha sido la primera jefa de ciberseguridad en una campaña presidencial en Estados Unidos con Kamala Harris.
“Ninguna mujer ha ocupado ese cargo y menos hispana. He sido la primera mujer en algo dos veces. En esto y cuando me contrataron en el Departamento de Seguridad del Lawrence Berkeley National Laboratory de la Universidad de California en el área de ciberseguridad”, explica a Magas con satisfacción y algo de cachondeo al indicar que “será porque soy mayor”.
Es la falsa modestia de una mujer que ha triunfado y que realmente no sobrepasa los 50 años. Nació el 4 de diciembre de 1977 en Buenos Aires, pero su familia era originaria de Málaga. Con la dictadura de Videla, decidieron regresar a España e instalarse de nuevo en la provincia malagueña. Antelada tenía apenas 3 años.
Es de esas personas que ve una oportunidad donde otros solo ven excusas y eso le ha permitido llegar hasta donde ha llegado. Tras estudiar Informática entró a trabajar rápido en la empresa Plataforma Tecnológica, una contrata del servicio de emergencias 061. Era de las pocas que se apuntó a hacer guardias, por lo que la llamaban cualquier día de la semana de madrugada porque se había caído alguna centralita en cualquier punto de Andalucía o de Cantabria.
Le ofrecieron montar un 061 en Angola y no lo dudó un momento. “Cogieron un contrato, nadie quería ir y me fui yo. Además, hablo portugués. Hay muchas oportunidades en la vida, pero nadie las quiere. Las guardias tampoco las quería nadie porque no querían que les llamaran a esa hora con esa presión y esa responsabilidad. Yo las asumía encantada y además me pagaban bastante dinero”, recuerda.

Soledad Antelada tras la entrevista.
Su paso por Angola fue clave desde el punto de vista emocional. Vacunas varias y dos gastroenteritis que la dejaron reventada aparte -muchos años después aún le agradece la ayuda a los voluntarios de Médicos sin Fronteras que estaban en su mismo hotel-, fue una lección de vida.
“Angola era un país difícil, una realidad super dura, y no creo que haya cambiado mucho. Te cambia la visión del ser humano. Luego vuelves a Málaga y ves a la gente quejándose por tonterías. Nos quejamos por chorradas. Y allí la gente no tiene nada e incluso así es feliz y solidaria. Aquello me marcó”, resalta.
De Málaga al Silicon Valley
Nunca le ha dado miedo nada y a su vuelta de Angola regresó a Málaga. Era 2010 y decidió tomarse un año sabático. “Pensé en dejarlo todo y me dije 'se acabó la informática para mí'. Pedí un año de excedencia en la empresa porque quería hacer otras cosas. Viajé por medio mundo y acabé en San Francisco visitando a amigos.
Ya había estado allí en 1999 y entonces pensé que me mudaría a San Francisco cuando acabara la carrera. No lo hice y me pregunté por qué. Estuve un par de meses en San Francisco durante la excedencia y vi que había un curso de ciberseguridad en la Universidad. Me llamó un montón la atención porque eso no lo había en ningún sitio. Me apunté al curso, hice las pruebas de acceso y lo aprobé”, subraya.
Nadie entendió, salvo su padre, que dejara su trabajo fijo y bien pagado en Málaga por irse a Estados Unidos a hacer un curso de ciberseguridad prácticamente a la aventura. De hecho, “cuando llegué a San Francisco alquilé una habitación, tenía un colchón en el suelo y mi maleta. Y no sabía hablar bien inglés”.
Su idea era hacer el curso e irse. Estar un año como mucho. Pero a los seis meses le dieron una beca y cuando terminó le ofrecieron un contrato. Y no uno cualquiera. Una plaza en el Departamento de Seguridad del Lawrence Berkeley National Laboratory de la Universidad de California.
Es una enamorada de la forma de trabajar en San Francisco y allí se ha quedado. “Lo que más me llamó la atención es la apertura de mente de la gente. Hay una bienvenida a las ideas y se juzga muy poco a la gente. Nadie te juzga por tu vida personal sino que miran lo que puedas aportar a la innovación tecnológica".
“Cuando me fui de Málaga en 2010 aquí aún se miraba a la gente de arriba a abajo. Esto ya ha cambiado un poco, pero había normas sociales muy estrictas. Para empezar con la vestimenta. Yo iba en San Francisco con camiseta, vaqueros y zapatillas y daba igual. Los líderes de las empresas iban también de aquella manera. Era novedad en aquella época”, añade Antelada.
Otra cosa curiosa que le fascina de Silicon Valley es la “eficiencia”. “Que me digan te mando un correo el lunes a las 9 de la mañana y que me siente el lunes a las 9 y tenga el correo con la respuesta es fundamental. No tener que preguntar 40 veces o que no me respondan. Eso no está pagado con dinero”, indica.
En 2021 le llamaron de Google para trabajar con ellos como directora de proyectos. De ahí pasó a la oficina del CISO (jefe de ciberseguridad) y, en estos momentos, es consejera de ciberseguridad para clientes. “Mi vida es mucho más fácil ahora porque lo que hago es aconsejar a la gente sobre lo que tiene que hacer en ciberseguridad”, asegura con una sonrisa.
CISO con Kamala Harris
Pero Antelada es una mujer de retos. Y si te llama Kamala Harris para que seas su CISO en su pasada campaña electoral contra Donald Trump tienes dos opciones. Poner excusas o coger el toro por los cuernos. La malagueña se metió de lleno. “Era un momento histórico e irrepetible. No podía decir que no”, indica.
No fue, lógicamente, nada sencillo. “Eso era 24/7 sin dormir. Fueron tres meses de campaña. Un día de campaña era como tres semanas en la vida real. Brutal. Era un no parar. Había que controlar toda la infraestructura móvil porque la gente de la campaña, además de en la sede central, estaba desperdigada por todo Estados Unidos. Además Kamala Harris no solo era una candidata a la presidencia sino que era la vicepresidenta de Estados Unidos. Era muchísima más carga en riesgos y amenazas. Todo muy peliculero, pero no puedo contar anécdotas por seguridad. Solo puedo decir que ha sido la mejor experiencia de toda mi carrera y que lo volvería a hacer”, añade.

Soledad Antelada posa tras la entrevista con Magas.
Pese a todo ese esfuerzo, Harris perdió las elecciones. Antelada recuerda que tras la derrota “lo más duro fue el día después de las elecciones. Era líder de equipo, me fui al hotel, me di una ducha larga, estuve una hora descansando y tuve que poner mi mejor sonrisa y volver a la campaña para apoyar a la gente. Había que animar a todo el mundo porque es un trabajo muy emocional ya que luchas por una causa, todo el mundo a una, muchas horas, millones de personas ayudando…”
Girls can hack
Una de las acciones de las que esta malagueña se siente más orgullosa es de la creación hace diez años de Girls can hack, una ONG para luchar contra la brecha de género en el mundo de la ciberseguridad. Este año han conseguido financiación de la Fundación Bill Gates y van a hacer varios proyectos en África. En agosto, por ejemplo, estarán en Nairobi (Kenia) desarrollando talleres de ciberseguridad para ONG keniatas orientados a chicas jóvenes.
A la hora de hablar del papel de la mujer en el sector científico y tecnológico, Antelada considera que “se ha avanzado, pero queda mucho”. En este sentido, critica que ha habido un lavado de imagen en empresas norteamericanas que ahora ya se está frenando.
“Nuestra organización fue de las primeras en Silicon Valley. Luego se empezó a dar bombo a grupos de inclusión en las empresas, mujeres daban charlas y parece que con eso se cubría la responsabilidad. Era un lavado de imagen. En Silicon Valley eso ya está roto porque se usaban las organizaciones de diversidad para evitar juicios por discriminación. Ahora muchas organizaciones han cerrado. La mía sigue porque hacemos proyectos de ciberseguridad que fomentan la inclusión. Pero hay que darle una vuelta de tuerca a todo lo demás”, resalta.
Antelada viaja varias veces al año a Málaga a ver a su familia, aunque, de momento, su vida profesional sigue en Estados Unidos. Eso sí, tiene claro que se jubilará en la Costa del Sol. De hecho, acaba de comprarse una casa en Marbella.