Bono, el perro de asistencia para la diabetes de María José Salmerón.

Bono, el perro de asistencia para la diabetes de María José Salmerón. María José Salmerón

Mascotario

María José Salmerón, diabética, sobre los perros de asistencia: "Tengo 5 bajadas y subidas diarias y él nunca falla"

Estos canes son capaces de detectar, 15 minutos antes de cualquier sensor, una hipoglucemia o hiperglucemia mediante el olor corporal.

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María José Salmerón, secretaría de la Federación Española de Diabetes (FEDE), decidió adquirir un perro de asistencia para la diabetes hace cinco años. "Un amigo mío tenía uno y, como soy diabética desde hace más de treinta años, sentía que necesitaba apoyo y convencí a mi marido".

Tuvo que comprarlo en un criadero de Sevilla cuando el cachorro apenas había nacido. Cuando Bono cumplió tres meses, fue trasladado a Zaragoza para comenzar su adiestramiento. Permaneció allí hasta los siete meses, acogido por una familia.

"Ellos los llevaban al 'cole' todos los días para entrenarlos". Cuatro meses después, María lo recogió una mañana de mayo. Desde entonces, Bobo nunca se separa de ella.

Una mano derecha

La acompaña al trabajo, al supermercado o al cine. Puede entrar en casi cualquier lugar, igual que los perros de la ONCE; solo tiene prohibido acceder a un tanatorio. Es su "mano derecha", y sin él la vida sería mucho más complicada.

"Me ha cambiado la vida. Tengo casi cinco bajadas o subidas todos los días y él nunca falla", dice María emocionada. Su rutina ha cambiado por completo: ahora tiene a su lado a alguien que la acompaña cada día en su enfermedad. Ya no se siente sola.

Los perros de asistencia para la diabetes pueden detectar si una persona va a sufrir una bajada (hipoglucemia) o una subida de azúcar (hiperglucemia) por medio del olor corporal, incluso antes que los dispositivos médicos.

"Normalmente, se adelantan unos quince minutos al sensor de glucosa". Detectan la hipoglucemia por el olor del isopreno, una sustancia presente en el sudor cuyo aroma cambia antes de una bajada de azúcar, y la hiperglucemia por el olor de los cuerpos cetónicos, producidos cuando los niveles de glucosa aumentan.

Ladrar o llorar

Estos perros son entrenados para identificar esos cambios y avisar a la persona o a quien pueda asistirla. "La forma más común de aviso es ladrando, aunque también puede llorar o mostrarse inquieto".

Bono y María José Salmerón.

Bono y María José Salmerón. María José Salmerón

El aviso alerta al tutor de que algo ocurre. Si el dueño es un niño, el perro avisa a los padres, permitiendo comprobar el sensor o realizar una prueba de glucemia capilar.

En ese momento, el animal recibe un premio como refuerzo. Aunque la mayoría avisa de la misma forma ante subidas o bajadas, algunos diferencian entre ambas situaciones.

María José cuenta que a veces su perro intenta engañarla para conseguir un premio o algo de comida. "Es muy listo, pero yo lo reconozco y le digo 'no mientas', y él agacha las orejas y se va".

Aun así, si insiste, significa que realmente está detectando una alteración, incluso cuando ella cree que no ocurre nada. "A menudo subestimo la situación y pienso que estoy bien, pero en realidad no".

El colegio

Estos animales comienzan su adiestramiento a los tres meses y lo completan a los siete. Varias asociaciones se dedican a este proceso; entre ellas, FEDE. Durante esta etapa, los perros viven con familias de acogida que los llevan a sus sesiones diarias, conocidas como "colegio".

La presencia de perros de asistencia significa mucho más que compañía; su intervención puede ser decisiva para evitar complicaciones graves y permitir que las personas mantengan una vida cotidiana más segura y tranquila.

Estos animales incorporan apoyo práctico y emocional, y su capacidad para advertir sobre cambios en la salud antes de que sean perceptibles marca un antes y un después en el manejo de la diabetes.

Hoy, cinco años después de aquella decisión, María José no se imagina la vida sin Bobo. Su compañía le brinda seguridad, independencia y tranquilidad.

Más que un perro de asistencia, se ha convertido en un compañero inseparable que le recuerda, cada día, que vivir con diabetes no significa vivir con miedo, sino con esperanza y con un amigo fiel a su lado.