Se dice que el torero se corta la coleta, el día en que decide dejar atrás el capote y la espada, para pasar a mero aficionado taurino, desde detrás de la famosa barrera… procediendo previamente a ese momento en el que la tijera hace mella en el habitual postizo. Se emplea esa definición tan gráfica para contarnos que alguien abandona su profesión; que llegó el momento de decir "adiós" a aquello que tanto tiempo le robó.

En Málaga, hace tiempo que hablar de coletas de ámbito político es hacerlo, bien del otrora vicepresidente del Gobierno (Iglesias, para más señas) o bien de un señor que ha llevado a máximos el concepto de 'no adscrito', logrando que nos aprendamos de carrerilla lo que supone ser independiente en un pleno -o dos-. Juan Cassá fue el primero en lucirla, demostrando desde hace tiempo que su intención no es, ni de lejos, cortársela. Nada más lejos de la realidad porque lo cierto es que, más que abandonar, demostró sentirse fuerte, y todavía hoy presume de ello cuando es cuestionado por su futuro. Su trayectoria en este tiempo ha sido comentada (y mucho) en todos los foros políticos, tanto a nivel interno como público. Una coleta que siempre dio que hablar y que veremos qué color de gomilla elige en las próximas municipales, una vez descartado el naranja Ciudadanos, pero sin haber dicho no a un azul PP o a un tono más claro, al estilo de la marca municipalista de Por mi Pueblo.

Hace tiempo que Cassá tomó un camino separado de la marca que crease Albert Rivera, a la que algunos acusaron primero de "veleta" para luego decir de ella que, simplemente, se andaba desintegrando. No le favorecieron capítulos como el de Murcia o Madrid para negar la mayor, mientras que en otros puntos como Andalucía, su pacto de gobierno con el PP en la Junta y el impulso de una figura como la de Marín parecieron mitigar salidas y desplantes varios. Pero el tiempo pasa, el pelo crece y alguien parece haberse decidido en estas semanas a dejarse crecer la coleta y presumir de ella al viento de Málaga, y sin gomilla naranja.

Juan Carlos Maldonado abandona Ciudadanos. No se va un militante más, sino el que fuera uno de los primeros ediles de la formación en España (alcalde de Mijas entre 2015 y 2019) y la teórica mano derecha del presidente Salado en la Diputación provincial. Y no se va terminando una legislatura o en puertas de una nueva, sino en pleno ecuador de la presente, renegando de los valores de la que ha sido su marca y siguiendo los pasos de quien fuera, hace sólo dos años, compañero de aventura en la entidad de calle Pacífico. Un Cassá al que Maldonado llegó a acusar como autor de un "escándalo", en el pleno extraordinario de junio de 2020, que obligaba a la reestructuración de sillones en Diputación, tras el paso del asturiano al grupo de no adscritos. Eso, hace poco más de un año, para decir "digo", cuando ahora dice "Diego".

Y es que Maldonado lo ha vuelto a hacer. Ciudadanos vuelve a perder un efectivo en la institución y la naranja parece cada vez más exprimida. Un inesperado zumo en plena legislatura, del que solo podrán beber aquellas formaciones que se consideren beneficiadas de la disolución de una marca llamada a mucho hace solo un tiempo, pero con un futuro cada vez más gris. Ahora, resta por saber lo que siempre queremos saber: el futuro. El suyo no tenemos claro a quién se acerca, si bien el movimiento de esta semana dejando la marca naranja no sólo ha servido para que confirme su negativa a los postulados de su ya expartido, sino para dejar claro que no es precisamente el Partido Popular el espejo en que se quiere mirar.

Será por despecho, será el café, el todavía vicepresidente se sentaba ayer mismo a la izquierda de Francisco Salado en el pleno de la institución provincial, pero lejos de mantener la (hasta ahora) lógica disciplina de voto, no tuvo apuro alguno en abstenerse en dos de las mociones populares y retirar otras dos que abanderaba hasta hace horas bajo la marca Ciudadanos. Maldonado mantiene sus actas como diputado provincial y concejal en Mijas y "copia" así la estrategia de Cassá. Ya no hay vergüenza ni escándalos.

Ya no se "secuestra" a una administración, como él mismo dijo hace sólo unos meses. Ahora, algunos se preguntan si quienes empezaron juntos y acabaron separándose, pueden volver a guiñarse, en este caso bajo las siglas independientes de Por mi pueblo. Maldonado se ha dejado la coleta.