Que la vanidad de nuestro presidente (¡oh, don Pedro!) no cabe en la Península Ibérica es algo que pocos dudan a estas alturas del juego. No es cuestión de querencia mayor o menor al susodicho, sino de una analítica simple de quien se ha forjado su propio personaje. “Tengo un corazón que no me cabe en el ego”, dicen haberle escuchado en alguna ocasión por los pasillos de la Moncloa. Y es que es innegable lo mucho que una persona puede quererse a sí mismo. Ejemplar y digno de cualquier libro de autoayuda. “Empieza por quererte tú, para luego querer a los demás”. Algunos se quedan, eso sí, en la primera parte de la frase, y dejan lo del prójimo para otra temporada de su particular serie.  

Tiene, Pedro Sánchez, una habilidad ya conocida por todos para salir ileso de cualquier tropezón, para sacar pecho incluso cuando lo sabe hundido, y para salvar bolas de partido cuando todo parece perdido. Pero no le crean único: en Málaga, la supervivencia política tiene nombre de Apóstol y apellido procedente del norte de nuestro querido y variopinto país. Si la pista no les parece suficiente, apunten otro par: color naranja Ciudadanos hace sólo dos años. Puso cara y ojos al cartel electoral de la ahora formación “exprimida”. Respuesta con acento asturiano y sillón de no adscrito. Juan Cassá es el hombre.

Y es que mucho se habla del trapecista Sánchez (que lo mismo te quita la mascarilla, que indulta a los independentistas condenados por el 'procés' en la misma semana, con tal de seguir en el cargo), pero poco valoramos lo del equilibrista Cassá. Su alambre particular discurre entre la calle Pacífico y la avenida Cervantes. Redoble de tambor a su paso, se sabe relevante en ambos espacios y cruza el fino hilo con soltura, cada vez que la asignación se lo requiere. 

En sólo dos años y un par de meses (han parecido siete), pasó de representar a su entonces partido en el Ayuntamiento a perder la portavocía en el mismo y llevar sus bártulos a Diputación, para dejar más tarde a la marca naranja y quedar, ya como no adscrito, en una posición de particular desamparo… tan particular, que hizo de la necesidad virtud. En la Diputación, las matemáticas le dejaban como intrascendente, pero en el ‘territorio De la Torre’, Cassá se sabía determinante y el PP siempre tuvo claro que un simple aleteo de la mariposa asturiana, podría desencadenar un tsunami político en la ciudad. El proverbio chino sonaba en los pasillos de la Casona, y el PP estuvo ágil para darle al funambulista un espacio que le contentara en el cartel de este particular circo: dedicación exclusiva, portavoz del gobierno bicolor en Diputación y responsable de Relaciones Institucionales. Ríanse del ‘Manual de Resistencia’ de Sánchez. 

Un año después de ese nombramiento, Cassá ha decidido cambiar de equipo y fichar por un club que podría hacer del ‘Cholismo’ su filosofía. El equipo del pueblo llano. El de los humildes.  Se anunciaba esta semana su ingreso en “Por Mi Pueblo”, formación que crease el exbaluarte del PP en el interior de la provincia y alcalde de Benamocarra, Abdeslam Lucena. La jugada apunta, de un lado, a garantizar su pervivencia en la política provincial más allá de 2023 y, de otro, a recordar a los populares que las alas de esta mariposa levantan algo más que una ligera brisa. 

Algunos dicen entender ahora mejor que el no adscrito impidiese este lunes, por segunda ocasión consecutiva, la aprobación del expediente urbanístico necesario para usar un espacio de la esquina de oro del Puerto como zona de coworking para oficinas. Llegó tarde a la votación del mes pasado y, en esta ocasión, cuando PP y Ciudadanos daban por hecho el apoyo de Cassá (habitualmente se suma a los postulados del equipo de gobierno) su aleteo se movió en el sentido contrario. Voto negativo y balanza volcada a la izquierda, para sumar con PSOE y Adelante Málaga un no a la propuesta del Gobierno municipal.

¿Caso aislado o cambio de tendencia? Probablemente, más de lo primero que de lo segundo, pero bien estará saber qué opinan de todo esto en el foro más interno del PP de Málaga. Aquí, de nuevo, una ración de equilibrios. El circo debe continuar.