María Pozo Baena responde al pseudónimo de 'Barbijaputa'.

María Pozo Baena responde al pseudónimo de 'Barbijaputa'. Diseño: Arte EE

Tribunales

María Pozo, la azafata y poetisa infantil que se enfrenta a prisión por insultar a los judíos bajo la careta de 'Barbijaputa'

La 'influencer' feminista declara que sus comentarios eran "chistes dentro de un contexto político concreto" y dice que la "ultraderecha los sacó de contexto".

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María Pozo Baena comenzó a escribir, básicamente, por aburrimiento. Y por encontrar en la comunidad tuitera la compañía que le faltaba en su vida real. Lo cuenta ella misma en su página personal. La única intimidad que no desvela es su propio nombre, que ahora ha salido a la luz al ser juzgada por la Audiencia Provincial de Madrid, acusada de discriminación y de un delito de odio.

Hasta este momento, María Pozo había sido simplemente 'Barbijaputa', una conocida influencer feminista que soltaba a diestro y siniestro desde el anonimato. La mujer real era una auxiliar de vuelo a la que destinaron en 2009 a Tenerife, donde creó un blog y comenzó un papel activo en redes sociales para paliar su falta de amigos. 

La activista digital tenía un perfil corrosivo desde el que atacaba todo aquello que no compartiera su visión de la sociedad o el feminismo. Su estilo polémico entusiasmaba a unos e irritaba a otros en proporciones similares. 

Este martes se ha sentado en el banquillo por ofender a la comunidad judía. La Fiscalía la acusa de un delito contra los derechos fundamentales y libertades públicas, en la categoría de provocación a la discriminación y al odio. Así, pide para ella un año y nueve meses de prisión, además del pago de una multa de 3.000 euros.

El Ministerio Público cita una serie de tuits en los que ironiza con el exterminio de los judíos y ensalza la figura de Hitler. "Hitler era un cabrón por cargarse judíos y un cutre por no acabar el trabajo. Ahora mira lo que pasa", escribió la influencer en 2012 en Twitter. 

La tuitera 'Barbilaputa', declara en la Audiencia Provincial de Madrid.

La tuitera 'Barbilaputa', declara en la Audiencia Provincial de Madrid. Europa Press

"Hago chistes de judíos y holocaustos para que nadie se enfade, que una vez me metí con villa [en referencia a Irene Villa, víctima de un atentado de ETA] y me desearon la muerte y la pérdida de hijos”, aclaró ella misma en esta red social poco después. 

Ninguno de estos y otros mensajes alcanzó una gran difusión -no llegaban al centenar de retuits en el mejor de los casos-, aunque la Fiscalía sostiene que "estos comentarios han generado un gran impacto negativo y desasosiego entre los miembros del colectivo judío".

La acusada ha afirmado este martes ante el tribunal que todo se debe a una campaña de difamación contra ella. "La ultraderecha sacó los tuits de contexto, haciéndolos pasar como si fuera nazi", le dijo a la jueza que instruye el caso. 

Los comentarios, escritos de forma sarcástica, eran "chistes dentro de un contexto político muy concreto", según su propia versión.

En el inicio de esta vista oral también declaró Ignacio Escolar, director del elDiario.es, para el que 'Barbijaputa' colaboró posteriormente. El periodista afirmó que los tuits se enmarcan dentro de un debate sobre los límites del humor que se desarrolló esos años a partir de otro comentario sobre el Holocausto que escribió en aquella época el cineasta Nacho Vigalondo.

Capturas de pantalla con algunos de los tuits de 'Barbijaputa'.

Capturas de pantalla con algunos de los tuits de 'Barbijaputa'.

Por parte de la acusación, también han declarado David Hatchwell, expresidente de la comunidad judía en Madrid y ahora productor ejecutivo del musical de Nacho CanoFernando Múgica, miembro de la Fundación Transición Española; o Juan Carlos Girauta, periodista y actual eurodiputado por Vox.

Estos dos últimos fueron llamados por la acusación que ejerce el Comité Legal para la Lucha contra la Discriminación. Ambos se limitaron a reflexionar sobre el antisemitismo y la libertad de expresión.

La tuitera rechazó que se pudiera tomar en serio la literalidad de sus mensajes y se definió como "antifascista". "Nadie entiende que yo sea hitleriana, nazi o apoye el genocidio", afirmó. Y añadió que tiene una "opinión formada" sobre lo que ocurre en Israel y en Gaza, según Efe.

Una carrera en auge

Todos los mensajes por los que se le acusa corresponden al comienzo de su popularidad en Twitter, desde donde fue creciendo hacia otras esferas. Empezó a colaborar en prensa, con una columna en elDiario.es, y escribió un libro de poesía infantil, llamado El planeta Vilaverdía.

Allí 'Barbijaputa' dejó de ser esa muñeca demoníaca, con la que ilustraba su perfil en redes, para amadrinar a una serie de criaturas fantásticas al alcance de niñas y niños. 

Escribió libros y obras de teatro contra el heteropatriarcado. Y en 2018, ya convertida en fenómeno, abrió un pódcast llamado Radiojaputa. Era su momento de esplendor. Tenía una página personal, una marca propia y una imagen reconocible de Barbie con cuernos y rabo.

Sus seguidores en redes sociales superaban las 300.000 personas, que amplificaban su discurso y constantes enfrentamientos. 

"Una vez aprendí que como mujer estoy oprimida por mi sexo, entendí que como blanca, disfruto de un privilegio en detrimento de las personas racializadas. Y así con todos los módulos de opresión o discriminación: orientación sexual, especie, clase social…", escribe ella misma en su web. 

Su estrategia siempre fue entrar en los máximos debates posibles, comentar todo artículo que se opusiera a su lucha contra el machismo o el fascismo y apuntar directamente a quienes replicaran su cruzada. Ya fueran simples tuiteros con escasos seguidores, periodistas o comentaristas de amplia difusión. 

Se considera cercana a las llamadas feministas clásicas, lo que le sirvió para que dentro de este colectivo fuera acusada de tránsfoba. Una batalla dentro de este colectivo por la que también se enfrentó verbalmente a la exministra de Igualdad Irene Montero, defensora de la comunidad trans.

Así, mediante esa estrategia de tierra quemada en redes conseguía que su perfil tuviera aún más notoriedad. Aunque en los últimos años su influencia había decaído. 

'Barbijaputa' fue un fenómeno viral de los tiempos en los que el progresismo conquistaba Twitter. Contaba con el eco de decenas de miles de usuarios y la fascinación que provoca el anonimato

Ahora no tiene ni una cosa ni la otra. Twitter se llama X, el ambiente general dentro de esa comunidad es muy diferente y ella misma tampoco es ya 'Barbijaputa' sino María Pozo Baena. Tiene 44 años, es una antigua auxiliar de vuelo y escritora amateur a la que ahora juzgan por sus comentarios.

Este martes acudió al juzgado con una mascarilla y rodeada de amigas para tratar de impedir que se viera su rostro. Fue muy celosa con su imagen, aunque su paso por la Audiencia Provincial de Madrid terminará por desenmascarar su identidad.