El ministro de Transformación Digital, Óscar López, durante su participación en el evento 'Metafuturo', organizado por Atresmedia.

El ministro de Transformación Digital, Óscar López, durante su participación en el evento 'Metafuturo', organizado por Atresmedia. Efe

Política

El Gobierno se presenta como víctima del Supremo para afrontar futuros juicios y movilizar a su electorado

El presidente recibe tres varapalos judiciales en una semana y se prepara para afrontar nuevos reveses en las causas abiertas a sus familiares, Cerdán y Ábalos y Leire Díez.

Óscar López afirma que García Ortiz es "inocente, a pesar de lo que diga el Supremo": "Lo han condenado sin pruebas".

Más información: El Gobierno elogia al Fiscal tras su condena, ministros piden su indulto y el portavoz del PSOE tilda la sentencia de "vergüenza"

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Las claves

El Gobierno, tras varios reveses judiciales recientes, adopta una estrategia de presentarse como víctima de una persecución política por parte del Tribunal Supremo para movilizar a su electorado y afrontar futuros juicios.

Entre los reveses destacan la condena al fiscal general del Estado, el informe de la UCO contra Santos Cerdán y la petición de 24 años de cárcel para José Luis Ábalos, todos ellos vinculados al entorno próximo de Pedro Sánchez.

La estrategia del Ejecutivo busca cohesionar a la coalición y aliados parlamentarios, presentando los procesos judiciales como una guerra política y judicial ('lawfare') contra el Gobierno progresista.

El PSOE y sus socios han intensificado el discurso de denuncia contra la cúpula judicial, equiparando la situación actual con episodios similares del pasado, aunque ahora el partido actúa desde el poder y no desde la oposición.

El pasado mes de junio, el diario británico The Times atribuyó a Pedro Sánchez el apelativo de “Mister Teflón, en relación al material que, por ejemplo, protege una sartén por sus propiedades únicas que le permiten ser antiadherente y resistir altas temperaturas.

El diario usaba el apelativo para referirse a la capacidad de Sánchez para escurrirse de los escándalos judiciales.

No es tanto que le resbale todo al presidente del Gobierno, sino que es capaz de dar resistencia al material y, sobre todo, ser versátil para dar respuesta inmediata a acontecimientos adversos y saber encontrar la forma de darle la vuelta.

Es su capacidad para resistir altas temperaturas y situaciones extremas. Para rehacer permanentemente su hoja de ruta y resistir con la misma eficacia del teflón. Lo que él mismo resumió en la expresión “hacer de la necesidad virtud”, para justificar su giro total respecto a la ley de amnistía.

Reacciona y muta con gran velocidad para subirse a la ola que más le conviene, y así resiste desde hace años. Semana a semana hasta cumplir 2.732 días en la Moncloa.

Esta semana ha sufrido tres graves reveses judiciales, cada uno de los cuales hubiera provocado por sí solo el fin de cualquier otro líder. “Míster Teflón” ha resistido.

Primero fue el informe de la UCO que aporta pruebas contra Santos Cerdán y le señala como vértice que une al Gobierno con empresas constructoras para el presunto cobro de comisiones.

Ese mismo día, el fiscal anticorrupción pidió 24 años de cárcel para José Luis Ábalos, como como autor de presuntos delitos de organización criminal, cohecho, tráfico de influencias, uso de información privilegiada y malversación de caudales públicos.

Y, además, aseguraba que todo empezó en el viaje por España para la campaña de las primarias del PSOE de 2017, en el que se juntaron Ábalos, Cerdán, Koldo García y, sobre todo, Sánchez, a bordo de un Peugeot.

Y el jueves, el Tribunal Supremo comunicó que condena al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por la filtración de datos procesales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.

Un duro revés para Sánchez porque fue él quién convenció a Álvaro García para que rectificara y no dimitiera cuando fue procesado, le respaldó y proclamó que es "inocente".

Nada más conocerse la condena, Sánchez habló con su equipo más próximo y empezó a poner en marcha su estrategia. No sólo para resistir, sino también para aprovechar el varapalo.

Las propiedades antiadherentes empezaron a actuar de nuevo, con la filosofía del judoka que aprovecha la fuerza del otro en su beneficio.

La idea es mantener el pulso con la Justicia, dejar correr la idea de que es una persecución política de la cúpula judicial, afrontar el ciclo electoral como el Ecce Homo que comparece mostrando las heridas, la corona de espinas y la flagelación que le provoca la “derecha judicial”.

“Nueve años después, los adversarios de Pedro Sánchez siguen sin conocerle. No saben que no es fácil acabar con él y que nunca se irá cuando se sienta atacado. Dará la batalla”, según coinciden varios ministros muy próximos al presidente del Gobierno.

La idea es movilizar a los electores de la izquierda, que pueden estar molestos con decisiones del Gobierno o indignados por la corrupción, pero que han reaccionado contra la decisión del Tribunal Supremo.

Los que lo mataron en aquel Comité Federal del PSOE del 1 de octubre de 2016 no fueron capaces de aplacar la indignación de los militantes en ocho meses. Por eso arrasó en las primarias”, sostiene uno de sus ministros para explicar lo que volverá a intentar Sánchez en las sucesivas elecciones.

Víctima del 'lawfare'

Es el mensaje del lawfare o guerra judicial con el que el PSOE sólo ha coqueteado en los últimos años y que ahora está presente de manera más o menos expresa en la estrategia de los socialistas para los próximos meses.

Los electores al rescate del perseguido, aunque eso suponga una crisis institucional que afecta a la Fiscalía General del Estado, identificada como un ministerio más a las órdenes del presidente; al Tribunal Supremo, que para una parte de la opinión pública prevarica y da “golpes de Estado”, y el poder político que utiliza esas resoluciones contra el Estado.

En una entrevista en TVE, el ministro de Transformación Digital, Óscar López, calificó este viernes de "injusta" la sentencia sobre el fiscal general y aseguró que el Supremo ha "condenado a un inocente sin pruebas".

Horas antes, en declaraciones a la Cadena Ser, López se había mostrado rotundo, al afirmar: "El fiscal es inocente, a pesar de lo que diga el Supremo".

En similares términos, la vicepresidenta Yolanda Díaz sostuvo este viernes desde Eslovenia que se trata de una sentencia "política" y una "anomalía", que condena "sin pruebas" a un "jurista brillante" como Álvaro García Ortiz.

El problema del teflón es que sometido a temperaturas extremadamente altas puede ser tóxico porque puede degradarse y liberar humos tóxicos.

En 1998 ya hubo una crisis similar cuando el Tribunal Supremo condenó por secuestro al exministro José Barrionuevo y el PSOE se lanzó a deslegitimar aquel fallo, incluyendo el acompañamiento al condenado hasta la puerta de la cárcel con Felipe González y la Ejecutiva del PSOE en pleno.

Entonces no se usaba lo de lawfare, pero en el fondo era la misma denuncia abierta y descarnada contra la cúpula judicial.

La diferencia fundamental que agrava la situación actual es que entonces el PSOE actuaba desde la oposición y ahora es Gobierno. Es decir, poder ejecutivo contra poder judicial. Y viceversa.

Fuentes del Gobierno admiten que existe ese pulso entre poderes y sitúan el inicio de todo en la aprobación de la ley de amnistía.

“Los jueces, especialmente los del Tribunal Supremo, nunca admitieron que pudiéramos anular la sentencia del procés sobre la que tanto esfuerzo habían puesto para ejercer lo que entendían como defensa legítima del Estado”, explica un miembro del Gobierno.

Su tesis es que la amnistía provocó esa reacción corporativa de la cúpula judicial y abrió las hostilidades.

El Gobierno entiende que va ganando la batalla de la aplicación de la ley, a falta de la última decisión sobre Carles Puigdemont, pero que tienen que pagar precios altos como el de la condena de Álvaro García.

En el seno del Gobierno empiezan a escucharse críticas a aquel pacto judicial que el ministro Félix Bolaños firmó con el PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con la idea de mitigar la mayoría conservadora en tribunales esenciales como la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

El pacto del CGPJ

Año y medio después de ese pacto, se lamentan de que los vocales progresistas en el CGPJ siguen en minoría y acorralados. Y en la Sala Segunda no han metido ningún magistrado. Es decir, que no han podido cambiar mayorías como hicieron antes en el Tribunal Constitucional.

“Para ese viaje no hacían falta alforjas”, se lamenta un miembro del Gobierno.

El giro en la hoja de ruta tras la sentencia afecta también a la previsión que Moncloa hace de los procesos judiciales que vendrán.

Especialmente el que sentará en el banquillo en febrero al hermano de Pedro Sánchez y el que mantiene abierto el juez Juan Carlos Peinado contra Begoña Gómez, pareja del presidente del Gobierno.

Prevén más condenas

El mensaje que tenían previsto lanzar antes de la condena del Fiscal General era el de mantener la inocencia de ambos familiares de Sánchez y vaticinar su absolución con esa frase que tanto repiten: “El tiempo pondrá las cosas en su sitio”.

Ahora, el cambio es que aseguran que la condena “injusta” a Álvaro García es, en realidad, una condena de Sánchez y del Gobierno progresista y, por tanto, lo más probable es que en los otros dos casos haya también condena, dentro de esa guerra judicial.

“Ponerse la venda antes que la herida” o “la necesidad virtud”, como herramienta argumental y de descargo político ante adversidades.

Moncloa entiende, además, que esa impresión de “ataque exterior” de los jueces contra el Gobierno progresista sirve también para unir a los socios de coalición y a los aliados parlamentarios, justo en el momento en el que algunos pretendían distanciarse para evitar ser salpicados por la corrupción.

Porque otra de las virtudes del teflón es que forma los enlaces químicos más fuertes.

A Sánchez le ha sido muy útil en estos años que sus socios miren al otro lado del hemiciclo y vean cuál es la alternativa. Es su garantía de durabilidad y estabilidad porque ninguno de ellos quiere ser responsable de la llegada al Gobierno de la ultraderecha y ninguno quiere ahora “rendirse en la guerra judicial”.

Las "heridas" de Podemos

De hecho, algunos como ERC, Junts y Podemos muestran estos días sus “heridas de guerra” causadas por ese supuesto lawfare.

En esa línea estratégica hay una pieza incómoda y difícil de encajar: los procesos contra Cerdán, Ábalos y Koldo García.

Porque en el Gobierno admiten abiertamente que con lo que ya se conoce es imposible plantear una estrategia de denuncia de persecución judicial. Porque los informes de la UCO son demoledores y han arruinado las esperanzas de quienes en el PSOE aún confiaban en que todo quedara en nada.

Algunos aún hacían el duelo por el primer informe de la UCO sobre Cerdán y transitaban por la fase de negación, hasta que la Guardia Civil les llevó esta semana a la pantalla del pánico por lo que pueda salir.

Ya no descartan nada, porque han tenido que aceptar mucho y a alguno aún le duelen las palmas de las manos de tanto aplaudir a Cerdán hace menos de un año en el Congreso del PSOE de Sevilla.

“Hay una campaña de acoso y derribo alimentada por una industria del odio. Han generado fango, ruido y bilis sin parar con el objetivo de desestabilizar el Ejecutivo. Nunca antes hubo en democracia un ataque similar contra un presidente legítimo”, dijo Cerdán ese día ante el congreso socialista.

Los que le aplaudieron convencidos e indignación por la supuesta persecución ahora quieren borrarlo de su mente.

Esta semana, además, se ha empezado a adivinar el avance de otro caso que afecta al entorno del presidente del Gobierno: el referido a la llamada fontanera del PSOE, Leire Díez.

Ahora se ha desvelado que en alguna de sus reuniones para aportar información al PSOE estaba también presente Antonio Hernando, entonces número dos del Gabinete de Sánchez en la Moncloa y uno de las personas más próximas a él.

Cuando The Times utilizó el término “Míster Teflón” para caracterizar a Sánchez también lo hacía como referencia al mítico mafioso estadounidense John Gotti, que fue bautizado así por la prensa anglosajona en los años noventa por su capacidad para escurrirse siempre de sus escándalos con la justicia.