El expresidente del Gobierno José María Aznar, este viernes durante el XXI Congreso Nacional del PP, en Madrid.

El expresidente del Gobierno José María Aznar, este viernes durante el XXI Congreso Nacional del PP, en Madrid. EFE

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La enmienda a la totalidad de Aznar a Sánchez: de "la golfería estructural" a los "feministas aficionados a sus sobrinas"

El expresidente incendió este viernes la sesión inaugural del congreso del PP con un ataque frontal al 'sanchismo': "Si te asocias y pactas con delincuentes, que no te extrañe acabar en la cárcel, porque ese es tu ambiente".

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Resulta difícil escribir una crónica sobre un discurso al que se le notaba que estaba deseando salir como una erupción volcánica de la boca de un héroe. La expectativa que genera siempre José María Aznar entre los militantes, votantes y seguidores del PP es enorme. Basta que salude para levantar ovaciones.

Pero este viernes, inaugurando casi él el XXI congreso nacional del partido, el expresidente quiso estar, incluso, más allá de la altura del enorme pedestal al que lo subió la mitología pepera.

Y debió de lograrlo, porque él mismo se felicitó al acabar su media hora larga de titulares demoledores: "Amigas y amigos, ahora debo decir que ya he dicho lo que quería decir, y que después de decirlo me he quedado bastante a gusto"... y esbozó su única sonrisa de la tarde.

Después de eso, pidió un "¡viva el PP, viva España!" a los más de 3.600 compromisarios e invitados presentes.

A todos les había arrancado aplausos para enrojecer las manos, llegando incluso a levantarlos de la silla, a todos, tras evocar a los caídos: "Este es el partido de Miguel Ángel Blanco, el de Gregorio Ordóñez y de tantos otros que lo dieron todo a cambio de nada".

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Porque la intervención de Aznar fue una sucesión de sentencias, en su doble acepción de "dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad", o lo que es lo mismo, frases lapidarias, y de "declaración del juicio y resolución del juez". Es decir, condenas.

Fue cáustico y rotundo. Destiló frases como "la golfería estructural del sanchismo no se limita al sexto mandamiento; rebasa cuestiones de moral privada; tiene significado político".

O esta otra: "Hasta aquí ha llegado el PSOE liderado por Sánchez. Pero cada vez más españoles se resisten a que esos feministas tan aficionados a sus sobrinas les tomen por primos".

Según el primer presidente del PP de la Democracia, "España necesita un cambio urgente" porque "está cabeza abajo". Y ese cambio urgente "es que los delincuentes dejen de estar en los despachos legislando y entren en la cárcel".

Para el escrutinio del lector queda la interpretación de esa y de otra frase lapidaria: "Si negocias Presupuestos en una prisión, si te asocias con presidiarios y pactas una amnistía con delincuentes, que no te extrañe acabar en la cárcel, porque ése es tu ambiente".

¿Se refería a Sánchez, cuya sombra sobrevoló todo el discurso de Aznar, o sólo a Santos Cerdán, aprovechando que, efectivamente, el hasta hace un mes número dos del PSOE fue encarcelado el pasado lunes?

La frase era ambigua adrede, sin duda. Pero la condena al presidente socialista, a quien no citó por su nombre una sola vez, pareció de índole moral: una enmienda a la totalidad del sanchismo más que un deseo de ver entre rejas a sus protagonistas.

(A)moralidad y política

Así, la moral o la falta de ella, fue la vara de medir al PSOE: "El sanchismo no pasará a la historia de las ideas, ya que se dedica a subordinar el bien común al interés personal", y como "enfrentar para vencer es su método, no hay diferencia entre apañar obra pública en Navarra y vender la nación en Suiza".

Ésa fue la sentencia, fundamentada en que "hay un mismo propósito y un mismo patrón" en ambas amoralidades, "una política prostituida, que concibe el Estado como botín y la nación como moneda de cambio".

Para hablar de política, Aznar ya sí habló del PP. "El proyecto que salga de este congreso", dijo, "debe apelar a una gran mayoría social, para que se convierta en una mayoría electoral cuando los españoles vuelvan a tener la palabra".

Porque "habrá que sentar las bases para refundar la convivencia en España, para cerrar el paso de la ruptura territorial y al intento de cancelar el éxito democrático inaugurado en la Transición".

Deberes para Feijóo

El expresidente, que siempre que le dan voz aprovecha la oportunidad sin complejos, puso deberes a Feijóo: "Nos jugaremos más que la continuidad de un Gobierno nefasto, es la continuidad histórica de la nación, la vigencia de la separación de poderes, de la libertad de expresión y de información, y del Estado de derecho en todas sus manifestaciones".

Más aún, lo que tocará revertir es "un cambio de país, mucho más que un cambio en el país, porque el sanchismo se ha unido a los que siempre han querido cambiar de país, porque España no les gusta".

Aznar advirtió de que el PP tendrá, no sólo que "ganar las elecciones", sino también "una investidura". Y lograr una mayoría parlamentaria suficiente "para reformar y dar continuidad a la España constitucional". Porque, mientras tanto, "la nación se disuelve y el Estado se fragmenta".

Con Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo sentados a su espalda, reivindicó al PP "protagonista de la Transición", al que "acompañó y consolidó la democracia", al que "logró que España formara parte de los fundadores de la moneda única", al que supo "reformar para mejorar la vida de los ciudadanos".

Y los contrapuso al Gobierno actual, exigiendo un "mensaje claro" para conquistar "ese respaldo muy mayoritario" que necesitará, en su opinión, un próximo Gobierno de Feijóo para cumplir la "histórica tarea" que le esperará.

"Hay que concentrar en nuestras siglas la confianza de una mayoría ancha, a derecha e izquierda, para conseguir un objetivo que rebasa estas siglas", sentenció... y repitió, para que quedara claro.