El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este lunes durante su visita al incendio de Tenerife.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este lunes durante su visita al incendio de Tenerife. SEC

Política XV LEGISLATURA

Sánchez empuja a Feijóo a una "investidura fake" para ganar tiempo para su acuerdo con Puigdemont

El PP acepta el reto de presentarse la semana que viene y mueve ficha con su única oportunidad de ganar el Gobierno.

22 agosto, 2023 02:00
Luis Casal Alberto D. Prieto

Es lógico pensar que, si tienes mayoría parlamentaria, quieras presentarte a la investidura, pero Pedro Sánchez no se deja guiar por la lógica política. Hasta hace unos días, el presidente del Gobierno en funciones estaba deseoso de ser elegido por el Rey, llegar al Congreso triunfante tras su victoria en la Mesa y humillar a Alberto Núñez Feijóo y sus "cábalas mágicas" sin darle oportunidad de presentar batalla. Pero ya no.

Fuentes oficiales del PSOE retan ahora al líder del PP a que lo intente, que marche directo "a una investidura fake" y se dé cuenta "de la realidad que le rodea". Es decir, que después de que el 17 de agosto su candidata, Francina Armengol, fuese elegida en primera votación presidenta del Congreso, dejando a la popular Cuca Gamarra lejísimos (139), Moncloa confía en que el pacto entre Sánchez y Carles Puigdemont sigue vigente.

Sólo así se entiende este viraje de 180 grados del PSOE, que ahora se arriesga a que un voto favorable del PNV, o una abstención de Junts, puedan hacer presidente a Feijóo si el Rey decide contar con él. Ahora la lógica es otra: que Feijóo "se estrelle" la semana que viene y, mientras tanto, Sánchez pueda terminar de cerrar los últimos detalles de su acuerdo con Junts.

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"La amnistía habrá que hacerla", insiste un ministro en funciones a este periódico. "Pero hay que ver cómo se arma el acuerdo para que ellos se puedan colgar su medalla y en el PSOE tengamos todo amarrado", añade otro miembro del Ejecutivo. Es decir, cómo se encaja jurídicamente el llamado alivio penal —así lo bautizan ahora desde las filas socialistas— del procés y cómo se presenta a la ciudadanía.

El empeño del PSOE con las prisas y una "investidura exprés" hasta el fin de semana pasado contrastaba con su posición del año 2016, cuando Sánchez insistía en que "la democracia tiene sus plazos, sus procedimientos y, en consecuencia, es el turno de Mariano Rajoy", entonces presidente en funciones, porque como líder de la fuerza más votada, "tiene el derecho y el deber de presentar su investidura".

Ahora bien, nada le gustaría más a Sánchez que asistir, pletórico y desde el sillón azul del Congreso, a la "tercera derrota" de Feijóo a sus manos. Las fuentes socialistas consultadas entienden las dos primeras como la noche electoral y la jornada del 17 de agosto, cuando el PSOE exhibió su recién estrenada mayoría parlamentaria con los votos de Junts.

Lo paradójico del asunto es que la lógica del PP sigue una estrategia muy parecida. Precisamente porque no se fían de que el pacto con los independentistas esté cerrado del todo, los de Feijóo maniobran estos días para una investidura el martes que viene. El jueves a no tardar. Con esto en mente, pretenden quitarle tiempo a Sánchez para que llegue a entenderse con Puigdemont.

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Las prisas de Feijóo

El Partido Popular sabe que tiene pocas posibilidades de hacerse con el Gobierno, pero está decidido a intentarlo. En la séptima planta de Génova esperan una invitación de Felipe VI en los próximos días, quizás el propio martes por la tarde, para presentarse a la investidura la semana que viene. Si lo consigue, Feijóo tendría que resolver la cuadratura del círculo parlamentario antes de poder ser presidente, pero no es imposible. Sólo le hace falta un poco de suerte.

De hecho, eso tampoco es lo prioritario. El presidente del PP tiene muy claras cuáles son sus posibilidades, que 172 votos suman menos que 178 y que el Pleno del jueves pasado demostró que "el nuevo Frankenstein" —como llaman al recién inaugurado bloque de las izquierdas y los nacionalistas— existe y puede aparecer en cualquier momento. Lo importante, en este caso, es evitar que eche a andar.

Desde que el Rey elige a un candidato para presentarse a la investidura —y éste falla en su segunda votación—, el reloj de la democracia empieza a correr deprisa. Si el elegido por el monarca no consigue ser presidente, lo habitual es que se pase al siguiente en la lista (Pedro Sánchez), pero si ninguno de los dos logra la investidura en un plazo de dos meses, se repiten elecciones generales.

Los populares dan por hecho que Felipe VI elegirá a Feijóo como primera opción porque, aunque el dilema existe: "Sería inédito que no escoja al ganador de las elecciones", resaltan fuentes del partido. "La costumbre es ley", añaden mientras esgrimen además que "Sánchez no tiene garantizados los votos de Junts, como sí los tenía en la votación de la Mesa", el jueves pasado.

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Con esto en mente, el plan de Feijóo tiene dos vertientes. La primera, que cuanto antes se anuncie la investidura, menos tiempo tendrá Sánchez para negociar con sus incómodos socios de ERC y Junts y lograr una mayoría parlamentaria ("el nuevo Frankenstein") sólida. La segunda, que el calendario es muy traicionero, y una investidura fallida en estas fechas podría fijar la repetición electoral el mismo Día de Nochebuena, un domingo imprevisible.

Las prisas de Sánchez

La suma de votos de la izquierda y el independentismo, articulada a última hora y tras unas negociaciones ciclotímicas entre el PSOE y Junts, abren la puerta a un Gobierno de signo socialista "cuanto antes", según reconocen a este periódico fuentes del Ejecutivo. 

Sobre todo, los socialistas desean ir lo más rápido posible para evitarse que la negociación que, nuevamente, se abrirá con los independentistas catalanes, se solape con las fechas anteriores o de la misma Diada Nacional de Cataluña, el próximo 11 de septiembre.

En la coalición incluso le ponen fecha a sus planes: "Antes de octubre, seguro. Si puede ser, a principios de septiembre".

El precio, de momento, se resume en el impulso de las lenguas cooficiales del Estado (sin nombrar el valenciano) en el Congreso; una comisión de investigación sobre los atentados del 17 de agosto en Las Ramblas de Barcelona; una sobre el caso Pegasus que reabra "las cloacas del Estado"; y el compromiso de finalizar "la represión relacionada con el 1-O contra el independentismo". La lógica del Gobierno funciona así: o eso o morir.

Feijóo cuenta con el respaldo teórico de 172 diputados: sus 137 suyos, los 33 de Vox, y los dos de Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria. Sánchez, al menos esta semana, no puede asegurar más votos que los 152 del PSOE y Sumar y los seis de Bildu, 158. Ni siquiera los cinco del PNV están comprometidos, ni tampoco los siete de ERC o de Junts, ni el del BNG.

No existen manuales parlamentarios que expliquen la complicada situación de esta legislatura, con un Congreso más dividido que nunca y con la llave del Gobierno pendiente de los siete escaños de Junts. Por ahora, tanto el PP como el PSOE caminan a ciegas el desconocido camino de entenderse con ellos sin renunciar a su alma por el camino.

Pero la lógica política no siempre acierta, ni cuando trata de predecir a Pedro Sánchez ni cuando se aplica a Carles Puigdemont.