Yolanda Díaz e Irene Montero, tras su encuentro el martes en el Congreso junto a Enrique Santiago (detrás en la imagen).

Yolanda Díaz e Irene Montero, tras su encuentro el martes en el Congreso junto a Enrique Santiago (detrás en la imagen).

Política SUMAR

Sumar y Podemos se emplazan a junio para retomar las negociaciones y "olvidar" el plantón

Tras seis reuniones oficiales y una docena de encuentros informales, las dos mayores fuerzas a la izquierda del PSOE están más distanciadas que nunca.

3 abril, 2023 02:47

En las 24 horas que separan el Consejo Ciudadano Estatal (CCE) de Podemos, el sábado, y el acto de presentación de Sumar, el domingo, está casi todo. En apenas una jornada se comprimen el final de unas negociaciones agónicas por evitar la foto de la ruptura, la duda por qué camino seguir, las discrepancias sobre la estrategia y, al final, el cierre de filas de una formación que teme por su futuro, pero está segura de su importancia.

Si en algo coinciden las dos partes es en que no hay plan B. Para Podemos, Yolanda Díaz es la candidata de consenso más por necesidad que por gusto, porque sería muy difícil movilizar a un electorado desunido, pero tiene problemas con los tiempos. Agotado el plazo para la presentación de Sumar y descontado el del 28 de mayo, todas las miradas están puestas en junio, al menos de momento.

Oficialmente, las dos partes se han emplazado al mes después de las autonómicas para retomar las negociaciones y programar una hipotética fusión de cara a las generales. Esta era la idea inicial de Díaz y la que rechazaba Podemos pero, aunque la intención oficial sigue presente, los últimos enfrentamientos entre ambos les han separado todavía más de lo que ya estaban hace unas semanas.

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Hace un mes, después de muchas peticiones por parte de Ione Belarra y de la secretaria de Estado Lilith Verstrynge, Yolanda Díaz aceptó programar varias reuniones para intentar llegar a un acuerdo antes del 2 de abril y garantizar la presencia de los morados en su puesta de largo. Podemos puso dos condiciones: el compromiso de revalidar el Gobierno de coalición y garantizar que las listas se decidieran con unas primarias abiertas.

La vicepresidenta aceptó sin ambages la primera de estas condiciones, pero esquivó la segunda. Ofreció primarias, sí, pero no quiso concretar el mecanismo concreto por miedo a defraudar al resto de partidos minoritarios. Desde entonces nadie se movió en su posición, y así estamos a día de hoy.

Stand-by

Sumar y Podemos se han reunido seis veces en secreto desde enero y han mantenido una docena de conversaciones informales, pero no han conseguido llegar a un acuerdo y las conversaciones, hoy por hoy, se mantienen en stand-by. Los negociadores fueron, por el lado de los morados, Verstrynge y el portavoz parlamentario Pablo Echenique; por el lado de la vicepresidenta, el asesor de discurso, Rodrigo Amírola, y el jefe de gabinete del ministerio, Josep Vendrell.

"El debate es cuánto tiene que ocupar cada espacio político dentro de Sumar. No se trata de sólo de escaños, sino de influir en el proyecto", relataba esta semana una fuente de la dirección morada, cuando todo pintaba ya a que las negociaciones fracasarían. Sobre todo, porque nadie en Podemos quería firmar "un cheque en blanco" sin un acuerdo por escrito.

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Vendrell siempre tuvo clara la fecha de junio como el fin de las negociaciones para no influir en las elecciones pero, según señalan fuentes moradas, ni él ni Amírola se metieron de lleno en las conversaciones hasta que, hace tres semanas, se conoció la fecha de celebración del acto de Sumar (2 de abril) y vieron que las amenazas de Podemos de darles plantón no eran un farol. Realmente estaban dispuestos a no asistir.

Al conocerse la fecha, Irene Montero señaló a un grupo de periodistas que las conversaciones con Sumar no habían empezado para, según Podemos, mantener el carácter secreto de las reuniones; acto seguido, Yolanda Díaz desmintió a la ministra de Igualdad y dijo que llevaban semanas hablando del tema. Según los morados, entonces se dieron cuenta de que sus interlocutores "nunca quisieron llegar a un acuerdo".

Hace dos semanas, los cuatro representantes mantuvieron una reunión telemática para intentar desbloquear "de una vez por todas" la situación, señala una fuente cercana. Podemos presentó los dos compromisos ya mencionados (revalidar el Gobierno y primarias abiertas) y ofreció cerrar el acuerdo con una foto. Nunca ocurrió.

Vendrell redactó un documento tipo para que Podemos lo firmase la noche del jueves 30 de marzo, pero en el texto no ponía nada sobre primarias abiertas. La única referencia era que los procesos de selección se concretarían posteriormente en una mesa de partidos, pero no decía nada sobre el censo el mecanismo de primarias. No quedaba tiempo, Podemos no aceptó y desde entonces no se levantan el teléfono.

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Cierre de filas

Las dudas de Podemos sobre lo que podía ocurrir el domingo contrastaban con el júbilo de los afines a Yolanda Díaz. Voluntarios de distintos partidos minoritarios se abrazaban el domingo por la tarde en los alrededores del pabellón de Magariños reivindicándose alegremente como "militantes de Sumar" mientras celebraban el éxito del acto en una fiesta que se extendió hasta la noche.

Contra todo pronóstico, no hubo sorpresas de última hora y todo el mundo acató a pesar de las divergencias internas. El Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, que acostumbra a ser un mero trámite para aprobar el sentimiento general, fue el primero en mucho tiempo en acoger un debate de verdad entre dos posturas: la que defiende la independencia del partido por encima de Sumar y la que, sin estar del todo en desacuerdo, opina que se debía ceder un poco y permitir que ciertos cargos asistiesen al acto de Magariños sin represalias. Sobre todo los autonómicos.

A la maraña de partidos que anidan más allá del PSOE –muchos de ellos compitiendo entre sí– no le sobran perfiles potentes con los que enfrentar el 28-M, por ello miran a la vicepresidenta como su tabla de salvación. Los morados se juegan en 2023 seis gobiernos autonómicos (Navarra, La Rioja, Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias), pero la volátil relación que mantienen con la vicepresidenta del Gobierno aleja las opciones de una aparición estelar allá donde compitan con otro partido a la izquierda del PSOE.

"Una foto con Yolanda te puede cambiar las elecciones, se ha perdido una oportunidad", es el sentimiento que se recoge entre varios dirigentes morados, afines al cierre de filas decretado por Ione Belarra pero dubitativos sobre su futuro en las elecciones autonómicas, donde asumen que parten con desventaja. Hubo miedos de escapadas de última hora, pero nadie se salió del guion. Y tampoco salieron en la foto.