Juan Lobato (PSO), Alejandra Jacinto (Unidas Podemos) y Mónica García (Más Madrid).

Juan Lobato (PSO), Alejandra Jacinto (Unidas Podemos) y Mónica García (Más Madrid). E.E.

Política PSOE

El plan de Lobato para bajar impuestos alienta la crítica interna a Sánchez y fractura a la izquierda

El jefe de filas del PSOE en Madrid busca marcar perfil propio al margen del partido, pero eso le aleja de sus únicas aliadas en la Comunidad.

9 enero, 2023 02:42

En un PSOE-M acostumbrado a la derrota y el desconcierto, Juan Lobato tiene las cosas claras y sabe a lo que juega, pero nadie le devuelve la pelota. Si lo hacen, suele ser más un disparo que un pase, incluso desde la izquierda. Sobre todo desde la izquierda.

Lobato, que llegó a los mandos de los socialistas madrileños como apuesta personal de Pedro Sánchez, es técnico de Hacienda. Su terreno es la fiscalidad, el mismo que el de la derecha y, cada vez más, del resto de barones del PSOE deseosos de alejarse de la sombra del presidente antes de las elecciones autonómicas, no sea que manche. El problema es que, a la vez que marca perfil propio, se aleja también de las únicas aliadas que podrían darle una alegría en mayo, Mónica García (Más Madrid) y Alejandra Jacinto (Podemos).

Este domingo, Lobato desgranó parte de su programa electoral en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL e incendió de paso al resto de la izquierda madrileña. Su propuesta fiscal no deja lugar a dudas: bajada del IRPF; dejar exentos los impuestos de sucesión, donación y patrimonio; y ninguna subida de gravamen.

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El PP le acusa de "comprar su marco", Más Madrid y Unidas Podemos se preguntan si siguen todos en el mismo barco y Pedro Sánchez no está demasiado contento con la rebelión interna. Mientras tanto, a medida que las elecciones se acercan, el PSOE intenta encontrar su hueco en una Comunidad de Madrid que le resulta extraña, donde por primera vez es tercera fuerza y con un candidato desconocido para el gran público.

La única bala que tiene para romper todos los pronósticos es desmarcarse de Sánchez y crear "un discurso propio" que le acerque más al grupo de barones críticos con la línea del partido. Ya en su presentación oficial como candidato apareció solo, con su apellido como único aval y sin el logo ni las siglas del PSOE. Lobato se deshace de todo lo que le pueda relacionar con Sánchez y la Moncloa, que es lo que le quita votos en las elecciones autonómicas.

El problema que le ha surgido al candidato socialista es que alejarse de Sánchez, en cierto sentido, significa alejarse también de sus socios nacionales. Ni Más Madrid no Unidas Podemos apoyarán nunca una política que tenga como núcleo central la rebaja del IRPF a rentas inferiores a 100.000 euros, ni siquiera aunque vaya acompañada de un guiño izquierdista contra las superiores.

Dicho de otro modo, que la subida al 5% que más gana compense la bajada al 95% restante, al menos en teoría.

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Nadie se ha molestado en ocultar su opinión. Lobato vivió el domingo un linchamiento en redes por defender a los ricos –"nadie que herede o tenga patrimonio productivo va a pagar ni un euro"–; por intentar presentarse como una oposición coherente, pero se ha interpretado como una rendición al marco de la derecha y una traición al resto de las izquierdas.

Madrid es la comunidad autónoma más rica de España, pero también la que tiene el régimen fiscal más benévolo con las grandes fortunas. El miedo histórico de sus dirigentes –así lo ha mencionado Ayuso en más de una ocasión– es que regularizar sus patrimonios los aleje de la capital, pero nunca ha llegado la sangre al río.

Por eso los impuestos de patrimonio y sucesiones, cuyo rendimiento está cedido por el Estado a las comunidades, tienen una bonificación del 100% –es decir, que no se paga nada– en Madrid. La reivindicación histórica de la izquierda era limitarlo. Y en eso llegó Lobato.