Pedro Sánchez y Xi Jinping durante una visita a Pekín en septiembre de 2024.

Pedro Sánchez y Xi Jinping durante una visita a Pekín en septiembre de 2024. Moncloa

España

Sánchez apuesta por crear redes sociales europeas para frenar a la "tecnocasta" de EEUU como ha hecho China

El presidente quiere impulsar un nuevo ecosistema digital en la UE, pero los expertos recomiendan invertir en IA y generar las condiciones para que surjan empresas tecnológicas.

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Un solo gráfico podría echar por tierra todo argumento de partida. Según los datos de la OCDE, la inversión de las firmas de capital riesgo y startups dedicadas a la inteligencia artificial en la Europa de los 27 no llegó a 8.000 millones de dólares en 2023. En Estados Unidos esa cifra se disparó hasta los 55.000 millones, mientras que en China alcanzó los 18.200 millones de dólares. 

Quien tiene la información tiene el poder, se decía ya en el siglo XVII. Y hoy quien controla los resortes son aquellos que almacenan los datos.

Cinco empresas estadounidenses -Alphabet (Google), Amazon, Apple, Meta y Microsoft- y cuatro chinas Tencent, Alibaba, Byte Dance (Tik Tok) y Baidu concentran actualmente esa oligarquía mundial. Una serie de gigantes inaccesibles para el mayor de sus competidores europeos. 

¿Algún lector es capaz de intuir siquiera el nombre de alguna compañía equivalente a este lado del Atlántico? La alemana Deutsche Telekom, el mayor proveedor de la UE de servicios en la nube, está a años luz de Google o Microsoft.

Europa se mantiene muy a la zaga de esta carrera tecnológica, al igual que ocurrió con la carrera espacial durante la Guerra Fría. Cambian los campos de investigación, pero siguen siendo dos bloques antes Rusia y ahora China los que compiten. Las arengas desde la UE son constantes, sin que cambie lo que de verdad importa: los resultados. 

El último emisario de esta llamada a despertar es el presidente español, Pedro Sánchez, convertido en una de las voces europeas más insistentes contra la nueva tecnoligarquía.

En las últimas semanas ha multiplicado su presencia este tipo de eventos y en el último, la presentación del Observatorio de Derechos Digitales, planteó algo que ya ha estado sobre la mesa en los despachos de Bruselas pero que nunca ha llegado a cristalizar. 

Inversión en IA por países y bloques políticos.

Inversión en IA por países y bloques políticos. OCDE

Sánchez propone que la UE plante cara a sus rivales desarrollando navegadores propios, redes sociales o servicios de mensajería con protocolos abiertos. Es decir, ante Facebook o Instagram, Tik Tok; ante Google, Baidu; ante WhatsApp, WeChat -la aplicación china que sirve para conversar o hacer pagos entre amigos-; o el último ejemplo, ante ChatGPT, DeepSeek. 

Es la estrategia que ha seguido Pekín en los últimos años con un presupuesto mucho menor que Washington, aunque los datos de la inversión estatal china siempre sean sospechosos.

El investigador Chris Miller, autor de La guerra de los chips (Península, 2023), cree que con estos modelos tan asentados "gastar fondos públicos en crear nuevas redes sociales es una pérdida de tiempo". 

"Hay una gran diferencia entre replicar las redes sociales actuales y liderar en inteligencia artificial. No creo que el objetivo de Europa deba ser copiar lo que ya existe, pero sí que puede jugar un papel importante en la IA, ya que la Comisión Europea presume de haber sido pionera en regular este tipo de tecnología", responde a través de correo electrónico el autor de un libro que ha servido como referencia en los últimos años.

Miller advierte que "Europa sigue siendo un actor muy pequeño en el desarrollo de IA y tiene muy pocas empresas punteras dedicadas a este sector, por lo que la UE debería concentrarse en facilitar su implantación".

Es decir, lo que plantea el investigador es que la inteligencia artificial es el camino todavía inexplorado. Invertir en navegadores o en redes sociales como las existentes sería algo así como cuando un individuo de 60 años se abre un perfil en una plataforma que ya pasó de moda, con la torpe intención de no quedarse atrás. 

Ibán García del Blanco fue el único eurodiputado español que participó en la redacción de la llamada 'ley IA' a la que se refería Chris Miller. Desde su punto de vista, "el esfuerzo regulatorio no debería ser contradictorio con impulsar proyectos que puedan competir con Estados Unidos y China".

"La regulación sirve para proteger nuestras empresas de las prácticas que puedan emplear otras. De hecho, una de las primeras cosas que ha hecho DeepSeek ha sido aplicar nuestro reglamento de protección de datos", asegura el diputado al Parlamento Europeo por el PSOE en la legislatura anterior.

"Por tanto, la regulación sirve para sentar las bases en las que jugar, pero en este momento es necesario hacer un mayor esfuerzo inversor", continúa.

Ahora García del Blanco sigue moviéndose por Bruselas como director de relaciones internacionales de la consultora Lasker. Y desde ese puesto insiste en la necesidad de un "proyecto común" para que la UE pueda comparecer siquiera en la guerra tecnológica entre las dos grandes potencias. 

Primero regular, luego invertir

"Mientras no haya un proyecto global, de continente, es poco realista competir tanto en lo que dice Pedro Sánchez, como en el desarrollo de la IA. Hemos conseguido algunos avances a nivel legislativo, pero en materia de inversión estamos muy lejos. Los grandes países como Alemania deben tener claro que no pueden hacer la guerra por su cuenta", recalca García del Blanco.

El problema es que, aunque quisiera, Alemania tampoco parece en disposición de desarrollar grandes planes, con una economía que encadena dos años seguidos en recesión.

Los datos son tozudos, ya que el llamado 'Informe Draghi', en el que el expresidente del Banco Central Europeo propone una estrategia para frenar el declive económico de la UE, pinta un panorama sombrío.

Según su análisis, la inversión en investigación y desarrollo de las empresas de la UE dedicadas al software representa el 7% del gasto mundial, por un 71% de Estados Unidos o un 15% de China. Mario Draghi escribe en su dossier que nuestra dependencia de ambas potencias es total y que sin un plan inversor enormemente ambicioso quedaremos relegados a la insignificancia. 

El plan europeo

Otro de los defensores de esta estrategia es el exministro de Ciencia y Tecnología portugués Manuel Heitor, principal responsable de un informe llamado 'Alinear, actuar, acelerar', encargado hace unos meses por la Comisión Europea. 

En el documento, un grupo de expertos recomienda emplear estas tecnologías para desarrollar una economía digital limpia, plantea reducir las cargas administrativas europeas o seguir un modelo inspirado en el proyecto estadounidense ARPA (Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada, por sus siglas en inglés).

De esta iniciativa, surgida en los años sesenta, nació ARPANET, la red creada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos que dio origen a internet.

Heitor responde al teléfono que en el contexto actual las inversiones europeas también deberían "tener muy en cuenta el ámbito de la defensa y la tecnología aeroespacial". Por otro lado, plantea pasar de un modelo industrial basado en el sector automovilístico a "crear empleos e industrias enfocadas en la tecnología". 

"Europa debería ser capaz de atraer más talento y eso sólo lo conseguirá asumiendo más riesgos a nivel de inversión", insiste. Sus propuestas, al igual que la docena de recomendaciones que aporta su informe, son algo genéricas. Pero en ningún caso incorporan la creación de un nuevo ecosistema digital europeo, como propone Pedro Sánchez. 

"No se puede copiar el sistema estadounidense en el que operan cinco o seis grandes compañías. Nosotros tenemos que invertir en diferentes campos y diversificar nuestras economías", defiende Manuel Heitor. 

El exministro portugués aprecia las aportaciones de Sánchez, con quien dice que siempre ha trabajado "en buena sintonía", pero sostiene que "las políticas públicas deben estar orientadas a generar oportunidades de negocio y alentar a las empresas a que inviertan en ello, no a dictar qué se debe crear".

Comparativa entre los principales proveedores de servicios en la nube europeos y estadounidenses.

Comparativa entre los principales proveedores de servicios en la nube europeos y estadounidenses. Informe Draghi

La inversión privada

Y aquí volvemos al origen de la cuestión. Porque en Estados Unidos la tecnoligarquía no la ha construido el Gobierno, sino una serie de compañías que han ido acumulando poder y que ahora se han alineado claramente con Donald Trump para mantener un grado de independencia absoluto. Esto es, para seguir ejerciendo un poder paralelo sin que la Administración le ponga cortapisas.

Diferente es el caso de China, donde no existe un capitalismo liberal sino un capitalismo de Estado, por el que toda empresa depende de una u otra manera del régimen. Aunque, en la práctica, el comportamiento de ambos modelos sea similar.

La cuestión es que en Europa no parece muy plausible que se desarrollen navegadores o redes sociales públicas a nivel supranacional. Lo natural sería que surgieran compañías privadas que se dedicaran a ello. Y eso es lo que se pregunta Borja Adsuara, abogado especializado en derecho digital y director general para el Desarrollo de la Sociedad de la Información entre 2000 y 2004. 

"¿Por qué no ha ocurrido esto antes? ¿Por qué no ha habido redes sociales europeas? ¿Qué pasó con Tuenti?", se cuestiona Borja Adsuara, en relación a la plataforma española que arrasó en nuestro país en la década de los 2000 y fue absorbida por Telefónica antes de desaparecer. 

En su opinión, "nos cargamos esta oportunidad" debido a una "hiperregulación de la protección de datos". "Yo estuve ahí, yo estuve en el momento en el que se estaba creando todo eso. ¿Crees que algún político dijo en Estados Unidos que había que crear un nuevo ecosistema digital? No, simplemente se daban las circunstancias adecuadas y surgieron las redes sociales", reflexiona. 

Esto no quiere decir que estas empresas deban tener barra libre a la hora de publicar contenidos o de manipular el algoritmo, como ahora sucede en X, según Borja Adsuara.

El experto en derecho digital coincide con Pedro Sánchez en dar más poderes a la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC) para que supervise estas plataformas y en que los dueños de las mismas respondan ante las irregularidades o denuncias de desinformación

Ibán García del Blanco difiere en esta idea del exceso de regulación, que califica de "lugar común", ya que considera que ningún proyecto ha salido de Europa para asentarse en Estados Unidos o China. 

Existen algunas iniciativas europeas, como la Red de Inversores de Confianza con la que la UE pretende atraer empresas de capital riesgo dedicadas a la innovación tecnológica. O el proyecto español HispanIA2040, impulsado por el Gobierno, que prevé aumentar las ayudas a las compañías que se dediquen a esta actividad. 

Pero, de nuevo, estos planes siguen sumidos en el marco teórico. García del Blanco o Manuel Heiter mencionan los fondos Next Generation, aprobados por la UE como respuesta a la crisis de la covid-19, como ejemplo de lo que debería ser un plan integral para invertir en un futuro digital.

Mientras, los que sí migran son los profesionales, que salen de España u otros países a Silicon Valley, el epicentro de esa "tecnocasta", como la califica Pedro Sánchez. "Lo que tenemos que hacer es crear las condiciones necesarias para que surjan empresas que nos coloquen en la ecuación. Porque sólo así seremos competitivos", remacha Borja Adsuara.