Pedro Sánchez, este lunes en un mitin en Granada.

Pedro Sánchez, este lunes en un mitin en Granada. EFE

España PSOE

Las injerencias de Sánchez en las listas desmontan su promesa de devolver el PSOE a la militancia

Ministros que suenan por varias provincias al mismo tiempo, apoyo claro a unos candidatos a primarias sobre otros o la designación a dedo de la lista europea.

5 marzo, 2019 03:21

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"Siempre he pensado que los verdaderos propietarios del partido son los militantes, como acabó demostrándose en las primarias de 2017", escribe Pedro Sánchez en su libro Manual de resistencia. "Hoy tenemos una dirección federal que consulta, coordina y coopera con los territorios, por supuesto", escribe en sus memorias, presentadas en febrero. 

Sánchez regresó al liderazgo de 2017 aupado por los militantes, que lo eligieron en elecciones primarias frente a Susana Díaz. Su campaña tuvo como eje la promesa de devolverles el partido frente a los llamados "aparatos", una élite de dirigentes con idéntica legitimidad democrática pero que chocaban con su proyecto para el PSOE. 

El hoy presidente del Gobierno prometió que los militantes tendrían el poder en el "nuevo PSOE", pero la elaboración de las listas para las elecciones generales del 28 de abril ha evidenciado, hasta ahora, que en la práctica muy pocas cosas han cambiado más allá de el hecho de decir que lo han hecho. Es un secreto a voces que reconocen en privado tanto dirigentes cercanos a Sánchez como adversarios internos durante las últimas primarias. Quien manda es Sánchez. 

¿Vas en la lista? Pregúntale a Pedro

Son legión los aspirantes que aseguran que su puesto en las listas no depende de que sus compañeros de partido los elijan en ámbito provincial, que coincide con la circunscripción electoral. Es decir, que los militantes de una provincia sólo eligen a los llamados a ser sus representantes en el Congreso si el resultado de esas votaciones coincide con los planes de Ferraz y, más concretamente, con los de Sánchez. Y eso depende de un sinfín de azares y circunstancias: desde unas listas cremallera (hombre-mujer o mujer-hombre), algo aceptado por el conjunto del partido, hasta el aterrizaje en provincias con las que no tienen relación de ministros y altos cargos del Gobierno. Son los que se conoce como "cuneros" o "paracaidistas". 

Cuando se pregunta a los cercanos a Sánchez por las listas, la mayoría remiten directamente al presidente. Los que están seguros de ir es porque pueden presumir de cercanía al líder o porque Ferraz ya ha anunciado, antes incluso de que se pronuncien los militantes, que serán candidatos. Es el caso de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, por Sevilla, el de Fomento, José Luis Ábalos, por Valencia o la de Educación por Álava.

Sánchez controla el método de elección

El poder para acabar de moldear las candidaturas lo tiene, en la práctica, la Comisión de Listas, donde la mitad de puestos los ostentan los más estrechos colaboradores de Sánchez, incluyendo a la vicepresidenta, Carmen Calvo, y al ministro de Fomento, que preside el órgano como secretario de Organización. De la otra mitad, varios son fieles partidarios de Sánchez. Ellos son los que decidirán una por una sobre cada lista en su reunión de la semana que viene. Cambiarán, si así lo desean, lo votado por las asambleas locales y elevado a los órganos provinciales y autonómicos. Se trata de un órgano colegiado que tiene la legitimidad de haber sido refrendado por representantes de los militantes en un congreso del partido. Se trata, ni más ni menos, que de un "aparato". 

Las nuevas normas del PSOE conceden en la práctica la posibilidad de que los militantes propongan nombres, pero el techo de cristal de la Comisión de Listas da manga ancha a Sánchez para imponer sus candidatos antes de que una Ejecutiva y el Comité Federal del PSOE proceda a la aprobación formal, en la práctica un trámite. 

El apoyo a Pepu, la primera interferencia

En los últimos días, un sinfín de acontecimientos han evidenciado que al PSOE le queda mucho camino por recorrer en cuanto a democracia interna. El primero no tuvo que ver con las listas al Congreso sino con el apoyo del presidente del Gobierno a uno de los candidatos a convertirse en cabeza de lista al Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández, al que Sánchez conoce desde su época en el instituto.

El líder del PSOE anunció horas después de que trascendiese su nombre que votaría por él (luego se supo que no puede, porque no milita en la capital sino en Pozuelo de Alarcón) y participó en el acto de presentación de su candidatura, donde se produjo un auténtico desembarco del poder orgánico (con los números dos y tres del partido presentes) y de Moncloa.

Al evento, en un céntrico teatro de Madrid, siguieron numerosas invitaciones por parte de responsables del partido a avalar al candidato, algo que los equipos de los principales rivales, Manuel de la Rocha y Chema Dávila, denuncian directamente como presiones para evitar que haya una competición real y justa. Por el camino se difundió una encuesta interna donde Pepu Hernández recuperaría terreno para el PSOE en la capital.

Todo ministro es candidato posible

Después, Ferraz aseguró a los periodistas que todo aquel ministro que quisiera ir en las listas del 28-A tendría su hueco. El anuncio se hizo antes de que ningún militante se pronunciase al respecto y se justificó por la necesidad de poner en valor la acción del Gobierno, que en Ferraz consideran uno de los principales puntales de la campaña electoral por las medidas sociales que ha tomado el Consejo de Ministros y por las que no ha podido llevar a cabo. 

El proceso está dejando más de un incidente. Y eso que el control del partido que tiene el secretario general es enorme, por varios motivos. El primero, por su peso específico en lo orgánico. La victoria de Sánchez fue muy contundente y eso le permitió colocar a sus aliados internos en la mayoría de resortes del poder, Comité Federal incluido, algo a lo que ayudó el desánimo de los perdedores de las primarias, que derivó en una total falta de organización y capacidad de ocupar espacios de poder. El segundo de los motivos es la cercanía de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, donde Sánchez podría también interferir. A nadie le conviene un cisma en víspera de unas elecciones y eso refuerza el poder de Sánchez. 

En Valladolid, la posibilidad de que la ministra de Industria, Reyes Maroto, encabezase la lista, provocó una auténtica revolución de las bases, que querían a Javier Izquierdo, otro alto cargo del Gobierno Sánchez pero que sí tiene relación con la provincia. Eso llevó al secretario de Organización del PSOE en la provincia, Pedro Pablo Santamaría, a suspender asambleas locales que sin duda tenían previsto plantar cara al aterrizaje de una paracaidista. Como publicó VozPópuli, el propio Santamaría explicó que eran órdenes de Ferraz.

El baile de sillas de Robles y Marlaska

En Ávila, el secretario provincial remitió una carta insólita a los responsables del partido en la que se mostraba a favor de que un ministro del Gobierno fuese el que encabezase la lista. "Hasta ahora, la persona escogida para encabezar la lista era el compañero Fernando Grande Marlaska, pero la decisión que ahora me ha trasladado la dirección federal del Partido es que la candidatura esté encabezada por la ministra de Defensa, María Margarita Robles Fernández", escribió en la misiva. Todo ello antes de que los militantes se pronunciasen. La decisión provenía de Ferraz. Hasta ese momento, Robles sonaba como cabeza de lista por León y ahora Marlaska suena por Cádiz, provincia con la que tampoco tiene una gran relación.

En Palencia, la Ejecutiva provincial ha elegido a Antonio Casas, pero tiene más posibilidades Mariluz Martínez Seijo, ahora diputada y muy cercana a Pedro Sánchez. En Guadalajara se da por hecho que la número uno será Magdalena Valerio, ministra de Trabajo y con una larga trayectoria en la provincia, pero la agrupación local ha aprobado que sea el hoy diputado Pablo Bellido sin que nadie haya propuesto el nombre de Valerio. 

La posibilidad de pactos entre aparatos

Todos estos bailes de nombres evidencian que el poder se sigue ejerciendo, en la práctica, de arriba abajo. Sin embargo, no hay que descartar que, a última hora, algunas Ejecutivas provinciales y autonómicas adelanten durante esta semana el trabajo de la Comisión de Listas depurando algunos de los nombres y evitando que lleguen a Ferraz muchos conflictos abiertos. Así se mantendría la apariencia de que son los militantes los que eligen a candidatos que, en algunos casos, ni conocen ni han tenido contacto con la circunscripción a la que van a representar durante cuatro años.

Que así sea depende también de pactos entre aparatos: el de Ferraz y el de los barones territoriales, el otro foco de poder en el partido, bajo el bien entendido de que un pacto es mejor que la autodestrucción mutua. En ello confían muchos de los candidatos más próximos a Susana Díaz en Andalucía, que dan por hecho que serán desplazados de los primeros puestos por Sánchez pero que confían en salir elegidos en puestos más bajos o en las candidaturas al Senado, consideradas a menudo mucho menos atractivas. 

Sin embargo, por el momento las asambleas locales no parecen nada proclives a elegir a destacados miembros andaluces del equipo de Sánchez, algo que obligará a Ferraz o bien a imponerlos o a tratar de pactarlos a cambio de ceder otros puestos. 

¿Y la europea?

La lista europea también forma parte de este proceso sin que las agrupaciones hayan sido llamadas a proponer nombres. Es una lista muy selecta, ya que en la actualidad sólo hay 14 representantes en el Parlamento Europeo. La modificación de la composición de la cámara y unas mejoradas expectativas electorales para los socialistas pueden hacer que los elegidos en esta ocasión sean unos cuantos más. 

Sin embargo, la lista se decide en Moncloa, según han confirmado varias fuentes. Sánchez consultará con algunas federaciones, pero prepara una gran renovación que podría hacer que a Estrasburgo y Bruselas sólo vuelvan dos o tres de los actuales eurodiputados, con Iratxe García, Eider Gardiazabal y Javi López como seguros en todas las quinielas. La lista la aprobará otro aparato, la Ejecutiva Federal, sin que los militantes tengan, en la práctica, ningún poder real en la elección de quien los va a representar en Europa. 

"Una grave incoherencia"

Muchos diputados que quieren repetir callan y sólo hacen estas denuncias en privado. ¿El motivo? Se arriesgan a no volver al Congreso. "Es una grave incoherencia pregonar que has vencido al aparato mientras haces una exhibición obscena, radiada y televisada de estas injerencias. Es muy triste, pero tiene el control total y absoluto. Aunque trasciendan algunos hechos, en general todo el partido está plegado", explica un diputado que no repetirá en las listas. 

"El PSOE de la militancia sólo existe si te da la razón", explica otro que sí aspira a volver, alertando de que las imposiciones de nombres, especialmente de los que no tienen relación con la provincia que van a representar, acaban desmoralizando a muchos cuadros del partido a la hora de hacer campaña. "Es un riesgo serio de cara al 28-A además de una muestra de paternalismo con los menores de edad que no pueden elegir a sus representantes", señala. La democratización de los partidos en España sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes del sistema político. Por lo que parece, del PSOE también.