Vista aérea de la ciudad de Alejandreta, en la provincia de Hatay, en Turquía.

Vista aérea de la ciudad de Alejandreta, en la provincia de Hatay, en Turquía. Reuters

Historias

El otro desastre que puede crear un terremoto como el de Turquía está bajo el suelo

El impacto sobre la infraestructura energética y las reservas de agua puede ser otro daño colateral de este tipo de catástrofes naturales.

8 febrero, 2023 01:51

Tras los dos graves terremotos que han sacudido la región turca y el norte de Siria, las decenas de réplicas que se siguen produciendo mantienen en vilo a su población. Son más de 5.000 las víctimas mortales y más de 22.000 heridos los que acumula esta catástrofe natural. Mientras, más de 16.000 efectivos –entre turcos y extranjeros– buscan a contra reloj a posibles supervivientes entre los escombros de la tragedia.

El Gobierno de Turquía ha declarado el estado de excepción en las zonas afectadas y se mantendrá así durante al menos tres meses. Por el momento, toda ayuda es poca: no hay combustible, comida ni agua. Este último es, de hecho, un recurso no solo escaso sino muy sensible a este tipo de catástrofes naturales.

Aunque lo que más preocupa ahora es ofrecer toda la ayuda posible a los países afectados por los daños humanos y materiales, lo cierto es que la contaminación de recursos vitales como el agua es otro de los aspectos que preocupan cuando se dan sismos de tal intensidad.

[Así es la falla de Anatolia Este en Turquía: el punto sísmico más caliente del Mediterráneo]

Juan José Durán, vicepresidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos y doctor en Ciencias Geológicas, explica a EL ESPAÑOL que “los terremotos tienen consecuencias muy notables tanto sobre las redes de distribución de agua potable de las ciudades, como para las infraestructuras de almacenamiento y de riego”.

Así lo señala un trabajo publicado hace un año en la revista científica Nature, que pone el ejemplo de cómo durante un terremoto de magnitud 6,5 –algo menor que los dos acaecidos en Turquía y Siria–, “la capacidad de servicio del agua cae a un mínimo del 40% y la población afectada alcanza hasta el 90%”.

Durán apunta también que “algunos movimientos sísmicos generan modificaciones en el agua subterránea, como pueden ser aumentos de la temperatura, modificación de algunos de sus parámetros químicos o cambios en el color y la turbidez”. El experto señala que “por lo general estos cambios son pasajeros, durando de días a pocos meses, pero a veces pueden ser permanentes”.

Otras instituciones como el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) recogen también que “la calidad del agua puede verse afectada por los terremotos, sobre todo en las zonas donde el temblor fue al menos lo suficientemente fuerte como para sentirse. Según explican, puede volverse turbia a medida que la sacudida desprende sedimentos sueltos de los poros y grietas de las rocas. 

No obstante, los efectos se vuelven más serios y perdurables en la medida en que un terremoto pueda dañar el alcantarillado, las tuberías de gas o cualquier otra infraestructura que contenga materiales contaminantes peligrosos y que puedan llegar al agua subterránea. Por este motivo, su muestreo después de una tragedia como la ocurrida en el país turco y sirio es esencial, como también tomar todas las precauciones para no consumir ese agua insalubre.

Una vista aérea muestra edificios derrumbados y dañados después del terremoto en Hatay, Turquía.

Una vista aérea muestra edificios derrumbados y dañados después del terremoto en Hatay, Turquía. Reuters

Durán puntualiza, sin embargo, que aunque es cierto que la calidad del agua subterránea puede verse afectada tras un terremoto, “no hay estudios concluyentes que relacionen directamente la magnitud de un terremoto con la intensidad de los cambios producidos en la calidad de las aguas subterráneas y su permanencia en el tiempo”.

Esto mismo es lo que señala un trabajo de la Universidad Técnica de Estambul publicado en la revista del Instituto Nacional Turco de Investigación y Control del Agua. En el trabajo cuenta que la posibilidad de que se produzcan terremotos severos en el país turco es muy alta debido a su estructura tectónica. Sin embargo, sus efectos ambientales aún “no se han abordado adecuadamente”.

Al igual que el USGS, el artículo expone que, en caso de que se dañe el sistema de recolección de aguas residuales (el alcantarillado), que es otro sistema de infraestructura importante, las aguas contaminadas pueden llegar a esparcirse aleatoriamente y dar lugar a la aparición de enfermedades epidémicas.

En relación a esto se está preparando un simulacro de terremoto en la ciudad de Granada, en marzo de este año, para probar las tecnologías de Pathocert. Este es un proyecto con fondos europeos, liderado por Chile, que pretende preparar a los primeros intervinientes de catástrofes naturales –como los terremotos– para que eviten contagiarse por el agua contaminada.

En el proyecto se elaborarán tecnologías, instrumentos y pautas de respuesta a emergencias de contagio por patógenos, que los primeros intervinientes validarán y podrán usar para detectar rápidamente los patógenos y controlar mejor las situaciones de emergencia.

Daños en la infraestructura energética

En declaraciones a The New York Times de Januka Attanayake, sismóloga de la Universidad de Melbourne, en Australia, el terremoto de magnitud 7,8 con epicentro en Turquía alcanzó una potencia equivalente a la energía que consume toda la ciudad de Nueva York durante al menos cuatro días.

Esta enorme potencia ha impactado también en las infraestructuras energéticas del país, según declaraciones de Fatih Dönmez, ministro de Energía y Recursos Naturales de Turquía. En concreto, las líneas de transmisión de electricidad y los gasoductos de distribución en Turquía. Sobre todo el que suministra al distrito Turkoğlu de Kahramanmaraş, cerca del epicentro.

Además, como recoge Europa Press, se registró un incendio en el puerto turco de la ciudad de Alejandreta a raíz de los fuertes terremotos. Según las últimas informaciones en el momento de escribir este artículo, el fuerte incendio sigue avanzando en las instalaciones portuarias, que se encuentran en la provincia de Hatay, cercana a Kahramanmaras, la más afectada por los seísmos. Así, el puerto, uno de los mayores de Turquía en la zona del Mediterráneo oriental, se encuentra fuera de funcionamiento desde el lunes.