Tras la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea vivimos ya en la Edad Digital. He terminado de leer Signos de los tiempos (El Criticón) en el que se analizan las principales circunstancias de la época presente. Su autor es doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid; doctor of Philosophy and Psychology por la K-Western University de California; doctor en Ciencias de la Comunicación y otros doctorados destacados por Universidades tan prestigiosas como Bolonia. Se llama Francisco Anson y ha publicado a los 90 años un libro extraordinario que mira sagazmente hacia el futuro y como afirma Martínez Valdueza estudia a fondo “las bondades y perjuicios” que “aturden las conciencias”.

Considera el autor conveniente, y además posible, que se establezca una Autoridad política mundial ante el riesgo de que la tecnología lleve “a la Humanidad al más radical de los totalitarismos”, pues estamos a punto “de abocar en una distopía como la de Aldous Huxley o la de George Orwell”. En el control del nuevo orden mundial compiten el comunismo del siglo XXI y el renovado capitalismo. Libros certeros como los de Diamandis y Kotler se refieren al riesgo de que se extirpe la libertad. Amy Webb ha estudiado la situación en la que nueve gigantes de la tecnología dominan ya una parte sustancial de la comunicación mundial: Google, Amazon, Apple, IBM, Microsoft y Facebook, en Estados Unidos; y Baidu, Alibaba y Tencent en China. Rosenberg ha escrito que “la interacción digital (y no solo el metaverso, también el mundo de las comunicaciones) será dominado por la realidad aumentada”.

Recuerda el autor de Signos de los tiempos que Putin afirmó hace ya varios años: “El país que lidere la Inteligencia Artificial, gobernará la Tierra”. Lee Se-dol, campeón mundial del ajedrez oriental, el go, fue derrotado por la máquina de Inteligencia Artificial Alphago de Google. Y la Deep Blue de IBM venció a Gary Kasparov, tal vez el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Se refiere también Francisco Anson al nuevo periodismo. A pesar del descomunal auge de la digitalización reconoce que destacados profesionales consideran que los periodistas serios conservarán “la libertad de proporcionar al ciudadano y a la sociedad una información completa y veraz”.

Es un error, según el autor, equiparar la posverdad con la mentira o la falsedad y cita el fundamental artículo que Katharine Viner publicó en The Guardian. Aun así, las fake news (a las que en español deberíamos llamar bulos) desbordan las redes sociales. Se subraya en el libro la fragilidad de la cultura visual y se considera a internet, como signo característico de nuestra época, un iceberg del que solo conocemos el 4% de su verdadero alcance. Caminamos por otra parte hacia la banca electrónica y a las transacciones económicas ajenas al dinero en efectivo, en trance de desaparecer.

No parece exagerado afirmar que caminamos hacia la comunicación instantánea como desarrollaba Sánchez Ron en su libro El poder de la ciencia. Por todo ello, afirma el autor de Signos de los tiempos, la Edad Digital significa “la pérdida absoluta de la privacidad, de la intimidad, y ello, con carácter universal”. En el libro se discurre también sobre la big data y la economía sacudida por los 20.000 millones de dispositivos que en los próximos años estarán conectados a internet desde los smartphones hasta los electrodomésticos, los automóviles y las ciudades inteligentes.

Se estudian también en Signos de los tiempos la creación de híbridos de animales y plantas; el CRISPR y la hostilidad a cualquier discriminación racial; la alimentación artificial, carne incluida; el relativismo, el todo vale, como mal endémico de nuestra época; y la especulación sobre los poshumanos y el transhumanismo, con alusión concreta al robot Sophie “que asombra por su perfección”.

Hugo Wast noveló sobre las profecías del Apocalipsis, tanto en Juana Tabor como en 666, el número que define y agita a la Bestia. No parece que el novelista argentino estuviera muy lejos de lo que la ciencia ha convertido en realidad, si bien el autor de Signos de los tiempos mantiene a lo largo de todo el libro el aliento de la vida espiritual y la realidad cristiana de la trascendencia del hombre.