Gabriel Byrne y Dolores Redondo.

Gabriel Byrne y Dolores Redondo.

Jardines colgantes

¿En manos de quién está el arte?

El caso es, resumiendo, que vivimos en la época de la posverdad. Y tengan en cuenta que la irritación da vigor a la prosa.

31 diciembre, 2023 18:11

Andrés Rábago, El Roto, opina que el mundo del arte “es un mundo complicado y muy manipulado, como casi todo”, y que, además, “hay mucho ego en algunos terrenos y mucho de mentiroso” . “En los últimos veinte años –explica el dibujante satírico a Amelia Castilla (The Objective)–, el arte se encuentra en manos de los comisarios y los organizadores de muestras, que son los que dirigen y, en ocasiones, son dirigidos porque, muchas veces, los comisarios están al servicio de las grandes galerías, de los grandes marchantes”.

El también pintor no es partidario de la inclusión de obras recientes en los museos. Considera que “hay muchas instituciones intermedias para que eso, que todavía es un germen que está haciéndose, tenga cabida”. “Habrá tiempo para ver si eso tiene la calidad suficiente –asegura el artista, que acaba de publicar el libro de aforismos Parpadeos– ¿Por qué se musealiza una obra que, a lo mejor, dentro de unos años no tiene ningún interés? Todo no tiene por qué ser supermoderno. Un museo es una institución de medio o largo plazo, no una sala de exposiciones ni una galería”.

Tampoco es muy optimista el actor irlandés Gabriel Byrne sobre el arte cinematográfico. En España y en Irlanda, “nuestra cultura ha sido apartada por lo que nos ha llegado de Estados Unidos”, declara a Astrid Meseguer (La Vanguardia). Se muestra muy crítico con la irrupción de la inteligencia artificial y las plataformas. “La era del cine tal y como la conocemos puede que esté en sus días finales –proclama el intérprete, que encarna a Samuel Beckett en Dance First–, porque vivimos en una sociedad de la posverdad, donde lo falso y lo artificial se acepta como algo tan válido o más que la realidad”.

“Nuestra cultura ha sido apartada por lo que nos ha llegado de Estados Unidos”, Gabriel Byrne

Eva Díaz Pérez defiende con pasión la cultura europea. Asegura que con su último libro, Los viajeros del continente, su intención es “contar Europa desde la literatura y hacer una reflexión sobre nuestra memoria y cultura”. “Me pregunto qué ha sido Europa –expone a Javier López Iglesias (Hoyesarte.com)–. La política, el pensamiento y la sociedad están virando hacia lugares muy tenebrosos (...) En el mundo actual parece que a veces tienes que pedir disculpas por hablar de cultura o por hacer un relato culturalista”. La escritora sevillana reivindica también “la novela literaria”.

“Muchas editoriales se han mercantilizado –afirma– y al final se aplica el ‘tanto eres como autor en función de tanto vendes’, y me parece que ese no puede ser el canon”. A propósito de las editoriales, Inés Martín Rodrigo (El Periódico de España) pregunta a la superventas Dolores Redondo si sintió, desde el principio, la misma buena acogida por parte del mundo editorial que la que le proporcionaron los lectores. “Pues no –responde la autora de Esperando al diluvio–, lo que pasa que también te digo que no les quedó más cojones, y ahí puedes poner cojones. No les quedó otra, porque lo que pasó fue tan tremendo que se lo comió todo”.

También autora de éxito de novela negra –aunque Redondo califica la suya de “mestiza”– es Susana Martín Gijón. Asegura la autora de La Babilonia, 1580 que ha construido su carrera a base de “perseverancia, constancia y profesionalidad”. “En el imaginario sigue presente que los escritores nos ponemos a ratitos, o cuando nos viene la inspiración –se queja ante Álvaro Rubio (Hoy) . Y no es eso para nada. Es una carrera de fondo, muy dura (...) Hace falta tomarse muy en serio tu trabajo para armar novelas de 400 páginas,”.

“Cuando empecé a tener éxito, al mundo editorial no le quedó otra que acogerme”, Dolores Redondo

P. S. Con motivo de su despedida como articulista, Mario Vargas Llosa reflexiona sobre cómo han convivido el periodista y el novelista. “Para un escritor comprometido, como se decía antes, la irritación es fundamental. Si uno asiste a la actualidad con pasividad o indiferencia, las columnas serán más pobres –relata a Andrea Aguilar (El País)–. La fascinación sirve para estimular al que escribe, pero debe servir sobre todo para contagiar al que lee.

La irritación da vigor a la prosa. (...) Para poder escribir novelas yo he necesitado siempre tener un pie en la actualidad (...). Seguramente ser novelista aporta algo a la hora de escribir columnas, porque el novelista tiene una cierta sensibilidad al ver la actualidad y eso debe reflejarse de alguna manera”.

Equipo Crónica: 'El Panfleto', 1973 (en la exposición 'Escenas de la Colección'). Foto: IVAM

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