Image: Herbert. Poesía completa

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Poesía

Herbert. Poesía completa

Zbigniew Herbert

25 enero, 2013 01:00

Zbigniew Herbert

Versión, prólogo y notas de Xaverio Ballester. Lumen, 2012. 656 páginas. 26'90 euros


La obra del poeta Zbigniew Herbert (Lvov, 1924-Varsovia, 1998) está traspasada de universalidad. Si tenemos presente que raramente existe un poeta sin raíces, comprenderemos que esa dimensión rica y abierta de su obra tiene mucho que ver con sus orígenes y con la provisionalidad de los mismos. Primero, con los de su ciudad natal, situada en territorio cambiante (Polonia, Unión Soviética, Ucrania); algo que no sólo le afectó a él, sino que, a lo largo del siglo XX, condicionó la vida de otros escritores centroeuropeos. Luego, su muerte en 1998, o afirmaciones como la de Czeslaw Milosz, reconociendo que el premio Nobel que se le concedió a él en 1980 se lo merecía Herbert, volvieron la atención hacia este poeta que ha suscitado un interés especial al publicarse su poesía completa. Nos habían llegado antes con buena resonancia las obras de Milosz, Rózewicz y Szymborska, pero sólo la de Herbert desborda la visión de la poesía polaca de la segunda mitad del pasado siglo.

Otro factor determinante es la influencia de las convulsiones históricas -concretamente la segunda Guerra Mundial- en su vida y en su obra. Ésta se publica relativamente tarde (Cuerda de luz, de 1956, a sus 32 años), pero seguramente condicionada por esa guerra y por el fin de la misma y una mayor estabilidad anímica, de la que brotan poemas de largo respiro. La cruel Historia es pues -como en tantos poetas y escritores del siglo XX europeo- un factor determinante, una prueba que deben abordar su vida y su obra. Sin embargo, en el caso de Herbert, su voz se impondrá a estos fuertes condicionamientos previos (sus estancias en París y California le ayudarán a ello). La precisión y la claridad de esta traducción redoblan el interés por este volumen y facilitan la aproximación al mensaje.

También como en otros poetas de su tiempo, en sus inicios pesarán los "cantos de sirena" del surrealismo; en su caso quizá como reacción permitida frente el realismo comunista imperante, pero pronto habrá otros factores que ampliarán el campo de su visión. Recordaré los siguientes: la extremada libertad expresiva (que irá del poema en prosa al versículo, condicionando siempre con impulso inspirado); el contrapeso del Arte (importante frente a ese exclusivismo de lo meramente "literario"); los mitos y símbolos, particularmente los alusivos al mundo mediterráneo; un humanismo que atiende a las capas sociales más desposeídas, a cuanto se abaja en la vida o es sometido ideológicamente por ésta; un pensar el poema (y en el poema) gracias a ese personaje que es Don Cogito, de resonancia cartesiana, que va y viene por su obra, aunque centrado en uno de sus libros (Don Cogito, 1974); una cultura muy finamente asumida, pero casi siempre superada en los textos por la experiencia de ser, por la vida, etc.

Sin embargo, como en cada poeta no artificioso, es en la etapa de madurez, final, donde quedan atrás influencias y condicionamientos históricos y sociales, y el autor se enfrentará a la tensión más extremada, a cuanto -esencialmente- él ha querido decir. Esto implica una radicalidad, una apuesta por temas muy libres y personales y, en el caso de Herbert ¡cuando ya ha superado los 70 años de vida! Es el momento en el que aparecen Rovigo (1992) y Epílogo de la tormenta (1998). Podemos encontrarnos aún alusiones a sus años americanos (California), Don Cogito seguirá "pensando" en algunos de los textos, pero el poema se ha transformado en plegaria. Es un proceso sutil que viene de tiempo atrás (pensemos en la "Oración de los ancianos", de Elegía para la partida), pero es en los últimos años de la vida del poeta cuando "Don Cogito sucumbió/a los falaces encantos de la música".

¿Qué música es esta a la que se rinde el pensar y el dudar? La que la palabra inspirada fija cuando el origen (la memoria familiar y de infancia) se funde con la piedad; algo que caracteriza a parte de la poesía polaca germinada en los silencios y censuras del totalitarismo. No hay verdadera poesía sin libertad. Por eso, en los cuatro poemas de "Breviario", Herbert renuncia a máscaras, a "construir" el poema, y se deja fluir con la música hallada: "sé que mis días están contados"[...] por qué/ mi vida/ no fue como círculos en el agua/, un comenzar creciendo/ tras haber sido despertado desde una hondura infinita..."Y con el tono del salmista, lo que el poeta aún quiere ser se lo pide, libre y sin complejos, a alguien que tiene nombre: "Señor:/ ayúdanos a inventar un fruto/ una imagen pura de la dulzura...".

Corazón chiquito

La bala que disparé
durante la gran guerra
dio la vuelta al globo terráqueo
e hizo blanco en mi espalda

en el momento menos oportuno
cuando estaba ya seguro
de haberlo olvidado todo
las culpas de él y las mías

ciertamente como los demás
deseaba borrar de mi memoria
los rostros del odio