Javier Lostalé -a quien se deben los programas radiofónicos "El ojo crítico" y "La estación azul", inolvidables- ha ido creando una obra poética que, desoyendo los preceptos de los modos más difundidos en estas últimas décadas, se lee hoy con todo placer e interés. Se trata de una escritura en la que la emoción está siempre presente, de un modo algo paradójico por cierto, porque esa presencia está en este libro y en muchos otros casos en función de un recuerdo, de un anhelo, por tanto, de lo que falta. Esta emoción reclama ser leída.
Javier Lostalé -a quien se deben los programas radiofónicos "El ojo crítico" y "La estación azul", inolvidables- ha ido creando una obra poética que, desoyendo los preceptos de los modos más difundidos en estas últimas décadas, se lee hoy con todo placer e interés. Se trata de una escritura en la que la emoción está siempre presente, de un modo algo paradójico por cierto, porque esa presencia está en este libro y en muchos otros casos en función de un recuerdo, de un anhelo, por tanto, de lo que falta. Esta emoción reclama ser leída.