Image: Poemas encadenados (1977-1987)

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Poesía

Poemas encadenados (1977-1987)

Pedro Casariego Córdoba

13 marzo, 2003 01:00

Pedro Casariego. Foto: Archivo

Prólogo de ángel González. Seix Barral. Barcelona, 2003. 539 páginas, 21 euros

Pedro Casariego, incluido en la antología Ocho poetas raros, "en ningún momento se atuvo a los modos y a las modas que caracterizaron el trabajo de sus contemporáneos", según indica ángel González en el breve y voluntarioso prólogo que precede a este volumen.

¿Es verdad eso? Sólo hasta cierto punto. En cualquier caso, no deja de resultar extraño que un poeta que se nos presenta como radical y marginal publique su primer libro, Maquillaje (Letanía de pómulos y pánicos), en la Editora Nacional y precedido por un prólogo de alguien tan poco radical y marginal como Pedro Laín Entralgo: "Pienso que, como el cerrado y opaco horizonte vital de las novelas de Kafka, este maquillaje del mundo que tan implacable, descarnada y diestramente describe y vitupera Pedro Casariego no pasa de ser una pared, en definitiva quebradiza, interpuesta entre lo que se ve y lo que se presiente, entre la seguridad inmediata y opresora de la apariencia visible y la incierta, promisora seguridad de una realidad visible. Algo hay en el mundo y en el hombre más allá del maquillaje".

Maquillaje, que parecía el comienzo de una trayectoria poética, era casi el final. Antes de ese volumen, que data de 1979, el poeta había escrito otros tres: La canción de Van Horne (1977), El hidroavión de K. (1978) y La risa de Dios (1978). ¿Al margen de los modos y las modas de sus contemporáneos, como quiere á. González? No parece que esos libros hubieran podido ser escritos sin la oficialización de la ruptura que supuso, en 1970, Nueve novísimos. Sus técnicas de narración sincopada, su utilización de elementos cinematográficos y de la narrativa popular, tienen mucho que ver con la escritura de algunos de los poetas incluidos en esa antología, como Leopoldo María Panero, y con un poeta que quedó fuera de ella, Eduardo Haro Ibars.

Los libros de poemas de Pedro Casariego, los cuatro citados y los dos que completan su trayectoria, La voz de Mallick (1981) y Dra (1986), son menos libros de poemas que poemas unitarios divididos en fragmentos. Esther Ramón, en el estudio preliminar, nos indica que el autor "se confesaba lector de novelas por afición y para evitar el contagio: si escribía poesía prefería no leerla". Sus libros mayores serían así elípticas narraciones en las que "personajes muy diversos se entrecruzan en constante actividad, como pequeñas figurillas de colores de colores vivos agitándose en una misma caja cerrada, y la niebla corre el peligro de espesarse si quien lee no mantiene un mínimo afán de averiguación".

Más atractivos que los "poemas encadenados", dilatadas colecciones de fragmentos que rara vez tienen valor por sí mismos, resultan los "poemas sueltos" que completan el volumen. Encontramos también en ellos mucho de escritura automática, de patetismo que se disfraza de humor. La cercanía a Leopoldo María Panero resulta evidente, pero aquí la violencia escatológica resulta menor y mayor la ternura.

¿Interesarían lo mismo los textos de Pedro Casariego Córdoba si detrás de ellos no hubiera un personaje con su novela y su secreto a cuestas? Esther Ramón resume así su biografía: "Pasó gran parte de su vida encerrado en la casa de su familia, cultivando el jardín y muy pocas amistades, escribiendo y luego pintando. Se casó y tuvo una hija, para quien compone la que será la última de sus obras: el cuento ilustrado Pernambuco, el elefante blanco, que le entrega como regalo de Reyes el 6 de enero de 1993. Dos días después es voluntariamente ‘mordido por un tren hambriento’ en Aravaca (Madrid). Tenía 37 años".

Sin ese final, sin la mitificación del personaje, no contaríamos con esta hermosa edición de sus versos en una editorial que raramente publica poesía. Casariego creatividad dolorida, fue algo más y algo menos que un poeta. Quizá, como Gil de Biedma, no quería ser poeta, sino poema. Y lo consiguió, convirtiéndose en un mito fascinante y trágico.