Poesía

Muerte y fama

Allen Ginsberg

5 julio, 2000 02:00

Edición bilingöe. Traducción de Ana Becciu. Lumen. Barcelona, 2000. 286 páginas, 2.700 pesetas

G insberg fue uno de los máximos exponentes de lo que se ha dado en llamar contracultura, término que, con bastante razón, odiaba y que, sin embargo, contribuyó a crear. La contracultura -que teorizó entre nosotros Luis Antonio de Villena- tuvo dos manifestaciones importantes: el arte underground y la poesía beat. Ginsberg fue uno de los patriarcas y teóricos de ésta y, con Kerouac y Burroughs, formó parte de su núcleo fundacional. Acusado de obscenidad y declarado en 1957 inocente, Ginsberg encabezó casi todos los movimientos de protesta que dieron color a los sesenta y que vieron, en la utopía y en las religiones orientales, un horizonte de esperanza y un principio místico liberador. Toda una generación se sintió reflejada en aquellos versos que intentaban actualizar la llamada "Blake-Visión". The Gates of Wrath, de 1972, es un libro en esa dirección, próxima a la pintura de sensaciones de Cézanne y a una versión, en clave cotidiana, de las imágenes del surrealismo, cuya escritura automática había practicado, a principios de los años cincuenta, Kerouac.

El descubrimiento del haiku, las lecturas de Williams y de Pound, y la predilección por los compuestos le llevaron a acuñar una forma de lengua, trabajada a modo de habla, en la que la repetición de los pronombres se convirtió en recurrencia rítmica y en la que los motivos más frecuentes eran los anatematizados por "la mayoría moral".

Ginsberg produjo así un discurso tan eficiente como heterodoxo que se atrevió incluso a salmodiar. El verso largo -que recuerda a Whitman- le permitió trazar una descripción panóptica, cuyo ejemplo máximo tal vez sean los poemas "América" y "Un supermercado en California". En Kaddisch adaptó el ritmo del texto al de respiración e imprimió al verso un carácter profético y casi testamentario, que denunciaba tanto la hipocresía americana como la magia negra de sus medios de comunicación. Con ello dió una visión fragmentaria y apocalíptica de la decadencia americana, tanto en su intrahistoria -eso es "Wichita Vortex Sutra"- como en su planteamiento general: The Fall of America- Poems of There States. La experiencia preconceptual -expuesta por Kerouac en su ensayo de 1957 Essentials of Modern Prose- la mezcla Ginsberg con la tradición budista tibetana, la judía y la gnóstica en su intento de articular aire respirado y percepción: vuelve así a un tipo de oralidad que deja su impronta en la escritura y que sustituye el libro por el disco en su deseo de comunicar.

En los años ochenta publica Plutonien Ode, un libro dentro de la estética punk, que critica las centrales nucleares y "las industrias diabólicas". La orientación plástica y visual de sus poemas le hace a colaborar con Robert Frank en una película, Pull mi Daisy, así como a interesarse por la fotografía, en la que encuentra "un modo preciso de visión" que, como el poema, capta "el carácter sagrado del instante". Making it up y Cosmopolitan Greeting, editados, ambos, en 1994, recogen textos escritos entre 1986 y 1992, en los que, a caballo entre la emoción del recuerdo y la sátira de los arquetipos, Ginsberg se muestra, sobre todo, como un hábil y magnético recitador. Los últimos poemas que, bajo el título de Muerte y fama, ahora se publican no añaden nada nuevo a la obra de Ginsberg, aunque le aportan lo que siempre tuvo: coherencia y unidad. Y así hay que leerlas: como el paisaje propio de un fin de trayecto y como el recorrido de todo cuanto su ideario fue.

El último Ginsberg, aquejado de cáncer de hígado y de una disestesia que le afectó de cintura hacia abajo, tematiza el cromatismo de los excrementos y su escatología personal. En esto va más allá de Juan Ramón y Yeats. En "Nuevas stanzas para Amazing Grace" escribe un poema de honda melodía cristiana, como en "Frases al pastel (selección)" se mueve entre la greguería, el anáglifo y la jitanjáfora; vuelve a insistir en los compuestos: "bajo ojos-pezones de los pechos"; y reintroduce un sistema de rimas tan musicales como claro es su compromiso.

En "Se trata de" lo expone de modo muy directo; "¿Sabes de qué hablo también"? también. La poesía de Ginsberg deriva hacia una ternura que nunca abandonó y que no es ajena a la de los primeros poemas de Catulo, a quien sigue en la forma de la autoinvocación. "Tonadas populares" funciona sobre el rail de la memoria; "Cinco de la mañana", sobre el "aliento transmitido a las palabras"; y otros, como "Ido ido ido" lo hacen sobre la fantasmal identidad del tiempo. "Enviando un mensaje" y "Lamentación del sin techo" son dos ejemplos de muy buena poesía social. Otros, como "Campanas de diamante" interesan menos por lo divertido de su forma que por la radicalidad de su expresión. El libro abunda en baladas y en blues y el tono exhortativo deja paso a la imprecación. Lo erótico nunca deja de tener su sitio aquí ("Algunas adolescentes la mecen/ otras se la comen de almuerzo") y su máximo ejemplo es "Jacking off". El poema que da título al libro habla de "damas de ambos sexos" y "Tema objetivo" insiste en un tema unamuniano: la evanescente identidad del yo. "Rimas estrelladas" y "Las cosas que no haré" constituyen los dos únicos momentos líricos. Muerte y fama es un libro intenso y desigual, en el que hay menos un poeta que un hombre. Y eso es lo más interesante: su sentimiento de desnudez y su deseo de solidaridad. Ana Becciu lo ha traducido de manera literal y precisa y nos ha acercado la escritura de Ginsberg en la retórica que tuvo y en la insobornable verdad que siempre fue.

Tema objetivo

Es cierto que escribo sobre mí mismo
¿A quién otro conozco mejor?
Dónde se juntan más sangre rosas rojas y basura de cocina
Qué más tiene mi grueso corazón, hepatitis o hemorroides-
¿Qué otro vivió mis setenta años, mi vieja Naomi?
Y si por casualidad escribo sobre política norteamericana, sabiduría, meditación, teoría del arte
es porque leí un periódico ame a los maestros leí libros por encima y visité un museo

8 de marzo