Novela negra

España criminal. 15 relatos muy negros

Varios Autores

3 mayo, 2013 02:00

El Full, 2013. 303 páginas, 24'95 euros


Existe en España un colectivo de escritores llamado 12 Plumas Negras, que nació en 2008, el año en el que estalló la crisis, y que se ha dedicado a radiografiar, desde la ficción noir, algunos de los detonantes de la misma. No en vano, en su primera colección, Crímenes de Castellón, sus autores, las 12 plumas, que, no casualmente, las empuñaban periodistas y directores de comunicación, como Francisco Fernández Beltrán (director de comunicación de la Universidad Jaume I de Castellón) construían sus ficciones al abrigo de los casos de corrupción más conocidos a nivel nacional. Un año más tarde publicaron Más crímenes de Castellón y en 2011 ampliaron su radio de acción y su número (las plumas se convirtieron en 20) y editaron Valencia Criminal.

Y, puesto que la crisis sigue y los casos de corrupción se multiplican, tan militante colectivo sigue en pie de guerra, decidido a contar a través de la ficción aquello que queda fuera de la crónica periodística, o el presidente provincial a punto de ser destituido por el presidente del partido (el partido que tiene sede en la calle Génova de Madrid) tras descubrirse su mala gestión (y un par de casos de corrupción) dispuesto a llevarse a "dos o tres por delante", protagonista de "Lista de espera", el relato de Fernández Beltrán, uno de los más incisivos de la colección. Colección en la que participan además reconocidos autores de novela negra, como Juan Bolea, que se traslada en "Muerte en la fragata rusa" a su Cádiz natal para narrar el asesinato de un escritor cubano, y debutantes decididamente prometedores (más que recomendable es "Alicante, ciudad de vacaciones", del tarantiniano Claudio Cerdán). Pero no sólo ellos, también el que fuera ministro de Administraciones Públicas entre 2004 y 2007, Jordi Sevilla, que ironiza sobre la muerte de un ministro en "De ministro a ex ministro con un tiro en la frente".

¿Tienen todos ellos algo en común? Sí, abunda la primera persona y la crítica teledirigida a puntos negros de la sociedad española. También abundan los cafés en termo frente al bourbon de Bogart (como apunta Sevilla), el Calvados de Marlowe y el té de Miss Marple, y hay incluso una crítica a la desaforada pasión del español medio por la telebasura y durísimos combates contra constructores que no acaban bien ("Manuel, alcalde", de Ana Rosa Sanfeliu) y un guiño a la violencia machista ("Satisfaction", de J. C. Enrique Forcada).

Como intento de tomar el pulso a la sociedad española desde el género que con más libertad puede atacarla, la antología funciona, pero a medias, porque son muchos (aún) los relatos centrados en la vertiente mediterránea. Pero ése es el único crimen que comete. El resto funciona como una bomba.