Novela negra
Venganza
Benjamin Black
1 febrero, 2013 01:00Benjamin Black. Foto: Dominic Walsh.
Experto en conspiración familiar, Benjamin Black (el John Banville noir) coloca esta vez a su peculiar Doctor Watson en el epicentro de un terremoto con demasiado cabos sueltos: la pícara Mona, Esposa Número Dos del fallecido; sus dos hijos, dos gemelos idénticos (y misteriosos, en el sentido en el que era misteriosa La dama del lago de Raymond Chandler); su fiel hermana Maggie y un padre, Samuel, que querría ser el doble de Yeats.
Así, sumido en el viciado ambiente de lo que el superintendente Wallace considera "gentuza adinerada de Dublín", Quirke, un Quirke en baja forma, "con aire de encargado de funeraria", en palabras de Hackett, se las verá con la ambición sin escrúpulos de alguien dispuesto a cometer un acto de venganza por el mero placer de cometerlo, sin ni siquiera desearlo. Y mientras trata de desentrañar el misterio, se encontrará con su ex novia (la actriz), tratará de olvidar a la cruel Françoise d'Aubigny, y se meterá en la cama de alguien que sólo quiere jugar con él. ¿Y su hija Phoebe? Su hija Phoebe se meterá en un buen lío tratando de buscar pistas y culpables sin que nadie se lo haya pedido, como su padre. A todo esto, sí, sigue saliendo con David Sinclair, el ayudante de Quirke, y parece que lo suyo va en serio.
Black es todo un experto ya (con cinco casos a sus espaldas) en urdir complejas, fascinantes y mortíferas tramas familiares, hasta el punto de que podría decirse de él que es el híbrido perfecto entre la novela negra norteamericana de la Época Dorada (aquella que transcurría en Los Ángeles y San Francisco) y la "aburrida", en su opinión, Agatha Christie, en el sentido de que es capaz de construir una conspiración familiar (con reunión oficial para tomar el té de las cinco) que se desarrolle (y concluya) como uno de esos elegantes pero a la vez sucios misterios de la Costa Oeste, que siempre incluyen chicas fatales, y un cabeza de familia turbio (y mortal). Sí, Black está llamado a aunar la tradición noir de un lado y otro del charco y, a juzgar por la calidad del resultado, a devorar literariamente a su Doctor Frankenstein (John Banville).