Image: Feliz final

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Novela

Feliz final

Isaac Rosa

5 octubre, 2018 02:00

Isaac Rosa. Foto: Archivo

Seix Barral. Barcelona, 2018. 344 páginas. 18,50 E. Ebook: 12,99 Ez

La nueva novela de Isaac Rosa (Sevilla, 1974) afronta la separación de una pareja, tal vez el conflicto más esquizofrénico de nuestra realidad social: el matrimonio (Feliz final está protagonizada por un matrimonio, aunque ellos mismos jueguen a ocultar esa naturaleza "oficial") es una institución simultáneamente exigida e imposibilitada por nuestras reglas del juego ortodoxas. Un juego de exclusividad y jerarquía que en el fondo responde a la lógica de competición, como dice Brigitte Vasallo de la monogamia, pero al que apostamos lo mejor de nosotros y una voluntad fundacional para la que cuesta encontrar alternativas. Por eso es tan desbordante la acumulación de decepción, fatalidad, precariedad y contradicción de estas páginas, y por eso la novela resulta al mismo tiempo desoladora como espejo de la intimidad del lector y sistemática en tanto que sección frontal de una época.

Este libro habla de cómo el amor y sus lenguajes privados apenas logran transformar el mundo

Feliz final, título que parece expresar un deseo irónico, recrea las voces de él y de ella, articuladas en una estructura ingeniosa (tengamos en cuenta que el ingenio es un recurso de potencia finita) que empieza en el Epílogo y acaba en el Prólogo, esto es, que viaja hacia atrás desde el desmantelamiento del hogar común a la primera certeza del amor romántico. Por el camino, esas dos voces dialogan, se manifiestan y replican. Al principio, desde una media distancia herida. A partir de la mitad del libro, la conversación se enmaraña, forma montajes paralelos a dos columnas, se funde en el mismo párrafo o altera su orden previsible. En paralelo, el foco de la narración va abriéndose a todas las ansiedades contemporáneas, del trabajo a la salud hasta llegar a entrever la verdadera tragedia de quienes mueren en el mar huyendo de la miseria. Que esto último se descarte enseguida como material de esta historia de ex clase media es un hallazgo de crueldad exacta.

Él y ella, escritor y profesora, persiguen relatos o metáforas que les permitan entender o justificarse. Cuanto peor están, más los necesitan; en los buenos momentos, los hechos parecen bastar, tal vez porque fundan el relato sin necesidad de que medie la mala conciencia. Él se aferra a tópicos, ella trata de desbaratarlos pero cae en otros, y (esto es importante) tampoco la novela logra ir más allá de esos tópicos o alterarlos, lo que cabe entender como confesión de que la literatura no logrará embellecer ni sublimar ni transmutar en excepcional nuestras intimidades vividas entre muebles y retóricas de Ikea. Él habla de "gestión del deseo" y traduce el amor en gráficas bancarias, imbuido de una ideología común que cree detestar. "Qué límite el lenguaje cuando sufrimos", acaba reconociendo uno de ellos, y así resume el sentido de Feliz final sin saberlo. Porque este libro habla de cómo el amor y sus lenguajes privados apenas logran transformar el mundo, y en cambio son insidiosamente transformados por el mundo.

Y el lector no puede escapar de ese paisaje: la arqueología sentimental ejecutada por estos personajes va revelando una decepcionante reiteración de los patrones, una obviedad en el comportamiento (infidelidad, cobardía, impostura...) que aun así merece toda la ternura del mundo porque es la nuestra.

@Nadal_Suau