Image: La ciudad siempre gana

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Novela

La ciudad siempre gana

Omar Robert Hamilton

29 junio, 2018 02:00

Omar Robert Hamilton

Traducción de Ce Santiago. Sexto Piso. Madrid, 2018. 316 páginas. 22,90€

Resulta lógico que en tiempos de revoluciones televisadas (por utilizar la terminología de Gil Scott-Heron) las formas se tengan que adaptar al contenido de lo narrado. Las formas, como bien se sabe, no son nunca arbitrarias, y menos en textos que tratan de captar un determinado momento o suceso histórico. En este caso, quedarse con que La ciudad siempre gana, el sorprendente debut literario de Omar Robert Hamilton (Londres, 1984), es una novela sobre la Primavera Árabe egipcia es todo un reduccionismo, pues lo que a mi juicio retrata con precisión, no son tanto unos hechos (que también) como una estética, la estética de las revoluciones del siglo XXI.

La ya emblemática plaza Tahrir estará siempre de fondo, incólume. Los personajes quedan en ella, se manifiestan, resisten, la recorren y se esconden por sus alrededores. Pero lo importante, nos cuenta Hamilton, no sucede en verdad allí. En el libro se nos muestra cómo miles de jóvenes construyen (literalmente) ‘su' revolución, al margen de los símbolos, al margen del poder. Es esta por tanto la novela de una generación que ha aprendido nuevos modos de asociarse, de interactuar, de rebelarse en definitiva. "Cientos de personas llegan en oleadas a la calle y Khalil las sigue, ansioso por regresar a la lucha, por llegar a casa y oír las nuevas grabaciones, por quitarse la ropa gaseada y meterse, vivo, en la cama con Mariam, por subir a Facebook el nuevo podcast y ver el pico de descargas, por las historias que contarán en los años venideros".

La ciudad siempre gana. Tiene razón Hamilton. Y una de sus principales victorias es esta novela

Vemos aquí resumida toda la idiosincrasia generacional de la novela. La revolución es inminente, inevitable y necesaria. Pero no se puede obviar que es también un (vídeo) juego adrenalítico al servicio de una juventud acostumbrada a vivir la vida a través de sus pantallas a un ritmo muy similar al que late en las calles durante cualquier alzamiento. Lo que haya ocurrido ese día en la plaza Tahrir se recordará gracias a jóvenes como Khalil, ocupado en compartir en las redes sociales las imágenes grabadas durante la última manifestación. Khalil no está solo, claro. Le respalda toda una organización subrepticia, toda una red de conexiones sorprendentemente bien coordinada, por más que entre ellos apenas se conozcan. Las victorias se alcanzan consiguiendo que los materiales grabados se vuelvan virales. El éxtasis se vive justo en ese momento. La verdadera lucha no está en la calle sino en la red y Hamilton retrata esta dicotomía a la perfección.

La ciudad siempre gana se presenta así como un texto frenético, que nos habla de cómo se construye una revolución diferente, inmediata, donde las victorias, por fin, son del pueblo. "Nuestra arma es la masa", se afirma con contundencia. Pero la masa es impredecible. "Hoy había en la calle más personas que nunca, millones (…). ¿Puede lograrse que la multitud piense en términos tácticos? ¿Puede haber tácticas cuando no hay líder?", se preguntan, llenos de dudas, los protagonistas. A Hamilton no le quedará otra que imponer, aquí sí, la Historia con todas sus amarguras. Porque ésta es también una novela sobre la desilusión: "Lo irónico de nuestra primera y única victoria es que fue a la vez pírrica y comprometedora", confesaba en su cuenta de Twitter Alaa Abd El-Fattah, el ciberactivista que hoy día sigue en prisión.

"Es una puta guerra generacional -grita Malik por encima del reverberante eco de las escopetas y de la estrepitosa lluvia de piedras"-, porque "la cosa ya no va ni de izquierdas ni de derechas..., son todos iguales. Esto va de jóvenes contra viejos", se nos dice durante el fragor de la batalla. La gran voz clásica de Umm Kulthum se entremezcla de fondo con las últimas grabaciones de Radiohead, y uno quiere creer en la victoria. Pero Hamilton nos recuerda entonces un demoledor pasaje del Homenaje a Cataluña (1937) de George Orwell para hacernos ver que la Primavera Árabe en Egipto es otra revolución con pies de barro. Aun así, la ciudad siempre gana, tiene razón Hamilton. Una de sus principales victorias es esta magnífica novela.

@FranGMatute