Image: Los afectos

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Novela

Los afectos

Rodrigo Hasbún

29 mayo, 2015 02:00

Rodrigo Hasbún. Foto: Eterna cadencia

Random House, 2015. 144 páginas, 15'90€, Ebook: 9'99€

Los afectos, de Rodrigo Hasbún (Cochabamba, Bolivia, 1981), es, sobre todo, una hermosa novela breve (dos partes más una coda) en la que se cuenta, en pinceladas poco cargadas y como en sordina, la trágica historia de una familia alemana emigrada a Bolivia tras la Segunda Guerra Mundial. La tragedia no proviene sólo de ese prolongado desarraigo desde Múnich a La Paz, sino de la situación convulsa en la que se mueve y encuentra este matrimonio y sus tres hijas (Monika, Heidi y Trixi) durante tres décadas del siglo veinte: los años cincuenta, sesenta y setenta, tiempo de revoluciones, abusos de poder y barbarie en casi todo el Continente Sur.

La narración se inicia con la figura del padre, Hans Erlt (en el pasado, camarógrafo estrella de Leni Riefenstahl), ahora un aventurero, alpinista, un titán obsesionado por las expediciones y por encontrar y filmar la antigua ciudad inca de Paitití, enterrada supuestamente en la selva amazónica junto a innumerables tesoros. El patriarca es un iluminado al que la falta de acción lo vuelve una bestia en cautiverio, su fijación es el futuro, la posibilidad y necesidad de un nuevo principio. Ya en sus relatos de Nueve, Hasbún combinaba sus historias de ambientación estadounidense (reside en los Estados Unidos, como su compatriota Paz Soldán) con otras en las que ponía el foco sobre las poblaciones desfavorecidas de la Bolivia profunda, trágicas vidas a menudo malbaratadas o seccionadas por la violencia gratuita. Mucho de esto último hay en Los afectos, donde el autor elige contar esta peripecia de tres décadas como una secuencia de estampas de la vida, alternando ángulos, perspectivas y voces. Una gran aventura, contada con gran verbalidad y a la vez con contención, por altas cordilleras a cinco mil metros de altitud, selvas y poblaciones de adobe donde la gente mastica coca, reza en aimara y sobrevive milagrosamente al frío. "Parecíamos paracaidistas extraviados. Parecíamos soldados en busca de una guerra", así se sienten estos alemanes "perdidos en las entrañas de un país extranjero, tan lejos de casa".

Pero la obra describe también los proyectos, las vidas y los matrimonios truncados o errados, las pérdidas e incomprensiones familiares, o el desangrarse de todo un continente encarnado en una juventud idealista y revolucionaria aplastada en años oscuros de militares y paramilitares. Y a veces el autor pone el foco sobre la inestable hija mayor, a la que se dirige con un eficaz "tú" en un afán de comprensión de las razones de una desgracia, personal y política, que se anuncia y se avista en el horizonte. Hay un modo elegante y sobrio de narrar este drama, esbozado, sin voluntad de cierre, aunque todo quede, final y hermosamente, explicado.