Novela

El dedo en la boca

Fleur Jaeggy

28 noviembre, 2014 01:00

Alpha Decay, 2014. 86 páginas. 16,90 e.

En El ser y la nada Sartre explicaba psicoanalíticamente que una de las tendencias más fundamentales de la realidad humana es la tendencia a llenar, que buena parte de nuestra vida la pasamos tapando agujeros, llenando vacíos, realizando y fundando simbólicamente lo pleno. Según esa teoría poner el dedo en la boca sería algo parecido a "tapar" un agujero de la cara en el niño, buscar una especie de densidad, de plenitud uniforme, una imagen que parece muy cercana a este misterioso texto de Jaeggy rescatado por Alpha Decay e inédito hasta la fecha en español. Lung, la protagonista de esta a ratos desconcertante novela de Jaeggy parece sólo un pretexto para animar, más que una narración clásica, un "estado de cosas". El dedo en la boca es una arriesgada novela ambiental que debería leerse como algunos de los mejores textos crípticos de Jaeggy como Proleterka o El ángel de la guarda, sin agobiarse por tener una idea muy clara de su trama, y abandonándose a la perversidad inherente a la narración, a su música. A ratos provoca la sensación de que lo que nos ha quedado del texto es algo parecido a una novela completa que hubiese sido violentamente sesgada y a la que hubiesen dejado un texto restante que sirviera a modo de guía pero también de acertijo. El tío-padre Jochim, la madre Marween, la historia del cerillero y de la amiga Armance, el encuentro con el filósofo son, más que episodios externos, situaciones al borde de la crueldad. Todas se producen en un lugar indeterminado entre la voz interna de la protagonista y un narrador indeterminado. Como en tantas otras ocasiones Jaeggy nos deja la sensación de haber cruzado una habitación en penumbra en la hemos tenido que orientarnos tocando, husmeando, sintiéndonos rodeados de otras presencias.