Novela

Ficciones

Pablo Martín Sánchez

6 enero, 2012 01:00

Eda Libros. Benalmádena. Málaga, 2011. 188 páginas. 15 euros

Es significativo que sea un sello tan independiente como éste el que ha tenido el buen gusto de sacar a la luz este brillante conjunto de relatos que sirve de debut al tarraconense Pablo Martín Sánchez (1977). Hay que rogar a quien haga falta para que en las mesas de novedades nunca falten libros como éste. Y también felicitar a los editores por el esfuerzo que supone en los tiempos que corren primar la literatura de calidad por encima de los dictados del mercado.

La casa que habita, literariamente, Martín Sánchez agradará a los lectores exigentes, con más horas de vuelo, que gusten del guiño metaliterario, la complicidad del autor o la intertextualidad por encima de la anécdota. A pesar de todo, no sólo de metaliteratura viven estos cuentos: hay historias, personajes trabajados con minucia y también un ligero sentido del humor que recorre el conjunto como un escalofrío, a veces de placer y otras, de inquietud.

Una sutil intensidad emocional divide los relatos en tres grupos: "Roces", "Caricias" y "Abrazos". Una atractiva nomenclatura, aunque luego surjan dudas acerca de la naturaleza de cada grupo y de las razones por las que tal o cual relato se inserta en uno y no en otro. Acaso se trate de una clasificación más personal que objetiva, o puede que el autor pretendiera una intensidad creciente en el conjunto. Desde luego, intensidad hay mucha en las casi treinta historias que componen el libro. Hay escarceos con el absurdo ("Rigor mortis"), relatos de corte sobrenatural ("Rodolfo dedos de lápiz"), realistas crisis personales contadas desde el punto de vista de un narrador enfermo de literatura ("Redacción") o relatos de factura más clásica, que ponen de manifiesto la enorme versatilidad de un autor que parece ensayar en qué registro se siente más cómodo ("Reír o no reír"). En ocasiones, además, lo metaliterario se aliña con esa fina ironía que logra afilar los efectos. Es el caso de los magníficos relatos "Tragicomedia de Mefito" y "Tentorea" o "El cubo de Rubik". También hay autoficción, a veces muy palpable, como en el ¿cuento? "Verbigracia", donde el autor parece contar su propia experiencia en la gestación de la revista del mismo nombre.

En suma, es como si Martín Sánchez hubiera querido elaborar con este libro un muestrario de sus muchos recursos como narrador. Un muestrario, por cierto, que sólo logra deslumbrarnos y dejarnos con ganas de nuevas entregas. En suma: un debut deslumbrante y un nombre que conviene apuntar con tinta indeleble.