Image: Todas las mujeres

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Novela

Todas las mujeres

Guy de Maupassant

29 julio, 2011 02:00

Guy de Maupassant. Foto: Archivo

Traducción de Mauro Armiño. Siruela. Madrid, 2011. 800 páginas, 29'95 euros

La lectura de este tomo de cuentos y novelas breves del francés Guy de Maupassant (Castillo de Miromesnil, Dieppe, 1850-París, 1893) ofrece una experiencia vital rica en sustancia humana. Sentimos enseguida que el escritor habla de emociones, de situaciones personales que podemos comprender, aunque casi todas resultarán crudas y desgarradas a los frágiles egos del presente, acostumbrados al terapéutico mimo de un entorno socio-cultural psicologizado. El autor nació en el seno de una familia de la alta burguesía acomodada, y su existencia se vio marcada por aspectos negativos y positivos. Entre los primeros un carácter difícil, que rozaba la esquizofrenía, agudizada por un tipo de vida decadente, yates, cruceros por el Mediterráneo, mujeres, muchas mujeres, y por el otro, disfrutó de la amistad de autores famosos, como Gustave Flaubert, y del reconocimiento literario. Le unía con Flaubert además de la similitud de origen social, el deseo personal de ser ellos mismos, de trazar su propio destino, fuera de las pautas marcadas por la familia. Maupassant terminará su periplo suicidándose a los cuarenta y dos años de edad.

Su obra más representativa y una expresión inolvidable de la fragilidad humana la encontramos en su excepcional novela breve Bola de sebo (1880), que encabeza el presente volumen. El título alude a la protagonista, "redonda por todas partes, de buenas mantecas" (págs. 52-53), una prostituta joven amante de la comida, que viaja en una diligencia de pasajeros de Ruán hacia el Havre, en compañía de unos ricos burgueses. Huyen de los prusianos invasores de Francia (1870-1871). Maupassant describe con detalle a los viajeros, el señor y la señora Loiseau, comerciantes de vino, él reputado por sus frecuentes timos; los señores Carré-Lamadon, propietarios de fábricas de hilaturas; el conde Hubert y su señora; una monjas; un demócrata que metía miedo a las gentes de bien... En esta compañía viaja Bola de Sebo. La nieve impide que llegan a comer al punto de destino; de hecho, la mañana se hace noche, y el hambre atenaza los estómagos. Por fortuna, la obesa mujer descubre que bajo sus faldones se oculta un cesto lleno de viandas, pollos, vinos. Los comparte con los presentes.

Finalmente, llegan de noche a Tôtes, donde aprenden para su disgusto que ya están allí los prusianos. El comandante invasor les dice que les dejará seguir camino si Bola de Sebo se acuesta con él. Ella se niega, y los acompañantes la apoyan; bueno, inicialmente. Por fin, cumplido el trámite, el mando prusiano permite a los viajeros continuar el viaje. Todos llevan viandas, menos Bola de Sebo...

Maupassant fue un escritor naturalista, es decir, acusado como Flaubert de inmoralidad en los tribunales, en realidad porque cambiaron el paradigma idealista del romanticismo, por uno positivista. Sus protagonistas aparecen desnudos de ilusiones y sometidos a las pasiones, al sexo, al poder. Cada una de estas historias levanta el velo sobre una debilidad humana, la mayoría de tipo amoroso, enunciadas por una abuela a su nieta en el cuento "En otro tiempo": "Sólo nos casamos una vez, hijita, y porque la sociedad lo exige, pero se puede amar veinte veces en la vida, porque la naturaleza nos ha hecho así" (pág. 93). La dama regaña así a la joven que jura ser fiel de por vida a su novio, negando las llamadas de la fisiología. Como dice el título del libro, la mayoría de los relatos tratan de asuntos de amores y de abusos lascivos, incestos, violaciones, adulterios varios. Y todos ellos vienen enmarcados en un contexto que desvela los contornos de la sociedad francesa de su tiempo.

Hay relatos que abordan otros temas, como el de la avaricia. Unas pocas páginas de "En familia" le valen para presentar a un pobre burócrata, cuya madre vive con su familia y a la que un día creen muerta. Hacen las esquelas, notifican a los allegados y, sobre todo, se apoderan de los escasos bienes de la anciana. La sorpresa llega cuando a la noche siguiente la abuela baja a la hora de la cena. El libro, sobre todo, ofrece cuentos que, como indica el título, presentan una enorme variedad de mujeres y de sus circunstancias personales, desde la joven enamorada o la madre madura, que aconseja sobre el amor a una muchacha romántica y timorata, hasta la adúltera, el personaje decimonónico por excelencia.

Excelentemente traducido por Mauro Armiño, Guy de Maupassant poseyó la pluma de un genio: leyéndolo, aprendemos y disfrutamos.