Novela

Las filipinianas

Inma Chacón

31 enero, 2008 01:00

Alfaguara, 2007. 321 pp., 18 e.

Tras la buena acogida de La princesa india parece que en la escritura encuentra nuevos retos Inma Chacón, y parece que, asimismo, son mujeres fuertes, independientes, las escogidas para figurar en el primer plano de sus relatos. También la elección de un escenario histórico, en ambos casos, sirve de refuerzo a la acción ampliando la profundidad de campo de la trama; así, ésta ofrece una crónica veraz de un período socio-político que alimenta las razones que mueven los entresijos de la ficción otorgándole mayor trascendencia. No es fácil ofrecer al lector la dosis precisa de imaginación y realidad histórica. Prueba de ello es que, a pesar de no salir mal parada, el equilibrio lo rompe la rigurosa atención que recibe la escenografía en detrimen-
to de los ingredientes -ritmo, tensión narrativas- que revalidan una historia.

Nos sitúa ésta en la controvertida España de finales del XIX, en Toledo, y de ahí nos conducirá hacia Alejandría y Manila hasta regresar al punto de partida. El protagonismo lo absorbe la familia del marqués de Satoñal y la acción nos pasea por las convulsiones socio-políticas que desembocarán en la pérdida de Filipinas, última colonia de España en Asia. Pero lo de Las filipinianas no es un gentilicio: representa "un espacio en el que se conservaban objetos tan especiales que había que inventar una palabra para poder expresar su significado". En esta historia se refiere a las cuatro mujeres -sus hijas y su nieta- que llenan la vida del marqués; aunque comparten primer plano con las dos relaciones consentidas: la esposa oficial y la "querida". Perfiles que quedan desdibujados, acciones que pierden fuerza al ganar peso el cuidado ejercicio de ambientación que las engulle. Quizá la autora ha pretendido demasiado.