Novela

Bonsái

Alejandro Zambra

9 febrero, 2006 01:00

Alejandro Zambra. Foto: Alhelí

Anagrama. Barcelona, 2005. 144 páginas, 16 euros

Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) nos ofrece aquí su primera "novela". En realidad podríamos definirla casi como "nouvelle", de utilizar la fórmula francesa mediante la que se designa una novela de breve extensión o tal vez se correspondería antes a un cuento largo.

Pero la ambición de su autor, quien ha publicado dos libros de poesía en su país, Bahía inútil (1998) y Mudanza (2003), es adentrarse en el género novelesco. Dado el título, podríamos concluir que nos hallamos -perdóneseme la ironía- ante el género ni siquiera nuevo de la novela-bonsái, cuyo texto mínimo se inicia con dos nombres que revelan la buena dirección de las lecturas de su autor: Yasunari Kawabata y Gonzalo Millán.

Zambra nos ofrece también la clave de su pretensión ya desde las primeras líneas: "Al final ella muere y él se queda solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura". Pues bien, el "resto" es lo que podría interesarle al lector. La sencillez de la exposición nos propone una reflexión ontológica, donde amor y muerte son principio y fin. La trama, sin embargo, se inicia en un ambiente juvenil seudouniversitario, al que nos introduce a través del lenguaje: "Poco antes de enredarse con Julio, Emilia había decidido que en adelante follaría, como los españoles, ya no haría el amor con nadie". Los "pololos" o novias de la muchacha son tres hasta llegar a Julio, el cuarto. Para que nada falte, se indican los inicios sexuales con Isadora de Julio. Lo demás, pese a lo que se despreció al inicio, es literatura, lecturas, metaliteratura. El amor se combina con los libros, especialmente con Proust, porque los amantes adquieren la costumbre de leer cada noche unas páginas antes de entablar su relación.

Tampoco faltará la amistad, desde la niñez, de Emilia y Anita. Esta última, a los 26 será madre de dos niñas y estará casada con Andrés (los nombres son, por descontado, intercambiables). Va a Madrid para visitar a Emilia, pero esto no da para mucho en una novela, pese a que viva en la capital española de forma degradante. Julio conoce a un escritor que se llama Gazmuri, pero la relación con María, que cree que es lesbiana, podría ser otro de los senderos transitables del relato. Julio asiste a la presentación del libro del escritor y descubre la existencia de los bonsáis y se decide a cultivar uno. Dibuja a Emilia y a María, pero Emilia se suicida. Todo ello da para una novela-bonsái.

Zambra escribe con claridad, objetivismo, con deliberada ingenuidad, con fluidez. Puede que en el futuro, ya novelista, acabe confi-
gurando una obra. De momento, Bonsái no pasa de ser un proyecto, el esquema meditado y deliberado de lo que hubiera podido ser "literatura". ¿Hacia la "mininovela pura"? Tal vez.