Novela

Los ojos del tuareg

A. Vázquez-Figueroa

22 noviembre, 2000 01:00

Plaza &Janés. Barcelona, 2000.345 páginas, 2.995 ptas.

Para escribir libros unos echan mano de negros y otros de tuaregs. Vázquez-Figueroa se ha resistido durante veinte años a retomar el tema de su mayor éxito, aquel Tuareg que llegó al cine. En la versión para la gran pantalla, a Vázquez-Figueroa el personaje le pareció "una especie de Rambo". Esta continuación algo tardía, en la que el hijo de aquel guerrero que venció a un ejército es el nuevo protagonista, pone este nuevo argumento en bandeja a realizadores amigos de la acción. Gazel Sayah, que hereda el nombre de su padre, nos parece todo un Rambo sin necesidad de esperar a la película que sin duda vendrá.

La pequeña familia que dejara el famoso Gazel Sayah padre, rechazada por su pueblo, busca un lugar aislado en el desierto donde vivir en paz. Excavar el pozo que asegure su supervivencia les cuesta titánicos esfuerzos, meses y la vida de un hermano. Seis años después un rally, organizado por europeos, que cruza áfrica desde Mauritania hasta Egipto, se topa con el pozo de nuestros felices tuaregs. Uno de los corredores, violando la hospitalidad tuareg, roba la preciosa y escasa agua y contamina el pozo, condenando a la muerte a la familia de Gazel Sayah. Los tuaregs secuestrarán a varios participantes en el rally y empezará una negociación que pondrá en evidencia la miseria de un montaje económico y la tragedia de una extinción: la de una forma de vida ancestral y unos valores nobles. La novela nace de una intención de denuncia, y abunda en diálogos en torno al cinismo de una sociedad occidental corrompida por el dinero. Chirría el detalle de que "el malo" sea pariente de Milosevic y decepciona la compasión final del, en principio, inflexible tuareg. Simpatizamos con el ataque a estos "deportes de aventura" para subnormales, pero no con la facilidad de Figueroa para el punto y aparte.