Image: Los placeres ocultos de la vida

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Ensayo

Los placeres ocultos de la vida

Theodore Zeldin

22 enero, 2016 01:00

Theodore Zeldin. Foto: Laurent Bochet

Traducción de I. de Miquel. Plataforma. Barcelona, 2015. 432 páginas, 22€. Ebook: 9'95€

Theodore Zeldin fue un niño prodigio y ahora es un autor de fama mundial instalado en Oxford. Nació en Mount Carmel (Israel), entonces Palestina, en 1933. Hijo de padres rusos, el progenitor era un ingeniero y brillante matemático que se había enrolado en el Servicio colonial británico que en aquellos años se ocupaba de la construcción de un ferrocarril militar en Egipto y posteriormente siguió trabajando aquí y allá para mayor gloria del imperio inglés. La madre era dentista.

A los tres años sabía leer y su capacidad intelectual llamaba la atención en un exclusivo colegio de El Cairo. A los doce escribió su primer libro y la educación universitaria se redondeó en Christ Church, uno de los magníficos e históricos colleges de Oxford. Posteriormente, se convirtió en profesor del moderno St. Antony's. En la actualidad allí sigue como emérito y esposo de Deirdre Wilson, profesora de la Universidad de Londres y "coinventora de la teoría de la relevancia", una perspectiva sobre la comunicación original y potente. No tienen hijos.

Zeldin dedicó, nos recuerda, veinte años de su vida a escribir las dos mil páginas de su mítica A History of French Passions. Los cinco volúmenes vieron la luz entre 1973 y 1977. Aunque fue bien recibida por la crítica, su enorme tamaño le restó lectores. Siguió publicando pero la fama global no le llegó hasta 1994, año de la aparición de Historia íntima de la humanidad. Uno de esos textos que marcan un punto de inflexión en la vida de los lectores y del que aquí dimos amplia noticia cuando en el otoño del 2014 salió la edición de Plataforma Editorial, sello que casi al mismo tiempo publicó Conversación, libro derivado de una serie de seis emisiones de la BBC, emitidas en el año 2000, e ilustrada con pinturas debidas al propio Zeldin, cuyo objetivo central era mostrar la importancia del diálogo en la sociedad actual. El original de Los placeres ocultos de la vida es de 2015. Es muy de agradecer la prontitud de su traducción y lo cuidado de la misma.

En este libro, Zeldin sigue el objetivo que ha marcado su vida: la busca compartida del conocimiento. "He tratado de abrir las páginas de mi enciclopedia interior", dice. Como estudiante, profesor, investigador o asesor de empresas y de gobiernos ha intentado siempre poner al servicio del lector su inmenso saber. La metodología de trabajo es contestar por la mañana las preguntas sin respuesta del día anterior. Las luces e ideas que acuden a su mente nada más levantarse pasan un elaborado proceso hasta que quedan encajadas con las ideas previas que le rondan la cabeza. Un trayecto que requiere un considerable esfuerzo hasta que los sucesivos borradores van tomando solidez y coherencia.

En cada uno de los veintiochos capítulos que componen Los placeres ocultos de la vida, Zeldin da voz a una persona determinada inserta en una época y civilización encarnadas en una vida que debe enfrentarse a alguna de las grandes decisiones que hombres y mujeres hemos tenido que tomar a lo largo del tiempo. De este modo, enfrenta momentos históricos con experiencias personales tratando de establecer un diálogo esclarecedor. Las distintas conversaciones que se van desplegando a lo largo de estas páginas buscan indagar en lo que hoy se podría hacer para alcanzar "el arte de vivir". Los personajes escogidos no son "héroes a los que emular", sino gente que ha dejado autobiografías o documentos de vida caracterizados por su sinceridad. Seres humanos capaces de despertar la imaginación de lo que podría ser un futuro mejor.

Zeldin enfoca y analiza en el primer cuarto de su libro a individuos situados en las fronteras, en los límites de su propia civilización. Personas sitiadas por las barreras del dinero, el prejuicio, el engaño o el malentendido. En una segunda parte, indaga el comportamiento de quienes pertenecen a grandes grupos nacionales o religiosos. Más adelante, entra en el trabajo como necesidad impuesta y obligada realización de tareas repetitivas, aburridas e incluso serviles. Por último, contempla la vida como un proceso de envejecimiento que conduce a una muerte que debe ser entendida con serenidad.

No estamos ante "una trepidante novela de misterio", sino ante una gigantesca conversación poblada de autorretratos. Se trata del denso esfuerzo de un sabio que pretende conseguir, con estas páginas de lectura reposada, que nos entiendan los demás a la vez que nos conocemos mejor a nosotros mismos.