Image: Las arpías de Hitler

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Ensayo

Las arpías de Hitler

Wendy Lower

8 noviembre, 2013 01:00

Traducción de Nuria Pujol. Crítica. 319 pp. 20'81 e. Ebook: 14'24 e.

Erna Petri era la joven esposa de un oficial de las SS, al que había seguido hasta la finca de la Polonia ocupada de la que había sido nombrado administrador. Un día de verano vio a unos niños harapientos agazapados junto al camino y dedujo correctamente que eran judíos huidos del tren que les conducía a la muerte. Los llevó a su cocina, les dio de comer y luego los llevó al bosque y los mató uno tras otro de un tiro en la nuca. Las órdenes del mando alemán eran de matar a todo judío huido que se encontrara y si bien era una tarea de la que se ocupaban los hombres, fue ella la que en ausencia de su marido cometió el crimen. No era una guardiana de un campo de concentración, como la infame Ilse Koch de Buchenwald, sino tan sólo una de las muchas alemanas que marcharon a Polonia o Ucrania en busca de las vías de ascenso social que se abrían en las nuevas fronteras del Reich alemán.

¿Fue su caso excepcional? La respuesta que la catedrática estadounidense Wendy Lower argumenta en Las arpías de Hitler es que no lo era. Los pocos casos de crímenes nazis cometidos por mujeres que se conocían hasta ahora representan sólo una pequeña parte de una realidad mucho más amplia. Hubo enfermeras capaces de dar muerte a niños o ancianos discapacitados alemanes y que ejercieron luego en el Este su siniestro oficio. Hubo asesinas de despacho que, sin mancharse las manos, gestionaron con eficacia el papeleo del exterminio. Y hubo esposas y amantes que participaron por iniciativa propia, por diversión tanto como por fanatismo, en hechos atroces.

Las arpías de Hitler es uno de esos libros cuya lectura duele y sin embargo es difícil dejar. A pesar del título, no se trata de un libro sensacionalista. Su estilo es sobrio, quizá demasiado sobrio, y en mi opinión no ha sido afortunada su opción de dividir en retazos las historias de vida que cuenta: la formación, la llegada al Este, los crímenes, la vida en la posguerra; ya que hace que el lector recuerde mal los antecedentes de cada una cuando vuelve a encontrarla en un nuevo capítulo. Por otra parte, la traducción de Nuria Pujol es bastante deficiente: he identificado una docena de errores graves. Se confunde a la República Federal Alemana con la República Democrática Alemana, los defendants (acusados) se convierten en defensores y nos enteramos con sorpresa de que Liese mataba desde su terraza con un rifle cuyo alcance era de "unos tres metros". Se trata de un descuido en la edición que con frecuencia se encuentra en libros españoles, incluso de editoriales prestigiosas, y que no me he encontrado nunca en traducciones al inglés, al francés o al italiano. La lectura termina con una nota deprimente. Pregunta: ¿qué fue de aquellas mujeres? Respuesta: la mayoría no pagó sus crímenes.