Image: Tom Waits. La coz cantante. Biografía en dos actos

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Ensayo

Tom Waits. La coz cantante. Biografía en dos actos

Barney Hoskyns

15 enero, 2010 01:00

Tom Waits. Foto: Michael Kappeler

Traducción de José Serra. Global Rhythm, 2009. 432 páginas. 27 euros


No es fácil seguir el rastro de un escapista. Cuando un hombre duerme en los coches, considera el vagabundeo una religión, cree que la verdad está sobrevalorada y piensa que sólo es un perro de la lluvia, olor a pelo mojado y meadas de callejón, conseguir escribir su biografía debería considerarse toda una hazaña. El periodista Barney Hoskyns, escritor y crítico musical británico, lo ha logrado. Ha hurgado durante más de dos años en el pasado de la bestia, ha husmeado en sus recuerdos y ha bebido en sus bares favoritos. Tom Waits, el músico y actor norteamericano de voz callosa, uno de los grandes genios musicales del siglo XX, queda reflejado en La coz cantante, una minuciosa biografía centrada en sus 40 años de carrera.

El nacimiento del cantante californiano puede servirnos para comprender las dificultades que tuvo que sortear el biógrafo. Han circulado al menos tres versiones que el propio Waits ha contado. Una vez dijo que vio la luz en el Hospital Park Avenue de Pomona, California. Durante un concierto en New Jersey en 1976 aseguró que fue en el Murphy Memorial Hospital de Los Angeles. En más de una ocasión ha dicho que nació en un taxi camino de la maternidad. Cuenta Hoskyns que en uno de esos días en que permanece libre del control que ejerce sobre él Kathleen Brennan, su mujer, Waits llega a admitir que nació "a una edad muy temprana".

Sabíamos que Waits es un tipo celoso con su vida privada, introvertido, excéntrico e incluso cascarrabias, capaz de escribir canciones memorables y ofrecer en sus conciertos una espectacular fusión de cabaret, jazz, blues y rock and roll. También sabíamos que, con 60 años y 24 discos a sus espaldas, había cambiado el bourbon por el té. Y poco más. Tras leer esta "biografía en dos actos" (antes y después de Swordfishtrombones, el orgánico disco del 83 que redefinió su carrera) conocemos detalles que elevan a Waits al altar de Dylan, Springsteen o Neil Young. Es un monumento estadounidense, como el Monte Rushmore o Johnny Cash. Y los detalles sobre su forma de componer y escribir ("una canción debe tener su propio sistema nervioso: la melodía es como el humo, el ritmo son las toses"), sus relaciones con los músicos ("¿Los Eagles? Tan excitantes como ver secarse la pintura") y su teatral manera de entender el espectáculo ("Cualquier arte debe sufrir retos, cambios, reinterpretaciones. Si no sobrevive es que no vale la pena") le convierten en un genio.

El artista no generalista más respetado por los medios generalistas. Ese es Tom Waits, el bohemio cronista de la costa oeste que acumula demandas contra agencias publicitarias que utilizan sus canciones, rechaza cada día ofertas televisivas y guarda en la nevera un martillo, un bote de alcachofas y otro de pegamento. ¿Saben que su voz predegosa no es culpa del Jack Daniels, sino de un catarro mal curado? Waits fue un gran seguidor de la generación beat, y se sumergió en Kierkegaard en los descansos de sus primeros trabajos: camarero, conductor de camiones de helados, vendedor de aspiradoras... Pero su debilidad era Bukowski: "gracias a él mi vida tiene melodía".

El libro de Hoskyns se cierra con fulgor y condena. El análisis del concierto que, dentro de la gira Glitter and doom, subió por primera vez a Waits a un escenario español el12 de julio de 2008. El disco que resume esa gira, Glotter and Doom Live (Anti), se acaba de publicar en España.