Ensayo

Bobby Fisher se fue a la Guerra

David Edmonds y John Eidinow

20 julio, 2006 02:00

Spassky y Fisher en la batalla de 1972

Traducción de Eduardo G. Murillo. Debate. Madrid 2006. 383 págs.

Bastante más que un juego, bastante menos que una ciencia". Este juicio sobre el ajedrez se le atribuye a un Unamuno despechado tras perder una partida. Quizá la frase sea falsa, pero refleja la esencia de algo que está entre el juego, la ciencia, el deporte y una manera de ganarse la vida. Como muy bien muestra este libro cuando desentraña la vida de Bobby Fischer, el ajedrez puede ser una obsesión con la fuerza de los extravíos que invaden la médula del ser humano y lo convierten en un vector unidimensional capaz de alcanzar la gloria o caer en el más profundo de los desvaríos.

Dos periodistas británicos, David Edmonds y John Eidinow, han llevado a cabo un brillante trabajo en el que, en primer lugar, han reconstruido el significado del ajedrez tras la II Guerra Mundial. Para la Unión Soviética mantener, desde 1948, el campeonato del mundo era cuestión de orgullo patriótico, algo que servía para demostrar que su sistema político, ideológico y moral era superior al capitalista. En segundo térmi-
no, este volumen traza eficaces y amenas reconstrucciones biográficas de los grandes maestros del ajedrez involucrados en las terribles luchas por vencer en los campeonatos del mundo de ajedrez. Por fin el eje de este volumen, lo que proporciona unidad narrativa: la descripción de la gran batalla que en el verano de 1972 se libra en Reikiavik (Islandia) entre el campeón del mundo, el soviético Spasski, y el aspirante Fischer. (La disputa se celebra en la capital de Islandia y no en Helsinki, como figura en la línea 16 de la contraportada de este volumen de una edición minada por demasiados descuidos).

Borís Vasilievich Spasski tiene 25 años y es campeón del mundo desde 1969. Es un ruso no sólo correcto sino incluso adorable. El 11 de julio de 1972 se enfrenta a Fischer y juega con blancas, "levanta el peón de reina y lo avanza dos casillas". Su contrincante todavía no se ha presentado, tardará seis minutos en hacerlo. Fischer, si hemos de creer a Edmonds y Eidinow, nace en 1943 y se cría en Nueva York y es maleducado, ególatra, un sociópata cuya única obsesión es el ajedrez y el dinero que pueda conseguir con su juego y su cultura ajedrecística.

El "chico de Brooklyn" vence al rey del ajedrez soviético y una repentina fascinación por el juego se extiende por el mundo. Los Grandes Maestros empiezan a ganarse la vida con holgura. Pero será un fenómeno efímero porque Fischer desaparece. En 1975 pierde su título al renunciar a la disputa del match contra Karpov. En 1992 vuelve a vencer a Spasski, pero Fischer se ha transformado ya en un ser errático si no loco. Sin embargo, queda su leyenda, y sus fantásticas partidas se siguen discutiendo en internet.