Image: Por el mar de Cortés

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Ensayo

Por el mar de Cortés

John Steinbeck

23 junio, 2005 02:00

John Steinbeck. Foto: Archivo

Traducción de María Teresa Gispert. Península. Barcelona, 2005. 240 págs, 16 e.

Quince años después de aparecer en Caralt, recupera Península la traducción de Por el mar de Cortés de María Teresa Gispert. El autor de Al este del Edén y Las uvas de la ira es más conocido, en su faceta de viajero escritor, por su Viajes con Charley, un clásico frecuentemente homenajeado (por ejemplo en Hotel Honolulu, de Paul Theroux).

Aquel viaje con su pequeño perro y en furgoneta por las carreteras americanas fue obra de madurez, pero el brillo de la inteligencia y de la prosa del Nobel de Literatura 1962 ya era indiscutible en 1940, cuando Steinbeck y un amigo biólogo fletan un sardinero, el Western Flyer, durante seis semanas para recoger muestras de fauna marina.

Sin sentir atracción por la aventura, sino conscientes de que te- nían que evitarla, con la cafetera hirviendo café sin pausa y un bote auxiliar maldito, el autor y la pequeña tripulación surcan el Golfo de California ignorando que Hitler ha invadido Dinamarca y Noruega, y la línea Maginot está perdida. En forma de diario pero volviendo la vista atrás, Steinbeck nos relata el viaje y el trabajo de recolección, afortunadamente enriqueciendo la narración con reflexiones de calado sobre la condi- ción humana y numerosas observaciones agudas. Por ejemplo: "un aventurero no siente ningún placer en cruzar el tráfico de la calle Market de San Francisco, y en cambio se toma grandes molestias para morir en los Mares del Sur". Pensaría en Stevenson. Entre el rigor científico y una intuición poética a prueba de trampas, Steinbeck convierte su viaje en una excusa para filosofar. Sobre el vínculo, para empezar, entre el hombre y el barco, o, para seguir, entre el hombre y los demás animales: "la característica criminal de nuestra especie es tan regular y observable como nuestras costumbres sexuales". O entre el hombre y los monstruos: "tenemos la esperanza de que (a Neptuno) no se le fotografíe nunca, pues si Neptuno resulta ser una gran foca deforme, mucha gente sentirá una aguda pérdida personal". Vínculos entre el océano y los rincones oscuros de nuestra mente o las cristalinas estancias de lo cotidiano, donde comprobamos fácilmente que "una marsopa llora como un niño".

Steinbeck reflexiona sobre la vida moderna, confesando su envidia por el periplo de Darwin en su Beagle: él tenía años para capturar sus animales y observarlos, y no semanas como la cuadrilla del Western Flyer. Reflexiona sobre moral también, y reniega con elegancia de los lectores "decentes", que encontrarán vulgar el asunto de este libro. Al contrario, sabedor de que es el inepto el que "se protege con togas y plumajes", Steinbeck buscó en este viaje comprender, descifrar la vida.