Image: Jaime Mayor Oreja

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Ensayo

Jaime Mayor Oreja

ISABEL SAN SEBASTIÁN

7 noviembre, 2001 01:00

Prólogo de Adolfo Suárez. La esfera de los libros, 2001, 320 páginas, 3.500 pesetas

Mayor Oreja dejó de estar en la primera fila de la atención pública hace ya meses; su decisión de concurrir a las elecciones vascas (resolución suya y no de Aznar, pág. 287) hizo que el ministro brillante que encabezaba los rankings de popularidad pasara a ser un político en el pelotón de los perdedores. Pero la estela que ha dejado en su travesía por la política del Estado aún brilla, y de ello es buena prueba el que una editorial nueva, que no está para experimentos cuando tiene que hacerse un hueco en el mercado, apueste por su biografía. Sin duda, entre los argumentos que ha valorado para lanzar este libro, además de su calidad y la solvencia de su autora, se encuentra la convicción de que Mayor Oreja tiene aún mucho que decir en la gestión política. Un partido no puede permitirse el lujo de prescindir de un hombre de su talla y, sin ir más lejos, muchos apuestan por él como el sucesor más idóneo de José María Aznar para dentro de dos años y pico. O sea: Mayor Oreja está cruzando ahora un de-sierto porque así lo han querido las urnas, pero un día alcanzará el final de la etapa y podrá reintegrarse a una gestión de más altos vuelos.

Desde luego, la personalidad que retrata el libro de Isabel San Sebastián es capaz de más empeños. Mayor Oreja es un tipo soso, tímido, despistado, pero al mismo tiempo exhibe algunas de las virtudes más apreciables para la vida política: honradez, serenidad, constancia, rectitud, lealtad con un programa y unas personas... De todo ello da noticia esta obra escrita con la mínima frialdad que exige el género biográfico.

El libro es una biografía, pero también un testimonio del terrorismo de ETA, tan presente en la vida de este hombre, víctima de al menos tres intentos de asesinato. En este aspecto, es un documento notable de los heroísmos de tantas personas perseguidas por la tortura cotidiana que causan ETA y su entorno y de las complicidades de quienes no se sienten diana del terror, que la autora explica con anécdotas que ilustran más que un tratado. No me resisto a citar dos páginas (121 y 237) que ofrecen significativas pinceladas de la actitud de monseñor Setién.

En todo caso, el libro certifica que la gestión de Mayor Oreja, por mucho que ahora aparezca confinado en un segundo escalón, ha sido hasta hoy un éxito considerable, si se tiene en cuenta uno de los fines que se trazó cuando desembarcó en la política, sin haber cumplido aún los treinta años: "conseguir la implicación activa de la sociedad vasca no nacionalista en la vida pública". La firme defensa de la Constitución en Euskadi, que para muchos era una locura hace años, es el objetivo de una porción cada vez mayor de ciudadanos vascos. Es algo que se le debe a él. Naturalmente, la aventura no ha terminado. Su biografía, tan intensa -y ahora tan bien contada- es aún una obra abierta.