Image: Iluminación y fulgor nocturno

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Ensayo

Iluminación y fulgor nocturno

Carson Mccullers

7 marzo, 2001 01:00

La escritora en 1941.

Traducción de Ana María Moix y Ana Becciu. Seix Barral. Barcelona, 2001. 254 páginas, 2.900 pesetas

Carson McCullers dictó en los últimos meses de su vida estas memorias. La sensibilidad que apreciamos en sus obras se revela, ahora, como la proyección de su propia personalidad

Los amantes de la literatura norteamericana estamos de enhorabuena, porque se acaban de reeditar las tres obras más importantes de la escritora sureña Carson McCullers (1917-1967): El corazón es un cazador solitario, Reflejos en un ojo dorado y La balada del café triste. Hace un par de años se publicó Frankie y la boda, un llamativo título para The Member of the Wedding, por lo que tan sólo quedan por reeditarse Clock without Hands (Reloj sin manecillas); The Mortage Heart -la compilación que realizó su hermana Margarita G. Smith- y sus historias breves.

Con Carson McCullers bien pudiera ocurrir lo mismo que con Edith Wharton, quien, tras estar durante años a la sombra de Henry James, comienza ahora a ser valorada en su verdadera dimensión. Pues bien, algo similar ocurre con McCullers, a quien la impresionante figura de Faulkner ha ensombrecido durante años. No solo ella, también sus predecesoras sureñas Katherine Ann Porter o Caroline Gordon, "sufrieron" similar ostracismo. Pero no es el propósito de estas líneas reseñar tres novelas de sobra conocidas en nuestro país, sino hacernos eco de Iluminación y fulgor nocturno, que se edita a modo de autobiografía inacabada escrita, o, para ser más precisos, dictada, tal y como se revela en la "Introducción", durante los últimos meses de su vida.

El lector español ya conoce su biografía, pues de cuantas se han escrito sobre la autora, la de Josyane Savignea,sin duda la mejor de todas ellas, fue traducida a nuestro idioma hace años, con el nombre de la novelista por título; también contamos con uno de los mejores estudios mundiales sobre la autora, el de Santiago Constante González, titulado El mundo novelesco de Carson McCullers. El título que ahora se nos ofrece no tiene, por tanto, mucho que aportar ni desde el punto de vista crítico ni biográfico y, sin embargo, resulta interesantísimo.

El volumen se articula en torno a dos secciones; la primera de ellas, "Iluminación y fulgor nocturno", sería el documento autobiográfico; la segunda, "Corres-pondencia" recoge las misivas intercambiadas con su marido, Reeves McCullers, durante la Segunda Guerra Mundial. Además tiene dos pequeños apartados cronológicos y biográficos y una "Introducción" a cargo del editor, Carlos L. Dews.

El interés de la primera parte reside en las reflexiones de la autora sobre los acontecimientos más importantes de su propia vida. La sensibilidad que apreciamos en sus obras se revela, ahora, como la proyección de su propia personalidad. Los acontecimientos más triviales, como ocurriera en El corazón es un cazador solitario, alcanzan tal intensidad, tal carga dramática, que logran sobrecogernos. Los motivos por los que Carson McCullers se decidió a escribir, o dictar, esta autobiografía, tienen que ver tanto con su profesión de escritora como con una necesidad personal. Tal como reveló ella misma, "Pienso que es importante que las futuras generaciones de estudiantes sepan por qué escribí ciertas cosas; pero a mí también me importa saberlo." También resulta interesante el recorrido, tal vez un poco caótico, por el panorama literario norteamericano del período de posguerra. Y cómo no, veladas reflexiones sobre sus gustos literarios. Las referencias a su marido, el primer hombre que besó, también son constantes, y en cierta forma se llega a entender la reconciliación después de la ruptura. Pero es en la segunda parte, "La Correspondencia", donde se revela la intensa relación que mantuvieron. En algunos casos no podemos sino ruborizarnos por inmiscuirnos en las vidas de estas dos personas, trasmutadas paradójicamente en personajes.

Las cartas de Carson son infinitamente más líricas que las de su marido: "Es domingo, atardece. El cielo tiene un color rosa desteñido muy bonito y el aire es muy frío. Hemos colocado contraventanas, las necesitábamos. Estoy preocupada por ti, constantemente; me imagino las condiciones miserables que debes de estar soportando actualmente. Aún no he tenido noticias de ti, pero mañana es lunes y espero, desesperadamente, recibir carta tuya."

El volumen también incluye una buena colección de fotografías ilustrando la vida de la autora.