Image: Las editoriales españolas dan EL GOLPE

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Ensayo

Las editoriales españolas dan EL GOLPE

Demasiadas incógnitas sobre el 23-F

21 febrero, 2001 01:00

Al final, va a resultar que una frase pronunciada por el artificiero del golpe, Antonio Tejero, sigue vigente veinte años después del susto: "Quisiera que alguien me explicase algún día qué fue todo aquello del 23-F", dijo el golpista cuando le juzgaban. Posiblemente fue un artimaña con la esperanza de aminorar la pena máxima que esperaba, pero acaso también un desahogo de su confusión, porque Tejero dio el golpe a las órdenes de Milans del Bosch, pero luego no entendió mucho de lo que pasaba ante él mientras tenía secuestrado al Gobierno y al Congreso: por qué se retrasaba tanto la "autoridad, militar por supuesto", qué hacía por allí Armada, cómo nadie salía a la calle a provocar el "efecto dominó"…

Hoy, pese a los ríos de tinta, al consejo de guerra, a la revisión del Tribunal Supremo, a las declaraciones de los implicados, a las memorias editadas, permanecen algunas dudas. A despejarlas han acudido estos días varios libros, pero no han logrado una única versión del 23-F, sino exposiciones en algunos casos divergentes, enfrentadas e incluso alguna interpretación ciertamente aventurada. El CESID y el Rey aparecen retratados en el trasfondo… En todos hay que reconocer un esfuerzo notable por proyectar luz sobre este episodio de nuestra historia reciente que a punto estuvo de acabar con la democracia en España. ¿O no fue tampoco así? Algunos de los libros coinciden en afirmar que el 23-F produjo el efecto de consolidar la Monarquía y la democracia, lo que puede conducir a las más temerarias conclusiones… En algo sí están -y estamos- de acuerdo todos, en que la trama civil no se investigó a fondo y en que la condena a García Carrés condensó simbólicamente la sanción a todos los civiles. Pero eso se hizo porque tirar del hilo podía haber sido interminable, como una vez le dijo Leopoldo Calvo-Sotelo, presidente bajo cuyo mandato se vio judicialmente el caso, a su sucesor: "en el golpe blando, en el golpe constitucional, estabais muchos; yo no, pero estabais muchos". Lo recuerdan Cernuda/ Jáuregui/ Menéndez en su obra. Pero repasemos (por orden alfabético de autor) cada aportación (sin incluir en esta lista el libro Diecisiete horas y media. El enigma del 23-F, del teniente coronel J.Fernández López, publicado por Taurus hace meses).

23 F. LOS CABOS SUELTOS. Diego Carcedo. Temas de Hoy, 2001. 391 págs., 2.800 ptas. Diego Carcedo es un reportero experimentado en todos los medios. Su libro responde a su profesionalismo y es, así, un reportaje pulcro, que se lee con agrado. Su objetivo es describir el golpe pensando en quienes no lo conocieron o han olvidado sus pormenores, y lleva al lector suavemente a los distintos escenarios del suceso. Se apunta a la tesis de que el 23-F afianzó la democracia y la Corona, lo dice como un reconocimiento de la labor del Rey en aquellas horas difíciles y como una consecuencia de la chapuza, que abochornó al Ejército y a la sociedad entera.

Adelantándose a las sospechas que algunos dejan correr, que provienen de las maniobras que los acusados intentaron en el juicio, Carcedo subraya que "don Juan Carlos no había dado ningún tipo de instrucciones o consentimiento para semejante iniciativa" (pág. 383).

Para este autor son claras las razones del fracaso del golpe, que quedaron en evidencia durante la toma del Congreso, ya que "todas las perspectivas de los golpistas estaban fallando. El asalto al Congreso había resultado técnicamente un éxito y el despliegue de los tanques por Valencia un ejercicio normal. Pero la Acorazada se neutralizó entre sus dudas e improvisaciones, el Rey lejos de respaldar a sus pretendidos salvadores estaba destapando energías insospechadas para desautorizarlos, la reacción en cadena de las Fuerzas Armadas brillaba por su ausencia, el alegado vacío de poder administrativo no existía y, lo más sorprendente, salvo alguna pintoresca iniciativa personal nadie había salido a las calles a apoyar el intento de regreso al pasado" (pág. 340). Este es el tono del libro.

23-F. LA CONJURA DE LOS NECIOS. Pilar Cernuda, Fernando Jáuregui, Manuel Angel Menéndez. Foca, 2001. 356 págs., 2.500 ptas. Otros tres periodistas expertos en la investigación y la información política han unido sus esfuerzos para reproducir con lujo de detalles el clima y los sucesos. Este libro es también un gran reportaje, al que se suman interesantes documentos, algunos de los cuales ven la luz por primera vez, como el informe redactado en el CESID por el coronel Juan Jáudenes mes y medio después. Exponen las dudas acerca de la intervención del Cesid, pero niegan su participación en la organización del golpe y menos la del entonces secretario general y hoy director Antonio Calderón, en contra de lo que se sostiene en otro de estos libros (el de Palacios). También dan por descontado que es conocida la maniobra de implicación del Rey por los golpistas.
Quedan, sin embargo, numerosas dudas. Aparte de que han desaparecido "misteriosamente" documentos "de gran importancia", los autores afirman que "la del 23-F es una historia poco clara" llena de "sobreentendidos y malentendidos". Para intentar aclararlos ponen en marcha sus mejores armas profesionales y construyen un relato sumamente atractivo, que unas ocasiones informa y otras sugiere y en el que no falta dato relevante o inspirador. En la parte final aportan información muy valiosa sobre el rumbo que cada uno de los juzgados tomó tras la condena o la absolución, una información que satisface la curiosidad por unas personas que ocuparon las primeras páginas de la información y que hoy han sido olvidadas por muchos.

CONVERSACIONES CON ALFONSO ARMADA. EL 23-F. José Manuel Cuenca Toribio. Actas, Madrid, 2001. 254 págs., 3.250 ptas. Curiosamente, el único historiador profesional de los que han salido al ruedo de las librerías en este aniversario no nos ofrece un relato del suceso sino un documento periodístico: una entrevista con uno de los condenados, el ex general Armada, hoy dedicado en su pazo de Galicia al cultivo de flores. La entrevista, larga, biográfica y atractiva, fue realizada en varias sesiones entre 1998 y 1999. Armada insiste en sus apreciaciones, muchas expuestas en el juicio y en su libro de memorias, pero constituye un testimonio muy interesante para posteriores trabajos históricos. Cuenca mantiene que el 23-F no ha entrado aún en "la órbita de la historia académica". Así pues, hay que entender su entrevista como una aportación para el estudio. Armada niega algunos de los extremos que en determinados libros se dan por ciertos. Niega, por ejemplo, que existiera un "Gobierno Armada" (pág. 79), o que él fuera el "Elefante Blanco" (pág. 83), o que el Rey estuviera al tanto: cuando habla con él por teléfono en la tarde del día 23 "la opinión del Rey para mí está clara. El asalto al Congreso le parecía un disparate. Los capitanes generales debían [...] controlar sus fuerzas para que nadie se sumase al golpe. El Rey no estaba conforme con lo que estaba pasando" (pág. 138). Y añade: "Yo nunca dije que fuera de parte del Rey" (pág. 189). La conclusión provisional del profesor Cuenca, con la prudencia de quien no se siente aún con perspectiva suficiente, es que "la cúpula militar aspiraba sólo a recuperar el protagonismo tenido en la dictadura franquista". Es, en cualquier caso, un testimonio a tener en cuenta para seguir investigando.

23-F. EL GOLPE QUE NUNCA EXISTIó. Amadeo Martínez Inglés. Foca, Madrid, 2001. 204 págs, 1.800 ptas. El autor, coronel condenado por pedir un Ejército profesional, apartado del servicio activo desde 1990, insiste en sostener que el Rey no sólo estaba al tanto sino que estuvo en el origen de lo que pasó. Lo hace en esta ocasión basado en un testimonio de Milans del Bosch, cuya dimensión conviene valorar de acuerdo con las circunstancias en que se produjo. Dice Martínez Inglés que las declaraciones se las confió el ex general golpista en el año 1990 en la prisión militar de Alcalá de Henares, en la que coincidieron. Afirma que le prometió a Milans no divulgarlas hasta después de su muerte, y lo hace ahora, casi cuatro años después de su fallecimiento. El fallecido Milans aparece en tales declaraciones haciendo muy graves acusaciones al Rey. Así, por ejemplo, dice: "El Rey quiso dar un golpe de timón institucional, enderezar el proceso que se le escapaba de las manos y, en esta ocasión, con el peligro que se cernía sobre su corona y con el temor de que todo saltara por los aires, me autorizó a actuar de acuerdo con las instrucciones que recibiera de Armada" (pág. 176). Martínez Inglés se apunta a esa tesis y llega a sostener que "La Zarzuela" encargó a Armada "la puesta en marcha de la solución política que enseguida llevaría su nombre: la ‘solución Armada’, que consistía en ir a un Gobierno de concentración, unidad o salvación nacional presidido por un alto militar", etc. etc. (pág. 200). Es decir, una solución anticonstitucional. ¿Y todo ello para qué? El autor sostiene que para "desmontar" un golpe duro franquista que se estaba preparando para mayo. Y resultó mal porque Tejero "se salió del guión en el asalto al Congreso de los Diputados". Todo ello lo alega aportando como pruebas las declaraciones secretas de Milans y sus propias conclusiones. Eso es todo.

23-F. EL GOLPE DEL CESID. Jesús Palacios. Planeta, , 2001. 486 págs. 2.900 ptas. El libro más polémico será posiblemente éste de Jesús Palacios, periodista que ha gustado de la investigación histórica, resultado de la cual publicó hace cinco años el libro Los papeles secretos de Franco. Esta vez, ya desde el título, adjudica la responsabilidad del golpe a los servicios de inteligencia y la concreta en estos dos nombres: José Luis Cortina y Javier Calderón. El primero fue juzgado y absuelto; el segundo, que hoy precisamente dirige los servicios, ni fue implicado. Tras repasar las circunstancias políticas y sociales en que se produjo el golpe, Palacios sostiene que fue una acción controlada por el Cesid para reforzar el Estado y la Corona y también impedir un golpe de "involución", tesis ésta última compartida por otros. En el esquema de Palacios, es Cortina el que ordena a Tejero la toma del Congreso, pero fracasa todo porque la solución Armada, "que es para lo que se ha dado el golpe", se solapa "con la acción personal de Tejero" (pág. 419). La tesis de Palacios es tan arriesgada como brillantemente expuesta, en un libro rebosante de datos. Entre esos datos figura uno inédito, que es el nombre de quien se escondía bajo el seudónimo "Armendros", firmante de tres artículos premonitorios del golpe en El Alcázar. "Almendros" era el general Manuel Cabeza Calahorra, ya fallecido, y no un colectivo de personas conectadas con los círculos golpistas. Cabeza Calahorra, cuya actuación no era desconocida, no fue procesado; fue defensor ayudante del principal acusado, Milans.