Ian Bostridge. Foto: Kalpesh Lathigra

Ian Bostridge. Foto: Kalpesh Lathigra

Letras

'Pensar y cantar', el libro que bucea en el sentido profundo de la música

El tenor inglés Ian Bostridge despliega su penetrante mirada sobre obras principales de Schumann, Britten, Ravel o Janácek. Exquisitez muy documentada.

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Pensar y cantar. Reflexiones de un cantante sobre música e interpretación es un libro cuyo título resume estupendamente su contenido. Tras su amena lectura, podemos concluir que es una aproximación al problema de la interpretación vocal y a los significados derivados de ella; una profundización, basada en una copiosa bibliografía, en ese arte; un análisis cumplido de composiciones buceando en su sentido, en su forma y sus contenidos.

Pensar y cantar

Ian Bostridge

Traducción de Luis Gago
Acantilado. 2025. 146 páginas. 16 €

Las últimas cinco líneas del prólogo nos resumen muy bien los propósitos: “En estos estudios voy a examinar obras que ya he interpretado o que podría interpretar. Al hacerlo quiero plantear preguntas, preguntas que ayudan al pasado a informar el presente, al presente a informar el pasado y que pueden enriquecer la interpretación además de plantearle interrogantes”.

A lo largo de tres capítulos el tenor Ian Bostridge dirige una densa pero inteligible mirada en torno a algunas importantes composiciones vocales de distintas épocas. En el primero –“Identidades desdibujadas. El género en la interpretación”– estudia, en primer lugar, sobre la base de hasta qué punto el pasado se hace presente, Il combattimento de Tancredi e Clorinda de Monteverdi, obra a la que califica de “buen puñetazo vanguardista” y que abre una mirada hacia “dobles sentidos sexuales”.

En segundo término propone un acercamiento al ciclo liederístico Frauenliebe und Leben (Amor y vida de mujer) de Schumann, del que predica, con buen juicio, que el tema que trata “no es la sumisión, sino la pérdida, que es el efecto final del arco expresivo de la obra, la clave de su fuerza emocional”.

En tercer lugar, se analiza en profundidad la sorprendente ópera de cámara de Britten Curlew River, y se explora lo que significa “valerse de un hombre en el papel de una madre para esta obra y para el modo en que reaccionamos a ella”, lo que da paso a una cumplida prospección en torno a su relación con la obra de teatro no japonesa Sumidagawa.

Y de ahí al segundo capítulo, “Historias ocultas. Ventriloquía e identidad en las ‘Chansons madécasses’ de Ravel”, en donde Bostridge riza el rizo y hurga en distintos aspectos de la vida, de la historia, de la política, de la guerra y de la paz.

Revelador es todo lo que se deriva del análisis de la segunda de las canciones, Méfiez-vous des blancs, una pieza “áspera e implacable, que utiliza su desnuda instrumentación (flauta, chelo y piano junto a la voz) para rechazar el baño sensual de los tropos musicales habituales para impregnar la música de exotismo”.

El último capítulo – “Meditaciones sobre la muerte”– es estremecedor y se centra, en primer lugar, en el estudio y circunstancias de creación de la ópera El caso Makropoulos de Janácek, que trata de una mujer que tiene el don de la inmortalidad. Y se maneja el concepto de silencio, “esencial para la música”. Como se aprecia, por ejemplo, en algunos de los lieder del Viaje de invierno de Schubert.

Las últimas estribaciones del jugoso texto reparan en tres obras de Britten: los Sonetos sacros de Donne, el imponente Réquiem de guerra, una obra que Bostridge cantó más de una vez, y la ópera Muerte en Venecia. Todos estos sesudos estudios, provistos de tanta miga, nos llegan en la cuidada traducción de Luis Gago.