Escena en una taberna tradicional recreada con inteligencia artificial

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Letras

El ocaso del bar de toda la vida: de feudo proletario a nido de 'influencers'

La progresiva disolución de los establecimientos hosteleros en tres libros: 'Utopías de barra de bar' de Javier Rueda, 'Bar Gloria' de Nerea Ibarzábal y 'Bar Urgel' de Pablo Gallego.

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En el Bar Urgel de Carabanchel Bajo "el pincho de tortilla es como debe ser, no como en esos cafés del centro donde te cobran cinco pavos por un pincho minúsculo y un trozo de pan agrio, y te quedas con hambre pero vuelves al día siguiente porque hay wifi gratis".

El Urgel ya no existe, pero sigue dando título a la ópera prima de Pablo Gallego, publicada hace unos meses en Galaxia Gutenberg y merecedor del I Premio Diana Zaforteza. Gallego se lanzó a escribir este libro cuando escuchó al gerente decir: "¡Con la de cosas que pasan aquí, tendría que escribir una novela!".

Rebuscando entre las cáscaras de cacahuetes esparcidas por la barra encontró la historia que necesitaba, la de un personaje inadaptado –presumiblemente autobiográfico–, y una certeza: que los bares de toda la vida se mueren.

De todas las normas que el capitalismo ha impuesto en nuestro ecosistema social, la impersonalidad es una de las más hirientes. En nombre de la globalización, las dinámicas neoliberales arrasan con los espacios públicos destinados a sostener la idea de comunidad. La voracidad de los fondos de inversión comenzó gentrificando los barrios de las ciudades, con la consecuente expulsión de sus vecinos, y no van a detenerse hasta acabar con el último bar del último pueblo de nuestro país.

La deriva pija de los bares –cada vez más cools y, por tanto, más caros– está acabando con su esencia. Estos puntos de encuentro que, a lo largo de siglos, han sido un termómetro social y político se han convertido en el destino de influencers que promocionan su producto como si fuera ropa de marca.

La prohibición de sentarse en una mesa si no es para comer se ha convertido en práctica habitual en los establecimientos hosteleros de algunas ciudades, que se han entregado definitivamente al turismo. Las cartas temáticas y los códigos QR han sustituido al séquito de parroquianos fieles que acudían a departir a la barra porque hasta las barras están desapareciendo.

Por no hablar de los bares de las zonas rurales. Hasta 1.435 municipios se han quedado sin su cantina o su taberna, asegura Javier Rueda en Utopías de barra de bar, un revelador ensayo que parte de la tesis doctoral La producción de lo público en interacción. La sociabilidad ordinaria de los bares de Madrid.

Reconocido con el Premio Utopías que caben en el BOE y publicado en la editorial Lengua de Trapo, se trata de un exhaustivo análisis del impacto que supone la desaparición de estos "espacios de sociabilidad". Y es que las consecuencias negativas no solo corresponden al ámbito económico. "Los bares favorecen las relaciones directas, evitan el aislamiento y la soledad", según acredita el informe de la Asociación de directoras y gerentes de servicios sociales de España La dimensión social de la hostelería (2022).

Rueda se pregunta, por ejemplo, si hubiera aflorado la conciencia obrera en Inglaterra de no haber sido por las tabernas del siglo XVIII y XIX. Claro que la discusión política en el bar es un signo muy nuestro. Son incontables las escenas en libros y películas, desde Luces de bohemia hasta Historias del Kronen, pero es obligado recordar a los parados de Los lunes al sol (2002), el filme de Fernando León de Aranoa, sumergiendo sus frustraciones en fluidos espirituosos.

Costumbrismo masculino

El trasunto de Bar Gloria (Consonni, 2024), el debut en la novela de Nerea Ibarzabal, se inscribe en un contexto similar. En plena desindustrialización, años 80-90, una fundición del País Vasco ha ejecutado centenares de despidos tras las huelgas. El Gloria recoge el espíritu de aquel trauma y se erige en rompeolas de buena parte de los personajes que desfilan por la obra: "hombres que reinciden en sus costumbres". En Bar Urgel, la otra novela, Gallego habla de "reductos de un tipo de masculinidad asociada al pasado reciente de España".

Rueda no pasa por alto esta consideración en su ensayo, pero se muestra más preocupado por la pérdida de identidad, que radica en la transformación –o la progresiva disolución– de estas empresas. Y es que los bares cuya regencia se gestiona familiarmente –o sea, sin empleados– disminuyeron de 71.120 en 2015 a 42.319 en 2023, más de un 40% de caída en ocho años.

En una entrevista reciente, Ibarzabal habla de los bares como "espacios donde interactuamos con gente, pero que a su vez nos obligan a consumir, es un negocio". Y añade: "Imagínate que pudiéramos diseñar otro tipo de espacio gratuito que configurase de otra forma nuestras calles, que no girara exclusivamente en torno a la comida y a la bebida, sin televisiones".

Esta propuesta entronca con las políticas de acción incluidas por Rueda en Utopías de barra de bar. "Pragmática experimental", lo llama. Los fondos europeos de desarrollo rural se han destinado a "zonas rurales periurbanas, más pobladas y desarrolladas –relata–, con lo que han aumentado la brecha con la España vaciada". ¿Qué hacer entonces? Una iniciativa desde dentro que pasa por una Ley de Casas Públicas Rurales, esto es, la fundación de espacios públicos que sean, al mismo tiempo, establecimientos hosteleros y centros culturales.

"Un pueblo que pierde la capacidad para convocar una reunión alrededor de la barra de un bar es un pueblo muerto", alertó el escritor Juan Tallón hace casi una década en Mientras haya bares (Lengua de Trapo, 2016). El libro, de pulsión autobiográfica, romantiza estos espacios desde lo literario.

No podemos obviar, llegados a este punto, la disminución del consumo social de alcohol sobre todo entre los jóvenes, que hoy beben muy poco –en bares– en comparación con los jóvenes de los 80 y los 90. Es verdad, se ha roto el hilo intergeneracional que nos conectaba a través de la cultura del alzamiento de codo.

El poeta Karmelo C. Iribarren ha sido también uno de los escritores que más ha utilizado los bares como objeto temático: "Esos sitios / oscuros / que se encienden / cuando se apaga todo lo demás, / esos rincones con alma, / con auténtico calor; / quién sabe / si ya el último refugio / desde el que abrir fuego otra vez".