Vicente Fatone. Foto: Cortesía Fundación Banco Santander

Vicente Fatone. Foto: Cortesía Fundación Banco Santander

Letras Filosofía

Vicente Fatone, el filósofo argentino experto en pensamiento hindú que dio clase a Cortázar

La Fundación Banco Santander reúne en un volumen coordinado por Juan Arnau algunas de las obras fundamentales del pensador argentino, intelectual especialista en mística.

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Vicente Fatone (Buenos Aires, 1903-1962) es, para Juan Arnau, “el filósofo que mejor ha entendido (si es que se puede entender) la experiencia mística”.

La fábula mística

Vicente Fatone

Selección e introducción de Juan Arnau. Fundación Banco Santander, 2025. 430 páginas. 20 €

Autor de amplio espectro, profesor en diversas instituciones, traductor, intelectual independiente (sufrió persecución política en varias ocasiones), especialista en mística comparada y uno de los primeros indólogos en lengua española. Fue embajador de Argentina en la India, el único país al que viajó (tres veces) y en el que aprendió sánscrito.

Un pensador “de primera magnitud”, según Arnau, responsable de la selección e introducción de La fábula mística, volumen en el que la Fundación Banco Santander, en su Colección Obra Fundamental, recoge los textos esenciales del argentino.

Entre ellos, Filosofía y poesía (1954), ensayo en el que examina una querella que ya era vieja en los tiempos de Sócrates. Filósofos y poetas, con Sócrates y Aristófanes a la cabeza, se acusan mutuamente de ser creadores de fantasmas y corruptores de la juventud. Para el pensador, la poesía es una escuela de pasiones nocivas. Para el poeta, los filósofos son charlatanes fraudulentos, culpables de la decadencia de Atenas.

Fatone observa que los dos “incurren en el mismo vicio que combaten” y se revelan contradictorios. En el fondo, se envidian. Y se disputan la virtud de la inocencia, el prestigio de la infancia recuperada (privilegio que importó, con sus matices propios, a Descartes, Bacon, Nietzsche o Hölderlin). San Agustín, Leibniz y Kierkegaard comparan la creación de Dios con un poema.

Embajador de Argentina en la India, Fatone fue profesor de Cortázar y promotor de la candidatura de Borges al Nobel

Fatone reflexiona sobre la filosofía y la poesía como “enfermedades del lenguaje”: a lo largo de los siglos litigan para que se les reconozca la condición de depositarias de la palabra. Y la palabra “crea la posibilidad de un peligro”, además de permitir, como don divino, la revelación de lo secreto y lo puro.

Finalmente, estamos ante “una disputa por el Amor”, como demuestra el caso de Dante, en el que la pugna se resuelve “por la transfiguración de la poesía en la filosofía” y una más alta salvación, de carácter místico, a través de la vivencia amorosa.

El autor repara en los esfuerzos del abate Bremond por separar “en forma absoluta” la poesía de la filosofía. Y analiza, con Shelley y Platón, cómo han hablado de la muerte los poetas y los filósofos, para concluir diseccionando el “ejercicio de amor a la manera platónica” de san Juan de la Cruz, “el poeta más próximo a la filosofía”.

En Temas de mística y de religión (recopilación de textos publicada en 1963, al año de su muerte) ensaya una definición de la mística (que “es, ante todo experiencia”, incomunicable pero no “imparticipable”, contrapuesta a la religión como “sentimiento de independencia absoluta”), señala sus conflictos (la presencia, el presente), estudia el método de Eckhart (el maestro de la nada, según sus discípulos), afronta el problema religioso en Leibniz y Nietzsche e interroga a Bergson, al que atribuye diversos olvidos, desviaciones y errores como “despreciar la importancia que al problema del tiempo concedieron sus propios maestros más o menos místicos”.

Fatone en Qutab, Nueva Delhi, con sus hijos, en 1962. Foto: Archivo de la familia. Cortesía Fundación Banco Santander

Fatone en Qutab, Nueva Delhi, con sus hijos, en 1962. Foto: Archivo de la familia. Cortesía Fundación Banco Santander

El existencialismo (1953) es su acercamiento a “una de las filosofías de nuestro tiempo”, que para él, más que un humanismo como postuló Sartre, es “una antropología” que intenta resolver el problema del hombre. Y, más allá, un “antropologismo” que revela que Occidente “ha perdido el sentido de la continuidad de lo real”.

Todos los existencialistas, afirma, tienen, con Sartre a la cabeza (y como se manifiesta en los pensadores rusos y españoles), la obsesión de Dios. Jaspers se declara teólogo porque “la filosofía es la mejor teología”.

Somete a crítica la antítesis Oriente-Occidente, rebate la ahistoricidad india y ofrece un luminoso estudio del budismo

En El hombre y Dios (1955) estudia la naturaleza de una relación que es “siempre un desafío a todos los esquemas de la vida común”, recopila enfoques de las tradiciones occidental y oriental y aporta ideas como la necesidad del símbolo en la búsqueda de Dios, porque en este proceso “el hombre descubre que la realidad misma no es sino un símbolo”.

No obstante, advierte de inmediato, los símbolos acaban traicionando al hombre, que tampoco sabe sustraerse a la tentación de la omnipotencia (el riesgo del asceta es “sentirse héroe”) y que debe aceptar que su comunicación con lo divino solo puede ser intermitente y con intermediarios. Y que la más alta conquista “exige una derrota definitiva”.

La India védica y El budismo se corresponden con los cinco primeros capítulos de Sacrificio y gracia. De los Upanishads al Mahayana (1931) y revelan su profundo conocimiento del pensamiento hindú. Somete a crítica la antítesis Oriente-Occidente, rebate la ahistoricidad india y ofrece un luminoso estudio del budismo a partir de la aceptación de la multiplicidad de ángulos y enfoques interpretativos desde los que puede ser abordado.

En el resto de la producción de Fatone destacan títulos como La existencia humana y sus filósofos (1953) o Misticismo épico (1928), en el que expone una idea recurrente en su pensamiento: la verdadera mística radica en la acción, no en la quietud o el éxtasis.

La obra concluye con una breve selección de artículos periodísticos (publicados en medios como la revista Sur y los diarios La Nación y El Mundo) en los que Fatone, que fue profesor de Cortázar y promovió la candidatura de Borges al Nobel, reflexiona, entre otros temas, sobre el día y la noche (con apoyo en Jaspers), el extremismo de la filosofía oriental, la misión de la universidad y la concepción kantiana de la geografía.

En cualquiera de sus textos se puede apreciar, en palabras de Arnau, su “talento innato para la transmisión de las ideas”.