Fernando Aramburu. Foto: Iván Giménez

Fernando Aramburu. Foto: Iván Giménez

Letras

'Hombre caído': Fernando Aramburu y la épica de lo absurdamente cotidiano

El autor de 'Patria' presenta catorce relatos donde la ironía, la ternura y el absurdo dibujan una radiografía lúcida y compasivamente contemporánea.

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Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) es uno de los escritores más sólidos del panorama nacional y uno de los pocos que, en un mundo rendido ante lo políticamente correcto, plantea asuntos de calado, con mirada compasiva y sentido común, utilizando como lenitivo la ironía y un humor a veces absurdo y siempre inteligente. Aramburu, además, domina el arte de la narración. Conoce la técnica, controla el punto de vista y sabe qué voz es más indicada para contar cada historia.

Hombre Caído

Fernando Aramburu

Tusquets, 2025
288 páginas. 20,90€

A lo largo de su dilatada trayectoria se ha revelado como un excelente cronista de la realidad vasca –que ha mostrado desde perspectivas no siempre complacientes– atendiendo al lado humano de sus personajes. Lo hizo en el volumen de relatos Los peces de la amargura (2006) y en las novelas Años lentos (2012), Patria (2016) –un texto esencial– e Hijos de la fábula (2023), de carácter paródico.

En Hombre caído, el escritor recoge 14 cuentos que refieren situaciones actuales y en los que destaca el tratamiento de los personajes. Los argumentos son muy variados. Una mujer decide dejar de atender a sus padres enfermos para acudir a un parque a fotografiar ardillas; una hija le dice a su padre que le odia y esa afirmación, inesperada, provoca un tsunami de consecuencias imprevisibles.

El libro también narra cómo una profesora va a impartir una conferencia ante la plana mayor de la Universidad pero lo único que le importa es que, mientras dormía, se le ha subido el trasero (¿?) y no sabe qué hacer para bajarlo; una pareja de ladronzuelos espera dar un golpe pero el anciano al que tratan de extorsionar demuestra ser más listo que ellos.

La lista continúa: un pobre hombre sin suerte decide suicidarse y aprovechar la circunstancia para montar un espectáculo y cobrar la entrada; una mujer sale a comprar un oso de peluche para su sobrina y queda sorprendida ante lo que le sucede; una anciana ingresa en una residencia y su hija se muestra incapaz de reconocer sus sentimientos.

"Estos cuentos retratan nuestra contemporaneidad y ponen el acento en una sociedad exhibicionista"

También somos testigos de cómo un individuo recuerda un episodio de su infancia que habría sido mejor mantener en el olvido; dos hermanos que tienen un conflicto observan atónitos cómo, mientras pasean enfrentados por la calle, hay un hombre caído en el suelo al que nadie puede ayudar a levantarse…

Algunas de estas historias rozan lo fantástico o lo surrealista y otras encajan en el realismo. En algún caso, el texto se acerca al relato de terror, mientras en otros el contenido es tan descabellado que la lectura resulta hilarante. En todos ellos, el autor sabe cómo dosificar la información y revelar lo necesario para mantener la intriga.

Aramburu, además, emplea diferentes voces (en primera o tercera persona, con variaciones sobre el conocimiento que el narrador tiene del enredo y sobre su fiabilidad) y utiliza con maestría el tiempo y la perspectiva.

Pero lo que destaca en Hombre caído es la atención hacia unos individuos reconocibles. Abundan los agraviados por la vida, solitarios que rehúyen el contacto social, hombres y mujeres que están solos, perdedores que tratan de salir de la miseria o de una vida insatisfactoria.

La mayoría forma parte de una familia (son padres, madres, hijos...), y se enfrentan a su realidad desde una dolorosa precariedad (económica, de espíritu o intelectual).

Estos relatos tratan sobre lo que nos inquieta, retratan nuestra contemporaneidad y ponen el acento en una sociedad superficial, desvalorizada y exhibicionista, en las relaciones de pareja, en la incoherencia de la vida, en la trivialidad, en la tristeza, en los detalles, en los afectos… Y están aderezados con un humor no pocas veces disparatado y a menudo desternillante.