Alberto Ojeda. Foto: José Verdugo

Alberto Ojeda. Foto: José Verdugo

Letras

Alberto Ojeda: "Con el Mundial del 82 pasamos de la caverna a una democracia homologada"

El periodista cultural publica su primer libro, 'Cuero contra plomo', una crónica que entrelaza el campeonato de Naranjito con los años más sangrientos de terrorismo en Italia y España

28 octubre, 2022 03:09

Los que siguen el blog Último pase en la web de El Cultural saben que la actualización de sus entradas es veleidosa. Su autor, el periodista cultural Alberto Ojeda (Madrid, 1977), acaso desearía que sus textos aparecieran más o menos regularmente, pero la agitación diaria en la revista, en la que figura como Jefe de Sección de Escenarios, con frecuencia lo aparta de la dicha de escribir sobre lo que más le apasiona. La bitácora de Ojeda sitúa el fútbol en el centro de una conversación donde los interlocutores son, a menudo, la historia, la política, el cine, la literatura y otras curiosidades que bordean el deporte.

Pero ahora es el nuevo libro del periodista, y también el primero, lo que nos ha convocado. Además de contar con un ingenioso título, Cuero contra plomo es el relato de lo que aconteció en torno al Mundial de fútbol celebrado en España en 1982, donde la violencia de ETA amenazaba con boicotear un evento en el que la selección italiana, liderada por la controvertida figura de Paolo Rossi, salió campeona. Quien considerase este debut un ensayo político no estaría desbarrando. Quien le asignara la etiqueta de crónica social, tampoco.

El motor del proyecto no podía ser más estimulante: el fútbol y la cita mundialista en la que España, la anfitriona, fracasaba una vez más. Pero a partir de aquí había que armar todo un bloque compacto, una casa sin fisuras apoyada en los complejos pilares de la historia y la política de dos países latinos con asombrosas analogías. El periodista ha sabido detectar los paralelismos de un periodo concreto a partir de las acciones terroristas cometidas por los grupos ultra de derecha y de izquierda en la península ibérica y en el país transalpino.

[Todas las entradas de 'Último pase', el blog de Alberto Ojeda en El Cultural]

El desafío de “hilvanar el acontecimiento deportivo y la secuencia de terror”, según anuncia el propio autor en la introducción, se sumaba a la ardua tarea de introducirlo en un marco. España, escenario principal, se encontraba en la antesala de la modernidad y “el milagro económico”, a pesar de que las balas del grupo terrorista vasco silbaban muy cerca y hacían demasiado ruido. Italia, por su parte, presentaba una inestabilidad política similar y el triunfo en la Copa del Mundo podía insuflar la ilusión urgente que necesitaba el país.

La ópera prima de Ojeda es mucho más que la extensión de su blog —"un post que se me encasquilló", bromea en la entrevista—, donde a menudo trata cuestiones de parecida índole. Esta vez el periodista licenciado en Derecho ha articulado una narración completísima a propósito de los convulsos años 70 y 80 en España e Italia, entrelazando de un modo magistral episodios que, a priori, parecerían independientes. Nadie mejor que el autor descifrará cómo logró abrirse paso en semejante vorágine hasta completar un debut tan elocuente y atractivo como riguroso.

Paolo Rossi marca ante la selección de Brasil en Sarriá

Paolo Rossi marca ante la selección de Brasil en Sarriá

Pregunta. ¿Cómo ha sido abordar una narración extensa, acostumbrado a las pruebas de corta y media distancia?

Respuesta. Imagino que la diferencia debe ser similar a la que hay entre un sprint y una maratón. O armar un puzle de mil piezas y otro de 50 mil. Hay momentos en que todo se pone muy cuesta arriba pero, en mi caso, a medida que iba investigando, tratando de conseguir historias que permitieran hilvanar los tres ejes del libro, no dejaban de presentárseme reveladoras coincidencias. Es lo que me pasó, por ejemplo, cuando supe que ETA, solo una hora después de terminada la ceremonia inaugural, dejó secó a un guardia civil en el puerto de Pasajes, en Guipúzcoa. Los descubrimientos en la hemeroteca me animaban a seguir con lo que pretendía ser un ensayo histórico narrado en presente y con una intención literaria, cercano a la novela por momentos.

P. Cuenta en el prefacio que los obituarios del goleador Paolo Rossi alumbró la idea del libro, pero también alude a una “obsesiva investigación”. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Primero llevó a cabo la documentación y después vino la fase de escritura o fueron tareas simultáneas?

R. Los años de plomo italianos, como los Troubles de Irlanda del Norte, me obsesionan desde muy joven. No tengo muy claro por qué. Hay capítulos de la historia que movilizan más la curiosidad de uno que otros por misteriosas razones. Leer en su día El caso Moro de Sciascia o ver La mejor juventud de Marco Tullio Giordana terminaron de abismarme en los anni di piombo, definidos por Erri de Luca como "una pequeña guerra civil". Un periodo fascinante para cualquier periodista por su complejidad fáctica, sujeta a muchos equívocos, y por su miga ideológica, con dos cosmovisiones dispares (socialismo vs capitalismo) a la gresca.

»»También me fascinó la reconstrucción que de este pasaje de la historia italiana reciente hizo el periodista Sergio Zavoli en La notte della Repubblica, impagable aportación de la televisión pública italiana, equiparable, mutatis mutandis, a La Transición de Victoria Prego aquí. Era un bagaje pues que ya tenía acumulado y que me facilitó la labor cuando me metí en faena tras el chispazo de inspiración que supusieron aquellos obituarios del Bambino d’Oro.

"Los años de plomo italianos, como los Troubles de Irlanda del Norte, me obsesionan desde muy joven"

P. Imagino que lo más difícil no ha sido localizar las contingencias históricas, sino disponerlas en el texto de modo que se leyera fluido. ¿De qué modo fueron encajando las piezas del relato?

R. Fueron encajando a golpe de hallazgos significativos: la noticia de la ceremonia inaugural conviviendo el día posterior en las portadas con el asesinato de un Guardia Civil; la explosión, justo la mañana después de que España palmara con Irlanda del Norte, de una bomba en Rentería que dejó sin pierna a Alberto Muñagorri, un chaval que se dirigía a jugar una pachanga con sus compañeros de colegio; la posible presencia en la final del Bernabéu de Carlo Cicuttini, neofascista transalpino atrincherado en España, al que un documento oficial del Gobierno italiano sitúa en el despacho en que se cometió la masacre de Atocha… Cada una de estas historias abre las tres partes en que se divide el libro, asociadas a su vez con las tres que componen la Comedia de Dante (Infierno, Purgatorio y Paraíso), que, la verdad, pauta muy bien las imprevisible trayectoria de la Azzurra en el Mundial y la incierta organización de este.

P. ¿Tuvo presente alguna referencia literaria cuando estaba escribiendo? ¿Quería que este libro se pareciera a alguna obra en concreto?

R. Como decía, quería que fuera un ensayo histórico con pulso y modales literarios, que se leyera casi como una novela. Un planteamiento en el que Javier Cercas ha descollado en los últimos años. Tenía presente, por ejemplo, Anatomía de un instante, que además se solapaba en parte con la época de la que yo me ocupo. Muy importante -desde un punto de vista no tanto formal cuanto emocional- fue también para mí Come mi batte forte il tuo cuore, libro en el que Benedetta Tobagi reconstruye el asesinato de su padre (Walter Tobagi, cronista de filiación socialista del Corriere della Sera) a manos de imberbes terroristas de la izquierda extraparlamentaria en 1980. El Mundial, por cierto, apenas ha producido bibliografía. Esta era otra motivación.

"La locura colectiva con un gol de Italia hacía que fuese indiferente si el desconocido que abrazabas era de derechas o de izquierdas"

P. ¿De dónde procede ese gran interés por la historia y la cultura italianas?

R. Digamos que no se puede ser un cultureta y un amante del arte sin tener en un pedestal a Italia. No fue deliberado, pero mi primer viaje fuera de España fue a Atenas y el segundo, a Roma. Ahí quedaron sellados vínculos indelebles con la cultura clásica. Luego a Italia fui con frecuencia durante varios años por una relación sentimental. Como me manejo con la lengua de Dante, en la revista, además, me suelo encargar de hacer las entrevistas a autores de allí, lo que me ha ido 'enviciando' más todavía con Italia. Además, entre mis competencias como responsable de la sección de Escenarios, está la ópera, género inventado allí. En fin, que me sobran los motivos italófilos (risas).

P. De todos los episodios que recoge en el libro, ¿cuál le parece más revelador? ¿Y qué personaje le parece más interesante?

R. El libro es un caleidoscopio de personajes. Desde Raimundo Saporta, vicepresidente del Real Madrid, que perdió la cabeza y la salud por tener que organizar un Mundial en condiciones tan adversas, a Paolo Rossi, un futbolista vituperado, desahuciado y condenado por amañar partidos que terminó renaciendo y convirtiéndose en el héroe eterno de un país herido. Enzo Bearzot, que vislumbraba la estrategia de los partidos de madrugada leyendo a Quintiliano y fumando en pipa, es otro de los pilares humanistas sobre los que se alza Cuero contra plomo, que no olvida a Pasolini, Maradona, Arconada, López Ufarte, Pertini

"En el Mundial 82 la selección española vivía bunkerizada, rodeada de francotiradores. Eso desconcentró mucho a los futbolistas"

P. En un momento del libro recuerda que en Italia muchos creen que la victoria de la Azzurra en el Mundial 82 acabó con los anni di piombo. ¿Realmente cree en esa capacidad del fútbol para cambiar el curso de la historia?

R. Eso decían las necrológicas que me inspiraron. Obviamente, es una exageración. Sería muy naif creer algo así. Pero aquella alegría catártica sí insufló ánimos a una sociedad maltrecha y, en cierta medida, palió su polarización. En las plazas atestadas, cuando marcaba Rossi, la locura colectiva hacía que fuese indiferente si el desconocido que abrazabas era de derechas o de izquierdas. Daba igual. El espíritu unitario risorgimentale reverdeció. Y cronológicamente aquel estallido de euforia coincidió con el fin de la pesadilla. Así que, bueno, parte de razón tenían aquellos ampulosos obituarios.

Un extremista de izquierda dispara contra la policía durante una manifestación de protesta en Milán en 1977. Foto: Paolo Pedrizzetti.

Un extremista de izquierda dispara contra la policía durante una manifestación de protesta en Milán en 1977. Foto: Paolo Pedrizzetti.

P. ¿Diría que en Cuero contra plomo la pasión (el fútbol) venció a la violencia (el fanatismo)? ¿Se le ocurre algún algún personaje actual que refleje el lado más humano de este deporte?

R. Pues, aunque ya murió, me quedo con Luis Aragonés arengando a los muchachos de la Selección en la Eurocopa 2008, en la que comenzó la leyenda de La Roja. Hilarante su pronunciación del apellido Schweinsteiger (Risas). Y con la caballerosidad indefectible de Vicente Del Bosque, que a muchos les parece aburrida, pero, bueno, nos trajo el Mundial mientras España se despeñaba por un agujero económico. Otro ejemplo, por cierto, de que el fútbol, que no es más que una puesta escena propiciadora de catarsis, la finalidad con la que los griegos fundaron el teatro, puede alentar a una sociedad en estado depresivo.

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P. En España el Mundial de Naranjito ha sido condenado casi al olvido, entre los ríos de tinta que se descargaron durante la Transición en materia política. ¿Por qué hemos arrumbado ese episodio? Ni siquiera la efeméride le ha devuelto ese interés perdido.

R. La temporada de Conexión Vintage, excelente programa que dirige Francisco Grande en Televisión Española, comenzó con el Mundial 82, a propósito de su 40 aniversario. Lo tituló "Nada que recordar". Hombre, tampoco es eso. Cierto es que en el terreno de juego fue un fiasco. En realidad, no podía ser de otra manera, dada la torpeza en el diseño de la preparación física previa (los jugadores fueron entrenados en el Pirineo con nieve para, acto seguido, jugar en Valencia en pleno junio) y la presión atmosférica que padecieron, una presión en la que se mezclaban las altas expectativas de los telespañolitos y la incertidumbre por la amenaza del terrorismo.

»»La Selección vivía bunkerizada, rodeada de francotiradores. Eso desconcentró mucho a los futbolistas. Pero en lo logístico y lo organizativo salió, con salvedades puntuales, bastante bien, y eso que los presagios eran malos. Y en el plano político y diplomático fue un espaldarazo para el país. El Mundial 82 fue uno de los hitos primerizos de la modernización de España, del paso de las cavernas a ser una democracia homologada a nuestro entorno continental. Así nos mostramos ante el mundo durante aquel verano gracias al escaparate futbolero. 

"Ahora España es una cuarentona resabiada que necesita de nuevos estímulos para impulsarse y mejorarse"

P. En muchas ocasiones alude a la esperanza en el futuro de la sociedad española en aquella etapa. ¿Cree que hoy esos sueños se han materializado?

R. Bueno, nuestra democracia entonces era como un niño henchido de ilusiones, a pesar de todos los reveses que se llevaba. Así era yo entonces. Después de cuatro décadas, es una cuarentona (o cuarentón) resabiado que necesita de nuevos estímulos para impulsarse y mejorarse. Así soy yo ahora también, como mucha gente de mi generación. Se trata de hacerla más plena y profunda, acercándola al referente original griego, del que estamos tan alejados, como bien detalla el helenista Pedro Olalla en su libro Grecia en el aire.

P. Si regresamos al presente para echar el último vistazo hacia atrás, ¿qué país, de los dos aludidos, diría que salió más reforzado de esos años convulsos?

R. Complicado sacar conclusiones fundamentadas. Diría que los dos más o menos igual. De hecho, ambos siguieron presentando dinámicas sociales paralelas, tanto positivas como negativas. Tras un tiempo en que todo era política, proclamas e ideología, los jóvenes prefirieron evadirse a través del hedonismo y los paraísos artificiales. En Italia eclosionó lo que se dio en denominar Il riflusso. En España, la Movida. Fue una reacción lógica tras la saturación. Lo que pasa es que, cuando se baja la guardia en exceso, cuando el personal se despolitiza del todo, de repente te puedes encontrar que tu país ha mutado en un régimen catódico como el de Berlusconi. Habrá que ver ahora con los metaversos y derivados dónde acabamos.