Eduardo Matos Moctezuma: Foto: Gildaroel

Eduardo Matos Moctezuma: Foto: Gildaroel

Letras

Eduardo Matos Moctezuma: tras las huellas del pasado prehispano

Arqueólogo, profesor y divulgador, el científico mexicano es el responsable del proyecto Templo Mayor de Tenochtitlán, en el centro de Ciudad de México

24 octubre, 2022 01:17

La concesión del premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales a Eduardo Matos Moctezuma (México, D. F., 1940) reconoce una vida dedicada a la arqueología prehispánica. Matos ha recordado en más de una ocasión que sus padres no veían muy claro que su hijo eligiese esta profesión, pero la lectura del libro de C. W. Ceram Dioses, tumbas y sabios le empujó a buscar debajo de la tierra los restos de las civilizaciones remotas.

Y, aunque en el origen de la vocación del joven Eduardo estuvieran las increíbles aventuras de Botta, Schliemann o Carter que relató el escritor alemán con gran viveza, la reorientó con una sólida formación científica en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y el doctorado en la UNAM. Desde entonces ha desarrollado una indesmayable actividad, que hoy mantiene, en varios campos complementarios según su concepción de la arqueología: la docencia, la excavación y la difusión de los hallazgos.

Catedrático en la ENAH durante más de treinta años, allí ha formado a varias generaciones de arqueólogos mexicanos y de otras nacionalidades sobre quienes ha impreso su manera de entender el trabajo, una mezcla de rigurosa metodología sobre el terreno y uso inteligente de las otras fuentes –escritas, imágenes– para alcanzar el objetivo de comprender las sociedades mesoamericanas previas a la conquista hispana.

Sus éxitos más destacados provienen de la dirección de excavaciones y la organización museística

Sus éxitos más destacados provienen de la dirección de excavaciones y la organización museística, singularmente las realizadas en Teothiuacán y en Tenochtitlán. En la primera sacó a la luz el palacio de los Caracoles Emplumados y la pirámide del Sol y fue promotor del museo creado para exponer las piezas encontradas y ofrecer al visitante una explicación asequible de la cultura teothiuacana. Además, aquí puso en práctica su idea de crear equipos multidisciplinares.

Gracias al concurso de especialistas en paleoagricultura, hidrología, zoología, urbanismo y otros campos, Matos pudo dar su verdadero sentido a los restos arquitectónicos, escultóricos, el utillaje y la cerámica.

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El renombre internacional le ha venido por la puesta en marcha del Proyecto Templo Mayor de Tenochtitlán, en el centro de Ciudad de México. Todo comenzó la madrugada del 21 de febrero del 1978, mientras se realizaban unos trabajos subterráneos en la calle Guatemala, a dos pasos del Zócalo, y los operarios se toparon con una piedra labrada. Matos, que se hizo cargo del hallazgo, descubrió que era un relieve de Coyolxauhqui, la deidad lunar de los mexicas, y que estaba apoyada sobre las escaleras del Templo Mayor del recinto ceremonial azteca.

Han venido desde entonces sucesivas intervenciones en esta zona arqueológica urbana que van revelando paulatinamente los secretos del impresionante templo y, con él, de la vida simbólica y material del Tenochtitlán prehispánico.

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Matos ha convertido en la tarea de su vida el desafío de excavar en medio de edificaciones y con los problemas de un subsuelo inestable, junto con el compromiso de ir ofreciendo al público los hallazgos, sin olvidar las implicaciones políticas y culturales del emblemático yacimiento de la ciudad que fue conquistada por Cortés y se convirtió en la capital del México novohispano.

Frente a todos estos obstáculos, ha conseguido que triunfe el conocimiento riguroso del pasado y, más importante si cabe, se ha ganado el respeto de la opinión pública. El hallazgo fortuito del Templo Mayor se parece a los relatos de los pioneros de la arqueología que leyó de niño, aunque solo fue el punto de partida de una tarea científica que justifica la concesión del galardón.

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