Juan Aparicio Belmonte. Foto: Elena Palacios

Juan Aparicio Belmonte. Foto: Elena Palacios

Letras

'Pensilvania', de Juan Aparicio Belmonte: humor lúcido y muy negro

En su nueva novela, el autor aborda un relato autobiográfico que se convierte en una reflexión sobre el oficio de escribir y también el de vivir

19 julio, 2022 03:16

Nada como el humor para salirse del presente y entrar en el territorio a veces deseable del pasado, dice el narrador de Pensilvania, fácilmente confundible con el autor. Humor lúcido y poético, cruel en ocasiones, reparador siempre. Humor negro que ha salpicado todas las novelas de Juan Aparicio Belmonte (1971) desde 2003: Mala suerte, Un domingo en la ciudad (2013) o La encantadora familia Dumont (2019), entre otros interesantes ejemplos. Humor, en esta ocasión, convertido en estrategia desde la que enfocar aquellas situaciones anecdóticas que han marcado su vida y, en cierto modo, su estilo, su fórmula narrativa.

Pensilvania
Juan Aparicio Belmonte
Siruela, 2022 224 pp. 19,95  €

Pensilvania es una historia muy diferente a las anteriores y es la confirmación de que la elección de ese ángulo que le permite la distancia adecuada frente a todo lo vivido se ha ido asentando en su trayectoria como una firme coartada vital. Desde ahí revisa su vida personal, social y familiar, se detiene en las anécdotas que mueven recuerdos que son reflejo de su realidad vivida sin poder evitar que lo imaginativo se cuele en ellos y lo emocional se superponga, lo que deriva en un discurso narrativo que discurre sobre sí mismo mientras merodea a sus anchas por el escenario de su memoria.

Es autobiografía en cierto sentido, y es, de algún modo autoficción, como él mismo justifica en discusiones en las que se enzarza sobre su propio modo de narrar. Es, pues, memoria, ficción y reflexión sobre la vida y la escritura.

El modo de narrar absorbe, la exageración divierte, y la propuesta acaba por imponerse


El detonante responde a una necesidad emocional: la reciente noticia de la muerte de una mujer llamada Rebeca que ocupó un lugar fundamental en su adolescencia, cuando se alojó en una familia estadounidense durante un curso escolar. La familia era protestante, lo que supuso un importante choque cultural y le obligó a despertar a modos de vida y pensamiento del todo ajenos a su realidad infantil, y ella, en su papel de madre, trataba de insuflar doctrina en el adolescente ingenuo e inseguro que era.

A ella se dirige, en todo momento, desde el afecto pero buscando el efecto de esquivar (sin evitar) la trascendencia, para así volver a un pasado que (confiesa) duele cuando se recupera. Con esta coartada reúne episodios de esa convivencia con experiencias reales de su vida adulta que han necesitado de esa táctica para saltar al papel (una enfermedad coronaria severa, una agresión en la calle).

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“Parasita por su vida” para utilizarla narrativamente de manera que él es el motor de su acción, el personaje principal, y su visión del mundo es la que acaba por ofrecer una lectura reconfortante. Así, mientras la excusa inicial se convierte en razón menor a medida que las páginas avanzan, otros son los motivos que se superponen. El modo de narrar absorbe, la exageración divierte, y la propuesta acaba por imponerse como un libro sobre el oficio de escribir y el oficio de vivir.