Jose Carlos Llop. Foto: Carmen Silvestre

Jose Carlos Llop. Foto: Carmen Silvestre

Letras

José Carlos Llop, un poeta en la avenida de la luz

'Mediterráneos' reúne seis poemarios compuestos a lo largo de las dos últimas décadas en los que todo está expresado con belleza nítida

8 junio, 2022 02:23

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José Carlos Llop (Mallorca, 1956) ha publicado siete novelas, cuatro volúmenes de relatos, cinco dietarios, una pieza teatral, cuatro colecciones de ensayos, once libros de versos. Península recopiló en Poesía (1974-2001) las primeras obras poéticas de Llop.

Mediterráneos. Poesía 2001-2021
José Carlos Llop
Fundación Lara, 2022. 368 pp. 19,90 €

Mediterráneos reúne seis poemarios compuestos a lo largo de veinte años. Uno de los títulos incluidos, El árbol de los cormoranes, permanecía inédito hasta ahora. En una introducción de cuatro páginas, el poeta reflexiona sobre los cambios y constantes de su literatura. Horacio, Rainer Maria Rilke, W. H. Auden, Robert Graves o Wallace Stevens están presentes en este viaje. Pascal Quignard es otro acompañante lúcido y en el texto inicial se evoca la maestría de T. S. Eliot y su voz de búho.

La dádiva es el libro que abre la recopilación. Desde el principio, todo está expresado con belleza nítida en la poesía de José Carlos Llop: los días del verano, un estanque encerrado en la mirada de Leonard Cohen, el diálogo con un hijo entre rocas, peces y algas negras; la ciudad abierta de un cuerpo amado. No faltan sombras: el triunfador Dionisio Ridruejo de 1940 es derrotado por las palabras de una joven parisina y se menciona el purgatorio del autor británico Cyril Connolly.

Destaca la vida cotidiana simbolizada por la música de Schubert o el esmero en las descripciones de Venecia, Kabul y Egipto. El poemario siguiente, Quartet / Cuarteto, fue redactado originariamente en catalán. El propio Llop lo traduce al español. Se suceden las imágenes libres y poderosas, con un glosario final.

Las composiciones de La avenida de la luz persisten en el tono sereno y la claridad expresiva. El autor alude con delicadeza al ciclo de las estaciones, los amuletos íntimos, el Mediterráneo como única patria y el sonido de los teléfonos de los asesinados el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Rinde homenaje a Joan Perucho y a las mujeres que se desnudan frente al mar. Sobresalen los noventa y nueve versos emocionantes de “Elegía”, escritos tras el fallecimiento del padre del escritor.

Elegancia literaria y hondura de pensamiento

Llop recuerda el título de un poema de Adam Zagajewski, “Intenta celebrar el mundo mutilado”, y añade: “El día de la muerte de mi padre el sol de la mañana / inundó la habitación y el tiempo empezó a trabajar, / meticuloso, como una araña cuyo veneno es el olvido”. En la obra Cuando acaba septiembre encontramos las huellas de Constantino Cavafis y Lawrence Durrell, la ingratitud de Evelyn Waugh, Formentera, la evocación de la madre cansada como Emily Dickinson, un guerrero medieval llamado erizo o la luz sobre las alambradas de Beirut.

Abundan los placeres en La vida distinta: un autorretrato, la estampa de un geómetra enamorado, las cavilaciones sobre las tareas del arte, “el don de la plenitud” que significa Burdeos. En el texto “Un día feliz”, Boris Pasternak traiciona fríamente a Osip Mandelstam. Llop transmite su fervor por Anna Ajmátova, en cuyas páginas halla la ética “como está la voz silenciada / de todos y cada uno de los hombres / que forman el Dolor que fue / el siglo XX”.

El árbol de los cormoranes se inicia con meditaciones profundas sobre la ropa que el poeta hereda de un amigo muerto. Otros textos se refieren a escritores, mercados que venden alegría, jardines, láminas, ciudades (Nápoles, Pompeya, de nuevo Burdeos y París). Llop se despide de una casa donde fue feliz. El conjunto termina con cuatro textos que aún no habían sido editados en libro.

Mediterráneos, con una ilustración de Miquel Barceló en la cubierta, combina de manera admirable la elegancia literaria y la hondura de pensamiento.

Las estaciones

No temas: la constelación
diurna de las mimosas,
el mosaico bizantino
de un ramo de fresias,
el incendio dulzón
de la parra y las rosas caídas
sobre el mármol de la nieve,
defienden nuestro amor,
escrito en la huella del tiempo,
de la niebla donde no somos uno.