Una joven Pardo Bazán ante el tocador en 1868

Una joven Pardo Bazán ante el tocador en 1868

Letras

Emilia Pardo Bazán, perfiles inéditos de una intelectual

Referencia obligada en la vida intelectual española de la crisis de entre siglos, la escritora apostó por la regeneración del país. El Cultural anticipa tres fragmentos, nunca antes publicados, que sacará en otoño Renacimiento con el título 'Emilia Pardo Bazán. Una conferencia y cuatro discursos' (1899-1905), en edición de Adolfo Sotelo Vázquez

10 mayo, 2021 09:16

Discurso inaugural del Ateneo de Valencia

Si preguntasen cómo podrá España seguir existiendo, qué hacer para conseguirlo, diré que lo primero, instruirse, lo segundo, instruirse, lo tercero, instruirse, y después, desenvolverse con arreglo a su naturaleza, y con variedad y libertad, reconociendo, respetando, cultivando la intimidad de cada región. Porque no ha de ser la enseñanza un rasero de uniformidad intelectual, ni un exclusivismo de sabiduría; pues en la evolución de nuestra especie para conjurar la barbarie de épocas primitivas y obscuras, ha sido a inteligencia poderosísimo factor, pero no el único; y tanto como ella nos ha llevado a la vida altamente humana, no solo la religiosidad, no solo el criterio de moralidad y justicia, sino el instinto artístico, el dulce culto de la belleza.

Discurso en los Juegos Florales de Orense

No me neguéis, repito, en atención a mi sexo, que pueda hablaros de los males de la Patria. Privada la mujer de derechos políticos, a pesar de ser hembra el Jefe del Estado, la naturaleza, más equitativa, nos ha concedido cerebro para pensar y entrañas para sentir, y la patria existe o debe existir para nosotras. Y cuando digo que estamos privadas de derechos políticos, debí añadir que alguno poseemos. Aun estos días, por ejemplo, mujeres cuyas ideas ni profeso ni discuto, han compartido con el hombre los ya legendarios calabozos de Montjuic y el amenazador entrepuente del buque de guerra. No se nos niega, pues, el que una escuela jurídica llama derecho de pena; el derecho de ser castigadas exactamente como el hombre. Y hoy nuestra patria necesita de todos, hasta de la mujer, y la mujer necesita valer a la patria, porque la mujer mantenida a larga distancia de la cultura, ha sido el áncora de peso incalculable que nos aferró a la tradición mal entendida y funesta.

Discurso en la sesión inaugural del Centro Gallego de Madrid

No es dable cerrar los ojos a lo que nos rodea […] El hecho de nuestra época, el hecho enorme, es el reparto del bienestar al mayor número, es la atención preferente a las necesidades de las clases débiles. No soy socialista, a menos que la palabra se entienda como la entendía Proudhon, que llamaba a toda mejora de la sociedad por la sociedad, socialismo; pero siento el temple del aire, y reconozco lo que hay de benéfico en este noble esfuerzo de nuestra era, para acercarse, en la medida de lo factible, a un ideal muy antiguo, contemporáneo de los primeros y juveniles ensueños de las frescas mitologías, ideal acariciado en la Edad Media con ardor por el cristianismo. ¡Por qué temer a esta marejada que nos arrastra! No temáis nunca al porvenir. Ha de ser mejor que el pasado; ha de ser, cuando menos, comparable al presente. No dará de sí más de lo que quepa en lo real: y la realidad es, por esencia, contrastadora de las utopías, disipadora de todos los fantasmas, así de los rojos como de los negros.